Somos animales. Eso es innegable. Desde que el mundo es mundo el ser humano ha pensado los animales y ha reflexionado sobre su parte animal. Ha indagado en el instinto, lo ha domesticado; lo ha desatado y le ha culpado de todo lo que la razón no es capaz de explicar. Lo ha hecho desde todos los recovecos posibles del arte: músicos que imitan sonidos de animales, personajes que se transforman en insectos en un cuento, actores que encarnan leones y peces, héroes del cine y el arte gráfico que son mitad humano y mitad araña, o gata, o murciélago. Todo ello, tan presente en la cultura clásica y popular, se recoge en la pieza teatral ¡Ojo: fábulas cautivas!, dirigida por Rosa Luisa Márquez, que se presenta en funciones a las 5:30 p.m. y a las 8:00 p.m. en el Teatro Julia de Burgos del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Con textos de Eduardo Galeano, Esopo, Nicolás Guillén, Jorge Luis Borges, Silverio Pérez, Christian Ibarra, Nicolás Buenaventura, Lafontaine y Mariana Monclova, pasando por un mito yoruba y agarrados del poema Animal fiero y tierno de Ángela María Dávila como hilo conductor, la pieza se presenta como una suerte de collage que recoge instancias en la historia en las que se ha pensado en el animal interior y colectivo. Así pues, hay un encuentro entre mitos más contemporáneos como Alicia en el país de las maravillas y algunos mucho más antiguos como las sirenas. Como es tradición en los montajes de Rosa Luisa Márquez, el espectador se encontrará con una estética absolutamente juguetona que le invita a integrarse en el zoológico ilógico que da estructura a la pieza. Así pues, al llegar, el público deberá dejar sus bártulos afuera, se ubicará en el centro del escenario e irá rotando de “jaula” en “jaula” para dejar que los animales les cuenten sus fábulas desde el cautiverio. Todo esto, guiados por Maxim, una niña curiosa que recibe el zoológico como herencia de su tío Boris. La niña la interpreta Mariana Monclova y el tío, Juan Pablo Díaz, ambos herederos de varias generaciones previas de actores del país. “Aquí en la obra hay un pase de batón del tío a la sobrina, como en el teatro del país. Siempre hay un temor a ponerse viejo pero necesitamos mentores. Rosa por ejemplo no nos ve como competencia, nos ve como lo que somos, estudiantes que en algún momento ocuparemos su espacio porque es ley de vida”, expresó Juan Pablo Díaz, quien además es el director musical de la pieza y uno de esos alumnos que, por haber trabajado previamente con Márquez, fungió como maestro para los que apenas comienzan su carrera en la universidad. Igualmente contaron con visitas como la de Gilda Navarra para asesorarles. Y es que las experiencias de aprendizaje han sido intensas en todo el proceso que, comenzó en agosto como un ejercicio de lanzarse al vacío. Pues resulta que esta obra es el último montaje universitario de esta emblemática directora, y ante la nostalgia que esto impone, se pensó en otras opciones. Sin embargo, ganó el atrevimiento. “Tenía como plan b hacer Jardín de pulpos de nuevo pero no se los dí como primera opción. Quería retarme, hacer un trabajo un poco partiendo de la nada. No tenía muchas ideas claras al principio pero les propuse la idea de Alicia, de los animales y que ellos trajeran textos, materiales, cada uno tenía que traer su animal y hablar desde él, fuimos investigando, encontrando poemas, cuentos cortos y finalmente con la incursión del joven escritor Christian Ibarra, quien le dio unos hilos conductores a la pieza, fuimos amarrándolo”, cuenta Márquez sobre el proceso creativo que primero adquirió espíritu (textos, personajes) y luego cuerpo (estructura narrativa). “Lo más que he aprendido de Rosa y de este proceso es que, como actor, uno no puede ser un vaso vacío. Hay que aportar? La pieza te ayuda a reconocer lo asquerosos o maravillosos que podemos ser los seres humanos, sin juzgarnos sino viendo nuestra realidad, nuestro instinto, lo que no se puede controlar porque es como debe de ser”, dijo por su parte Mickey Negrón quien en el zoológico habla desde el perro y cataloga el proceso como un auténtico parto. “En estos días se cumplen nueve meses desde que empezamos”, añade sonreído este joven quien asegura que se lleva del proceso la certeza de que “podemos ser animales esperanzados”. Y es que a juicio de todos, la pertinencia de la pieza radica en la universalidad del tema y su complejidad en que es un trabajo que parte de una reflexión universal concretizada en retazos. “Hay un nivel de nuestro animal violento en el país que cada vez se exacerba más y ese también lo estamos poniendo en escena”, apunta Márquez sobre el contenido de la pieza. “Ha sido fuerte y mucho, no es un libreto que te aprendes y ya. No. Son cuentos en los que tienes que pensar cómo narras desde dónde estás, cómo la atmósfera tiene que ver con lo que dices, cómo el vestuario te da información”, finaliza la gallina, interpretada por la actriz Norwil Fragoso quien por estas fechas ya enseña también en una escuela. Por lo visto la rueda sigue y en estos procesos se pasa más de un batón. Este artículo es una colaboración de Universia. Para ver el artículo en su origina acceder a http://www.universia.pr
Diseño de escenografía e iluminación: José Checo Cuevas Dirección de arte: Antonio Martorell Diseño de vestuario: Miguel Vando Director técnico: Ariel Cuevas Coreógrafo: Pepe Álvarez Director musical Juan Pablo Díaz Dramaturgoistas: Christian Ibarra y RLM