El rol de la mujer se va haciendo cada vez más importante en la sociedad. Los estereotipos machistas se han ido desmoronando. Antes eran las “amas de casa” quienes asumían el mando pasivo y responsable en el hogar, y quienes cuidaban de los niños y de su marido, pero esto con el tiempo se ha dejado a un lado. Muchas veces las mujeres son vistas como seres incapaces de dirigir una nación, ya que, según se asume, se dejarían llevar por sus emociones y esto podría perjudicar la toma de decisiones. Pero la realidad es que hoy en día el rol de la mujer se ha nivelado con el del hombre. Es por eso que el género femenino ha sobresalido últimamente en asuntos políticos y socio económicos. Un gran paso que marcó la entrada de la mujer a la política fue la conversión en ley de la Décimo Novena Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Ésta le concedió el derecho al voto en toda la nación estadounidense. Asimismo, en Latinoamérica el voto de la mujer fue tomando participación a través de los años. Con la llegada de un cambio en la presidencia de Costa Rica se ha marcado otro triunfo más para la mujer. Recientemente, Laura Chinchilla fue proclamada como la primera presidenta de este país centroamericano. A sus 50 años, esta politóloga ha logrado posicionarse en el puesto más importante de su país. Primero logró convertirse en vicepresidenta del aún mandatario Óscar Arias, puesto al que renunció para postularse como candidata a la presidencia. Y esta vez fue ella quien salió vencedora ante éste, quien -a pesar de haber sido su opositor- también es su mentor político. Con ella, se suma otra más a la cuenta de las mujeres que han logrado conseguir la presidencia en nuestra región, ya que tradicional e históricamente ésta ha sido gobernada por hombres. Chinchilla vuelve a marcar la historia política de Latinoamérica, así como hace unos años atrás lo hicieron la chilena Michelle Bachelet y la argentina Cristina Fernández, entre otras líderes. La presidenta chilena, Michelle Bachelet, es una socialista que fue torturada y exiliada durante la dictadura de Augusto Pinochet. A su regreso del exilio, se dedicó al trabajo en hospitales públicos. En el 2000, al asumir la presidencia Ricardo Lagos, fue nombrada Ministra de Salud. Bachelet llegó a la presidencia cuando derrotó a su contrincante Sebastián Piñera, en el 2006, con el 53 por ciento de los votos. Bachelet se considera “mujer, socialista, separada, agnóstica, hija de un padre que murió en la cárcel”. Según ella, reunía “todos los pecados juntos”. Y a pesar de poseer todas estas ‘cualidades’, logró ser presidenta. Por otro lado, Cristina Fernández llegó a la presidencia de Argentina pisándole los talones a su esposo, Néstor Kirchner. Al descartar la reelección para la presidencia, Kirchner anunció que en su lugar se postularía Fernández. A sus 54 años, Fernández se convirtió en la primera presidenta argentina en el 2007. Estas mujeres representan sólo una parte de aquellas líderes políticas, o sociopolíticas, que se han destacado en Latinoamérica. Ellas han roto barreras y antiguos esquemas que las rezagaban de labores destinadas exclusivamente a los hombres. Pero estas mujeres han tenido la ventaja de pertenecer a países democráticos, donde la participación y la voz del pueblo se hacen valer. Sin embargo, en otras naciones los intentos de algunas en llegar al poder se ven empañados por el odio de otros. Este es el caso de Benazir Bhutto, quien fue nombrada Primera Ministra de Pakistán en el 1988 –convirtiéndose en la primera mujer en liderar el gobierno de un estado islámico-. Su meta principal era terminar con las divisiones existentes en la sociedad pakistaní, incluyendo el discrimen entre el hombre y la mujer. Bhutto fue arrestada en varias ocasiones por liderar la oposición e incluso se exilió voluntariamente. Pero no fue hasta el 2007 -tras 71 días de haber regresado del exilio- que Bhutto fue asesinada. Dos disparos – uno en el cuello y otro en el pecho- la privaron de una vida de política heredada. Dos meses antes de su muerte había salido ilesa de un atentado en el que murieron 120 personas. No se sabe exactamente si ha de llamarse suerte, éxito o destino. Lo que sí se puede dar por seguro es que no todas estas mujeres han corrido con la misma suerte, o tal vez el éxito de sus carreras no se ha reflejado de la misma forma;pero el destino de cada una se ha visto entrelazado porque han dejado sus huellas en la historia, alcanzando el poder en el siglo 21.