Un total de 538 alumnos alcanzaron ayer sus grados académicos en la ceremonia de graduación 2016-2017 de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey. La colación coincidió con el 50 aniversario de la institución, por lo que se nombró a los graduandos la “clase dorada”.
Se acercaba la hora del atardecer y allí en la montaña, específicamente frente al teatro Ramón Frade León, una temperatura de 81 grados Fahrenheit recibía a los más de 500 invitados al evento. Los rostros expresaban la alegría y la satisfacción de la meta cumplida.
“¡Después de seis años, terminé!”, exclamó una joven graduanda en el desfile inicial.
La mayoría de los alumnos culminaron grados en biología (alrededor de 100), psicología y salud mental (casi 90) y en el programa general de ciencias naturales (aproximadamente 80). El resto perteneció a ciencias sociales, pedagogía, administración de empresas, estudios hispánicos, historia, inglés, humanidades y al programa general.
La ceremonia inició con el saludo de la decana de estudiantes, Rochellie Martínez Vivas, quien dio la bienvenida al rector interino de la UPR en Cayey, José A Molina Cotto.
A su vez, estuvieron presentes algunos de los miembros de la Junta de Gobierno de la Universidad, como el presidente interino del ente, Walter Alomar Jiménez, y también el presidente interino de la UPR, Darrel Hillman Barrera.
Acto seguido, la presidenta de la clase 2017 de la UPR en Cayey, María de Lourdes Dávila Andino, ofreció un discurso que conmovió a los presentes.
“También nos corresponde luchar por la posibilidad de 50 clases [graduandas] más”, expresó la presidente de la clase dorada.
Además, Dávila Andino recordó el momento de la Asamblea Nacional de Estudiantes, el 5 de abril de 2017, ocasión en que las 11 instituciones de la Universidad de Puerto Rico, el Conservatorio de Música y la Escuela de Artes Plásticas se reunieron para diseñar las estrategias de lucha ante el recorte de más de $500 millones impuesto para la UPR.
Posteriormente, Danilo T. Pérez Rivera, presidente del Consejo General de Estudiantes (CGE) de la UPR en Cayey, se dirigió al público. Pérez Rivera agradeció a su primer mejor amigo en la universidad y señaló que vamos a la universidad no tan solo a adquirir diplomas, sino a encontrarnos a nosotros mismos.
“Por la confianza, quisiera primeramente agradecer a un ser bien especial: Plinio Alfaro. Plinio, para mí fue ese primer pana que uno hace en la Universidad. Esa persona con quien, si bien uno nunca había estudiado en grupo en su vida, aprendía a tenerlo cerca aunque fuera para tirarse chistes cuando la clase nos tuviese frustra’os, pero cuando llegaba la hora del clutch, no te dejaba rendirte y siempre te motivaba a estudiar aunque fuera un poquito más”, soltó de entrada.
Asimismo, dirigió su saludo “también a los que le dijeron que no a los estereotipos tradicionales de lo que es una buena profesión y pusieron sus talentos donde las viniera en real gana”.
“Quiero saludar a los detallistas que decidieron que operar el cuerpo humano no era lo suyo, pero vestirán la misma bata blanca en un laboratorio para llevarle al paciente lo que un médico solo no puede hacer. Saludo a los que no pierden ni un argumento, pero no piensan debatir leyes, sino que se dirigen a las escuelas a tratar de abrirle la mente a un posible reo para que no tenga que depender de un sistema explotador. Saludo a esos matemáticos que no se dirigen a construir edificios, sino a cuantificar y corregir las finanzas de un pueblo que por años han sido irresponsablemente repartidas”, sumó.
Pérez Rivera también resaltó el llamado de defensa por la Universidad y recordó la importancia de una educación accesible para Puerto Rico.
“Hay luchas que si se descuidan, se pierden, y no hay marcha para atrás y sellan los siempre en nunca jamás. Pero para eso es que tenemos días como hoy, esta celebración. Para reconocer que seremos la primera clase que en su mayoría nunca conoció la cuota de $800, porque aunque acabó, en algún momento se luchó por una educación accesible y de calidad”, sentenció el torito.
De pronto, las lloviznas cayeron para calmar un poco el calor. Inició el canto del coro de la UPR de Cayey y un arcoiris aplaudió desde el cielo. Por algunos minutos, los graduandos jugaron con una bola de playa de colores que corrió por las cabezas de sus compañeros que vestían las togas y los birretes negros.
Una vez concluyó la participación del coro, se otorgaron las distinciones académicas Cum Laude (promedio general entre 3.50 a 3.69) , Magna Cum Laude (entre 3.70 a 3.94) y Summa Cum Laude (promedio superior a 3.95); seguidos del homenaje al Alma Mater y la clausura.
A continuación fotogalería de alguno momentos claves de la ceremonia: