En las escuelas de periodismo tradicionalmente se enseña que la función de los medios de comunicación es informar, educar y entretener. Pero lo que reprochan muchas voces en la actualidad es que las empresas mediáticas den más valor al entretenimiento que a la formación crítica de las audiencias.
O peor aun, que el formato del entretenimiento se aplique a las noticias de cualquier índole, sean sobre política, criminalidad o economía, haciendo cada vez más difícil distinguir entre lo verdaderamente noticioso o lo meramente espectacular. Por esto no sólo se carga contra las empresas informativas sino también contra periodistas, a quienes se les adjudica la responsabilidad de discernir entre lo relevante y lo superficial.
Pero entonces, ¿qué es noticia y qué espectáculo? ¿Dónde comienza esa línea que trasciende de lo verdaderamente noticioso para convertirse en espectáculo?
Con esas preguntas abrió el debate La noticia como espectáculo, celebrado el segundo día del Festival de la Palabra 2012 en el Museo de Arte de Puerto Rico. El cuestionamiento vino de parte de la moderadora de la charla, la periodista Gloria Ruiz Kuilán, luego de ésta haber leído una extensa y apocalíptica cita de la Civilización de Espectáculo, ensayo donde Mario Vargas Llosa denuncia la laceración de los “objetivos tradicionales” del periodismo.
Para responder y debatir sobre ese problema acuciante del periodismo, se convocó a Beba García, autora del libro Juan Juan Juan, crónicas de la televisión en los tiempos de Don Tommy; Enrique Colón Santana, abogado y escritor defensor de los derechos civiles y constitucionales; y el sociólogo y periodista Hiram Guadalupe.
Sobre este tema, Beba García considera que “hay noticias que sí son espectaculares y merecen reseñarse espectacularmente”. Para ilustrar esto hizo alusión a momentos históricos como la llegada de Neil Amstrong a la luna, la muerte de Roberto Clemente y la misa que ofreció el Papa Juan Pablo II en los predios de Plaza las Américas. “Todo eso es espectacular y teje nuestro pasado colectivo”, argumentó García.
Lo malo, según la autora, “es cuando tú coges y resaltas aspectos de la noticia que no tienen ninguna importancia solamente para atraer al morbo. Como consecuencia, se publica la noticia no trascendental, no lo verdaderamente importante sino lo que vende”, declaró. García.
Y es en esa práctica de escoger lo sensacional donde influyen los intereses del medio de comunicación para el que cual se trabaja, a lo que García también sentenció que el periodista “debe tener la chispa de escoger lo que verdaderamente es noticia”.
Enrique Colón recordó que “hay unos actores que trabajan en el medio y habemos unos espectadores que nos nutrimos de ese medio. En ese sentido es muy difícil hacer un balance para determinar qué realmente es lo que la gente debe tener como información para conocer”.
Colón comparó esta situación con el mercado literario, al recordar que dentro de las discusiones sobre lo qué es o no literatura hay personas que piensan que los libros que se venden muchísimo no son literatura, “pero la realidad es que se consume como si fuera literatura y probablemente para la mayoría de los que la leen lo es”.
Esto nos retrotrae a un debate larguísimo en el mundo de la comunicación mediática: el dilema sobre si los medios transmiten lo que la gente quiere ver o si la gente consume lo que los medios imponen.
Respecto a esto, Guadalupe consideró que sobre lo que “el pueblo” quiere; si alguien conoce cómo manejar y establecer la pauta del gusto del consumo de masas, es el mercado, que tiene los recursos para determinar qué producto se va a vender más que otro.
“Si yo tengo el control de un medio, y yo quiero establecer cuál es la pauta, yo voy a obrar como obra McDonald’s en decir si son los Nuggets hoy o es mañana el Big Mac; es la misma lógica del mercado, lo que lo va a diferenciar es la concepción ideológica”, esa concepción ideológica se refiere a “qué yo quiero provocar”.
“Si yo quiero que esto se mueva en esta dirección porque hay toda una pretensión concebida ideológica articulada, yo voy a hacer todo lo posible para que esto se vea de esa manera”, sostuvo el sociólogo.
Un ejemplo concreto, según Guadalupe, es la noticia sobre el voto de los encamados en la que El Nuevo Día alertó sobre un posible fraude electoral por parte del Partido Nuevo Progresista en el manejo de esos votos, mientras el Vocero reseñó la misma noticia pero declarando que el Partido Popular Democrático estaba cuartando el derecho de los encamados a votar.
En este sentido, “la noticia de los encamados es toda una invención para favorecer a un grupo versus otro porque es lo que ha pasado aquí todo el tiempo”, señaló Guadalupe.
Por su parte, Enrique Colón recordó que los periodistas no deciden lo que se publica, ya que en ocasiones sencillamente tienen que cubrir un acontecimiento y de ahí deducir datos y buscar información.
“En ese sentido, atraer la atención con el escándalo en algunas ocasiones es más fácil para a su vez atraer la venta del periódico”. Y coincidió con Guadalupe al declarar que esto “depende también de los intereses que todos los medios nos quieran vender”.
Y al parecer, por lo que se ve día a día en la cobertura mediática, la manera más fácil que tiene los medios para vender sus intereses es a través del espectáculo, pero la noción de espectáculo no se refiere en este sentido a las diferentes manifestaciones artísticas y culturales de un lugar o de una época.
Por eso Guadalupe, al igual que García, hizo la salvedad de que no hay nada malo con la cobertura de la noticia del espectáculo sino que el problema está en la espectacularización de la noticia. Es decir, “tratar las cosas serias como asuntos divertidos, ligeros, banales, sin profundidad, sin investigación”, como mencionó Guadalupe. Para ilustrar sus argumentos Guadalupe dijo que cuando se aborda esa dicotomía entre la noticia o el espectáculo, surge la figura emblemática de la modelo Maripili.
“Maripili es información, es información para la gente que persigue ese tipo de entretenimiento. El problema está cuando un periodista de la talla de Rubén Sánchez, en el inicio de un programa de televisión, hace el rol de Maripili para entrevistar a la presidenta de la Cámara de Representantes. Ahí hay una gran distinción, esa es la espectacularización de la noticia, no ir a buscar la información, sobre todo en un momento en que asistimos a treinta y tantos días de un evento electoral, para cubrir correctamente las cosas que al País le preocupa abordar”.
Guadalupe a su vez distinguió entre el periodista, el editor, y el directivo de los medios de comunicación. “Son tres pautas distintas de cómo entonces abordar la escena noticiosa. Yo creo que ahí está la línea que es importante y significativa plantear, porque la tendencia general cuando nos aproximamos a hablar sobre la noticia del espectáculo, tiende por un lado a menoscabar que hay gente que hace periodismo de espectáculo muy serio”, apuntó.
A esta ecuación que muchas veces rige la forma en que se ejerce la labor informativa, Colón añadió otro actor cuya influencia, en muchas ocasiones, es determinante: el Estado. El abogado sostuvo que el Estado ha dado en intervenir sobre a qué tipo de noticias nosotros debemos tener acceso. Como ejemplo reciente, aludió a que el código electoral se interpretó para que una noticia sobre mal práctica en la medicina no fuese publicada. En este caso, el contralor electoral, Manuel Torres Nieves, ordenó a los medios de comunicación, mediante un decreto, cesar y desistir en difundir cualquier anuncio de la Asociación de Víctimas de Impericia Médica.
“Yo como abogado soy enemigo de que el Estado determine que tipo de información es la que nosotros debemos tener acceso”, sostuvo Colón.
Ante este panorama, una de las grandes preocupaciones del gremio periodístico se resume en una pregunta: ¿dónde está el periodismo investigativo?
Y no es que no hayan periodistas capaces de hacer investigaciones profusas, serias e interesantes, como aclaró Guadalupe, sino que al parece no hay intención de los medios corporativos tradicionales en publicarlas. Como respuesta a esto, mencionó, han surgido medios alternativos como el Centro de Periodismo Investigativo, Noticel, InterNews y 80grados.
“Ahí hay una instancia alternativa distintas, pero sin el mismo alcance que las otras estructuras formales”. Por eso alertó de la peligrosidad de que haya un medio que monopolice el mercado de la información, pues esto “levanta una bandera de peligro a la democracia del País”.
Por lo tanto, la falta de periodismo investigativo serio no se debe a que periodistas no lo quieran hacer. “Incluso conocemos de casos de colegas que tiene la información, que lo tiene todo y la nota no se publica, porque si yo tengo que tocar a uno u a otro…Y estas cosas son peligrosas y la gente no las expone porque también hay todo un condicionamiento laboral de una relación contractual en la vieja dimensión de capital/trabajo, que si usted se pone a protestar mucho pues eventualmente, ¿qué sucede?, pues te desemplean”, declaró Guadalupe.
Al finalizar su alocución, Guadalupe preguntó a Gloria Ruiz Kuilán, periodista del El Nuevo Día, si tenía algo alguna opinión o algo que decir al respecto. La periodista sonrío y dio por concluido el debate para dar paso a las preguntas del público.
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