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La violencia es un fenómeno con el que los venezolanos han tenido que aprender a convivir. Las protestas y manifestaciones públicas siempre van acompañadas del temor de sus participantes de que en cualquier momento estalle un tiroteo y que alguno (o algunos) de ellos se sume a la cifra de muertos en estas actividades. A principio de la década del 2000, estos sucesos eran noticias importantes y contundentes. Los 19 muertos del 11 de abril, los tres muertos y los 20 heridos del 6 de diciembre de 2002, los nueve muertos y 110 heridos que dejó la ola de manifestaciones entre el 27 de febrero y el 6 de marzo de 2004. Pero con el pasar de los años y la acumulación de bajas fatales, sumada a los cientos de muertos en todo el país a manos del crimen, los venezolanos han perdido la sensibilidad y el horror ante sus muertos. Además, el número de protestas en Venezuela es tan alto que incluso las actividades pierden ya su importancia. Un documento elaborado por diversas organizaciones de derechos humanos como el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), Espacio Público, Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA), Acción Solidaria (ACSOL), Vicaría de Derechos Humanos de Caracas, Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) y el Comité de Familiares Víctimas de los sucesos de febrero y marzo de 1989 (COFAVIC), señalan cómo el número de manifestaciones reprimidas en el país sudamericano pasó de 18- entre octubre y septiembre de 2005- a 187- entre octubre y noviembre de 2009. Precisamente el pasado lunes 7 de diciembre, murió de un disparo en la cabeza Jesús Eduardo Ramírez Bello, un estudiante universitario de 19 años del estado Táchira, al oeste del país, en una manifestación en contra de los recortes en el suministro de gasolina y electricidad en ese estado fronterizo. Durante el desarrollo de la protesta se suscitó un enfrentamiento entre los estudiantes de la Universidad Experimental del Táchira (UNET) y estudiantes del recinto tachirense de la Universidad Bolivariana de Venezuela. “De la nada” surgió un disparo que impactó en el cráneo del joven. El ministro del Interior de Venezuela, Tarek El Aissami, informó que la muerte fue producto de una “mala actuación” de la Policía local. En Venezuela, cada estado tiene su Policía autónoma. Por el contrario, dirigentes del partido político Movimiento al Socialismo (MAS), opositor a Chávez, denuncian que fueron grupos de adeptos al Gobierno, quienes en respuesta a las declaraciones del ministro realizarían una manifestación en el estado. De esta forma, sostienen que la intención de El Aissami es tener una razón para intervenir a la Policía estatal de Táchira, para que no siga estando en manos del Gobernador César Pérez Vivas, quien es opositor del presidente Hugo Chávez.
El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Venezuela ha comenzado una investigación ordenada por el ministro del Interior, para la que visitaron las instalaciones del canal de televisión RCTV (el canal opositor que cerró Chávez en el 2007 y que ahora opera vía cable), y bajo amenaza de allanamiento si no cooperaban, ordenaron que se les entregara un material audiovisual que compromete a los pistoleros que actuaron en las manifestaciones. La muerte del joven Ramírez ha provocado diversas manifestaciones estudiantiles a lo largo de todo el país y ha calentado los ánimos de los universitarios una vez más, mientras el resto de la nación sudamericana continúa sus vidas ya acostumbradas a la violencia política y al clima de tensión.