Por: Fabiola V. Brown Viqueira
Las artes en Puerto Rico, con o sin pandemia, son una lucha constante por la falta de apoyo del gobierno; claro, se complica más si no hay audiencia. Las exhibiciones de danza, cine, teatro o artes plásticas se nutren del público; sin su calor ni el aplauso se queda corta la producción.
Auscultamos la reinvención de algunos de los más destacados representantes de las artes en nuestra nación dado el COVID-19 y el encierro. Carlos Esteban Fonseca, actor de teatro y cine, personalidad de la televisión puertorriqueña, cantante y compositor; Víctor Gilí, director de Ballet Concierto y exbailarín principal del Ballet Nacional de Cuba; Mario Roche, catedrático en la IUPI, actor de teatro y periodista; Vanessa Hernández, artista performera, curadora y fundadora de ‘El Lobi’ en Santurce; y Laura Valentín, nuestra Prima ballerina.
El arte es cultura, expresión y liberación. Para gran parte de la población, la mejor manera de sobrepasar el encierro por la pandemia fue escuchando música, leyendo, viendo películas, etc. Al exponer la creación del artista, se necesitan al menos dos partes para que la magia surja: al artista y al espectador; sin olvidarnos del personal técnico que trabaja tras bastidores y que también se ha visto afectado tras la situación.
Para lograr mantener a flote la magia, Carlos Esteban, a través de su página de Facebook, publicó 35 videos musicales, noche tras noche. “Nos mantuvimos trabajando gratis, para llenar los corazones de las personas y soportaran emocionalmente el lock down”. Más tarde, comenzó un proyecto todos los jueves, “Dinosaurio de las redes”, en un canal de YouTube.
Vanessa, adaptó su local “El Lobi” a las nuevas directrices salubristas, y aunque de manera limitada, logró la entrada del público. Laura Valentín, dividió las clases de ballet en grupos más pequeños, a la vez, que empleó más maestros. Víctor Gilí, creó un movimiento, “Unidos por la danza”, el cual tomó auge y logró unir cinco compañías a nivel internacional; maestros reconocidos brindaron clases, vía Zoom, a los bailarines todos los días de forma gratuita. Mario, participó en eventos teatrales transmitidos a través de plataformas digitales, como “Estádity”, un evento de sátira política grabado en el Teatro Arriví.
No obstante, Carlos Esteban, emocionado y con lágrimas, considera que “sobrevivir en el mundo virtual será un proceso muy duro para los artistas; no es fácil de manejar. Los artistas puertorriqueños lucharemos como siempre para mantener el arte vivo”. Añadió “que volveremos a llenar los teatros”.
En el caso de la danza, dice Víctor Gilí, “será un proceso de lucha volver a traer público hacia el ballet. Las compañías de Puerto Rico tendrán que salir del país y exponerse a nivel internacional, como antes lo hacía. Con o sin pandemia, la lucha por recibir el apoyo del gobierno y mejores salarios, continuará. Es mucho trabajo, pero no hay miedo”.
Mario Roche le da la bienvenida al mundo digital, dice que se ha abierto una nueva forma de percibir las obras de arte, pero lo considera “otra cosa” y reconoce que jamás remplazará la catarsis que infla el corazón y el alma cuando se juntan el artista con el público; esta magia no se va a perder, sino la vamos a retomar. El otro reto seguirá siendo persuadir a los sectores público y privado del potencial económico que tiene la producción de las bellas artes.
Según Laura Valentín, “no hay nada más importante que ser flexible; a la larga todo pasa. Hemos encontrado nuevas formas de entrenamiento y de presentarnos”.
A pesar de la ausencia de un público, percibí positivismo de parte de los entrevistados. Es alentador saber que las compañías de danza y los artistas hemos logrado expandir la audiencia a nivel mundial a través de las redes sociales. Espero con ansias el día que los artistas de Puerto Rico, con su particular pícara y apasionada creatividad, podamos nuevamente, recibir el calor y el aplauso del público puertorriqueño.
La autora es estudiante de Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras.