Para absorber sistemas académicos diversos e integrarse a culturas ajenas, 231 estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) partieron de intercambio durante el pasado año académico, la mayoría provenientes de Ciencias Sociales, Humanidades y Administración de Empresas. Mientras los destinos más populares fueron España, Estados Unidos y Portugal, algunos optaron por rutas menos convencionales que condujeron a Korea, China, Islandia y Estonia.
Uno: Calentando los motores
Irse de intercambio requiere meses de preparación y planificación económica. Para impulsar al estudiantado salir de los contornos de la Isla y enfrentarse al mundo, existe el Decanato Auxiliar de Relaciones Internacionales. Durante las primeras semanas de cada semestre, el Decanato Auxiliar ofrece charlas y orientaciones para atraer a estudiantes a realizar un viaje de estudios.
El decano auxiliar de Relaciones Internacionales, Luis Irizarry Ramírez, recomienda planificar el viaje con un semestre de anticipación, preferiblemente el primer semestre del año académico para enlistarse en la aventura a partir de enero. De esa forma, cambios en los calendarios de países extranjeros no tienen mayores efectos.
Existen tres programas de intercambio. El programa National Student Exchange (NSE), que comprende consorcios con 200 universidades de Canadá y Estados Unidos y sus territorios; el International Student Exchange Program (ISEP), que agrupa a más de 300 universidades de 42 países distintos; y la Misión Interuniversitaria de Coordinación de Intercambio Francoamericano (MICEFA), que reúne consorcios con 16 universidades de París y sus alrededores.
Lo beneficioso de los convenios es que permiten al estudiante pagar su matrícula en el Recinto como si fuera a estudiar su semestre regular en el sistema de la UPR, por lo que salen más baratos los costos de estudio en el extranjero.
Cuando el estudiante muestra interés en un programa, se reúnen con él para mostrarle todo el material, lo parean con estudiantes que ya hayan ido al mismo destino, y organizan una orientación de despedida junto a los padres para integrarlos al proceso de transición, explicó la coordinadora de movilidad estudiantil Alma Ramos Pizarro.
"Nosotros vivimos en una isla, con toda la belleza y la carga que eso pueda tener. Siempre queremos salir de las fronteras. Pero dar ese salto es romper con un montón de temores. Vamos con miedo. '¿Estaré haciendo una locura? ¿Cómo me alejo de todo lo conocido? ¿Los chavos me darán? ¿Tendré que cocinar todos los días?' Nosotros los ayudamos con esos temores”, contó Ramos Pizarro con una sonrisa.
Dos: Corriendo la pista académica
Dentro de la experiencia de intercambio, se busca que el estudiante se exponga a sistemas académicos diversos. “Queremos que ese componente académico esté bien atendido, que se planifiquen para que los cursos que vaya a tomar sean acreditados”, declaró Irizarry Ramírez.
La estudiante de Administración de Empresas, Alexandra Figueroa, decidió irse sola, sin amigas, dispuesta a internarse en una experiencia principalmente académica. Eligió la Universidad de Massachussetts en Amherst por la fortaleza de su programa de contabilidad, su cercanía a Boston y para comprobar que se desenvolvería bien en inglés. Tomó cinco clases, entre ellas, tres de concentración. “Eran fuertes, pero no eran tan difíciles por el nivel con que te preparan aquí que es excelente”, dijo.
Por su parte, la estudiante de la Escuela de Comunicación, María de Lourdes Vaello Calderón, recordó con sabor agridulce su experiencia académica. La periodista en ciernes optó por el sur, y viajó a la Universidad de Palermo en Buenos Aires, capital de Argentina. Extrañó de la UPR la amplia oportunidad de sostener un debate sin que tenga repercusiones. Explicó que el prontuario en Palermo es tan estructurado, que al momento en que se desviaba del tema para profundizar, se resistían.
La estudiante de la Facultad de Educación, Coral Padilla, también siguió la ruta hacia Argentina, pero se desvió de la capital para internarse en Mendoza, específicamente a la Universidad Nacional de Cuyo para explorar un sistema de educación pública. Recordó que a los estudiantes extranjeros se le pedían menos libros. “Es impresionante todo lo que ellos leen, no tenemos esa cultura de lectura”, abrió los ojos en gesto de asombro.
El intercambio es una importante oportunidad para estudiantes de lenguas extranjeras, que solo de esta forma pueden poner en práctica a plenitud los conocimientos adquiridos. Tal es el caso de Rey Aponte, quien tomó el avión hacia Italia para practicar el idioma de ese país. En su estadía en la Università degli Studi di Trieste, pudo tomar clases de arte y latín. Sus profesores tenían un dominio absoluto del mundo antiguo, y lo retaban constantemente con saberes geográficos e históricos.
Por su parte, el estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales, Francisco Santiago, dio solo un pequeño brinco de isla. El estudiante de ciencia política optó por visitar la ciudad de La Habana en Cuba durante seis meses, en un programa ya descontinuado. A través de las clases, Francisco afirmó haber derrumbado “el mito de la censura a la crítica e historia de Cuba”. Distinguió un salón de clases muy avispado, crítico del proceso y del modelo soviético, y que desencadenaban importantes reformas dentro del modelo educativo. “Todo se discutía abiertamente en las aulas de la Universidad”, compartió.
Tres: Alzando el vuelo cultural
La coordinadora Ramos Pizarro resaltó la importancia de lo que se hace fuera del salón de clases. "Empezar a conocer la ciudad, visitarla en espiral, movernos fuera de ella, [ir] a todos esos lugares que has visto en las fotos…lo vas a vivir. Es una experiencia que a uno lo cambia, y cuando llegan, quieren más", contó.
María de Lourdes admitió que echa en falta el estilo de vida de Buenos Aires. “Se camina mucho, se come bueno, se lee mucho, es una ciudad de mucha actividad cultural. Buenos Aires tiene todas las semanas un evento nuevo”, relató con entusiasmo.Sin embargo, en su experiencia porteña, destacó que se expuso al machismo de hombres “que no entienden la autodeterminación femenina” y la xenofobia hacia la raza negra y los ciudadanos de Bolivia y Paraguay.
Por el contrario, Coral, en otra ciudad de Argentina, afirmó que “siendo una mujer negra, no tuve nunca problema de sentirme discriminada ni rechazada. Por el contrario, conocí tanta persona tan bonita y genuina, que yo ni sentía que estaba lejos de casa”. Con su melena riza y su hablar pausado, Coral contó que “estando allá se me hizo más evidente que somos bien latinoamericanos. Esa calidez que tenemos como pueblo”, se quedó prendada de estás últimas palabras: “Un día van a ser libres, ya los vamos a liberar”, recordó que alguien le dijo una vez en referencia al status político de Puerto Rico. “Lo que más extraño es la tranquilidad. Aquí vivmos con mucha prisa”, relató recostada de una columna del Teatro en la Universidad, con la mirada puesta en sus memorias sureñas.
Por otro lado del globo terráqueo, la egresada de la Facultad de Ciencias Naturales, Alicia Martínez, admitió que tomó en la Universidad Complutense de Madrid “electivas fáciles” para poder viajar y conocer. “No voy a pasar trabajo con unas clases que no quiero tomar allá”, opinó. Entre los países que visitó figuran Holanda, Bélgica, Croacia, República Checa, Alemania, Marruecos, Italia y un crucero por las Islas Griegas. A pesar de la notable diversidad, contó que el lugar que más le gustó fue la isla griega Santorini, porque “llegó un punto en que extrañé la isla, el calor, las playas”.
Saltando nuevamente al Caribe, Francisco observó en Cuba el control de los medios periodísticos, la escasez de conexión a internet y la infraestructura decayente. No obstante, “el poco acceso a Internet hace que todavía haya otras maneras de encontrarse”, destacó. Además, observó fuertes contrastes en las percepciones en torno a la administración política del país. “Una pretende que haya una homogenización a favor o en contra, pero es mucho más complejo”, dijo. “Crecí pensando que soy la otra ala; me sentí como en casa”, añadió.
Cuatro: Aterrizando en el avalúo
Entre los retos que enfrenta la Oficina, Pizarro Ramos habló de los cambios administrativos como un mal general que aqueja a la universidad. Cada quien que llega trae una visión diferente de lo que debe ser la unidad y nunca hay suficiente tiempo para que el proyecto se concrete, pues lo sustituye una nueva cabeza administrativa. Irizarry Ramírez añadió que la complejidad de los procesos requiere que los empleados se eduquen respecto a visados y demás asuntos legales.
Por otro lado, ¿cuál es el perfil del estudiante que está viajando? “No hay números claros, no se ha hecho la investigación, pero percibimos que los estudiantes que están viajando son clase media, media alta, que los padres pueden hacer alguna inversión para que puedan viajar. Yo percibo que son pocos los estudiantes de bajos recursos que pueden viajar”, admitió el decano auxiliar Irizarry Ramírez.
Coral, por ejemplo, fue la única de los entrevistados que tuvo que financiarse el viaje sola. Pidió préstamos, usó la beca, y estuvo trabajando y ahorrando. Todos los demás coincidieron en que financieron su viaje con ahorros y apoyo monetario de sus padres. Para ampliar el acceso a experiencias internacionales, Irizarry Ramírez se propone construir el perfil socioeconómico y crear un fondo de becas para otorgarle a estudiantes de escasos recursos.
Consejos para estudiantes que salen de intercambio
En su experiencia, Ramos Pizarro ha notado que las dificultades se repiten. “La experiencia de la convivencia no es fácil. Uno tiene que estar preparado para ser tolerante, aprender a compartir”, señaló.
También, hay estudiantes que en la cuestión académica, se duermen. “Asumen una actitud relajada y cuando se aprietan el cinturón, a veces es un poco tarde y no salen tan bien”, dijo.
Además, notó que a veces se confían mucho, y hay gente que vela al que no es local, y cometen el error de andar con documentos importantes. Recomienda siempre que no anden solos y que estén alerta.
Por último, señaló que cuando el grupo de puertorriqueños es muy grande, a veces no se abren, sino que se mantienen en un grupo cerrado y no conocen estudiantes de otras nacionalidades, lo cual para ella debe ser parte integral de la experiencia.
Todos los alumnos entrevistados coindieron en que debería ser esencial al menos una experiencia internacional para cada estudiante del Recinto.
“Yo me independicé de una forma que hasta a mí me dio escalofríos…te das cuenta que tienes más capacidad de lo que tú misma crees, que no le tienes que tener miedo a nada”, compartió Alexandra.
“Puerto Rico, quizás por lo pequeño que es, estamos constantemente expuestos a lo mismo…el mundo es enorme, y cada cual, se debería tomar la oportunidad de conocerlo”, manifestó por su parte, María de Lourdes.
“Uno crece emocionalmente, culturalmente. Tú te descubres”, añadió Coral. “Es saludable romper con las ciudades postcards que a menudo persisten nuestro imaginario”, enfatizó Rey.
“Es necesario que estudiantes de Puerto Rico salgan del insularismo [para] crear una conexión mayor con otros países aparte de Estados Unidos”, puntualizó Francisco.