Las crisis no se sufren en igualdad… sino según los recursos materiales que se tengan. Por eso, aunque María nos cruzó por todos lados, dejó marcas muy desiguales.
Las escuelas públicas del país -incluyendo las de Vieques y Culebra- no solo sufrieron el embate de Irma y luego de María, también siguen sufriendo los burocráticos e irregulares procesos de inspección y rehabilitación liderados por el Departamento de Educación (DE). Sin embargo, muchas escuelas públicas del País estuvieron despiertas y levantadas al poco tiempo del paso del huracán por sus propias comunidades.
En ese contexto, el martes 7 de noviembre el vestíbulo de la Facultad de Educación del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP) fue el espacio para celebrar el 1er Encuentro de Comunidades Escolares.
Las maestras egresadas, Karla Sanabria y Lourdes Torres, el capítulo de la Asociación de Profesores Universitarios de Río Piedras y esta servidora acogimos la indignación y los reclamos para reorganizar voluntades, compartir historias de cada plantel y reconocer estrategias de éxito para articular propuestas que defiendan y optimicen la educación pública, en tiempos donde no existen protocolos para desastres y se sufre de la improvisación, aunque no se reconoce.
Maestros, directores, padres, madres, abuelas y niños representando a las comunidades escolares de San Juan (I y II), Aguas Buenas, Guaynabo, Carolina y Vega Alta junto a otros solidarios participantes, entre los cuales había estudiantes universitarios de Educación y Trabajo Social, alumnos de la Escuela Secundaria de la UPR, docentes universitarios, empleados y otras personas interesadas, participaron de un ejercicio de diálogo, discusión y afirmación digno de emular y que sin duda marca la tónica para otros encuentros.
Conocimos historias de niños y niñas que asumieron junto a sus padres y madres ser protagonistas conscientes del reclamo para que abrieran sus escuelas y vivimos la solidaridad agrandada de miembros de la comunidad universitaria.
En el encuentro se trataron temas de emergencia y de urgencia a la vez, y se propusieron acciones concretas: organización permanente; redes y brigadas de apoyo entre escuelas; repensar el puesto de secretario del DE y sus funciones; emular las acciones exitosas de las comunidades que han logrado la apertura de planteles; mantener la participación activa en los medios; desobedecer directrices sin sentido y reinventar las reglas. Otra dimensión del encuentro fue discutir las perspectivas de la crisis que se manifiestan de maneras diversas en las distintas comunidades y que requieren acciones diferenciadas de parte de la gerencia del DE.
“Tenemos mucho que aprender”
Si bien es cierto que hace 89 años no se sufría una devastación igual, no menos cierto es que muchos países cercanos a nuestra latitud y semejantes en topografía y cultura sí tienen documentado sus aprendizajes en desastres de gran escala y de ellos tenemos que aprender. Entre la creencia de que “somos una tierra bendecida” y apostarlo todo a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) nos podemos quedar atorados en una trinchera muy débil.
Los conformes deben recordar que se ha jugado mediáticamente con los números de las escuelas que abrirían; que las que queden cerradas son un reto prioritario para el gobierno y para que la ciudadanía sea vigilante y exigente. Por eso las propuestas de las comunidades escolares deben escucharse y reconocerse así como sus historias de éxito cuando algunas de ellas lograron organizarse y lograron su reapertura. Recordemos además, que sin sistema educativo público no hay sistema educativo privado, porque la clase trabajadora está ahora más devastada que nunca y necesita educación accesible, libre de costo y de excelencia.
Por otra parte, hay que reconocer el empuje de nuestros egresados en su desempeño como líderes e intercesores del aprendizaje y desarrollo de sus estudiantes como una evidencia poderosa para cualquier acreditación de programa de preparación de maestros. Pero estos mismos maestros – cientos de ellos con nombramiento transitorio- están a riesgo de quedar sin trabajo. Sin maestros que formar, se termina nuestro taller de trabajo en las universidades, en la UPR y en las privadas también.
El Gobierno de Puerto Rico, a través del Departamento de Educación, debe ocuparse de la seguridad en las escuelas balanceando ese deber con el deber de informar toda gestión que se maneje con fondos públicos, no entorpecer o ignorar la labor de los directores y no encarecer recursos. Mientras la devastación aún cobra vidas, muchas comunidades escolares apenas sobreviven como pasa con el Barrio Dulce en Caimito Bajo y gran parte de las escuelas de las áreas rurales y urbanas de altos niveles de pobreza.
Otras han podido torear la burocracia y las reglas y han sumado recursos de su municipio como lo ha hecho CROEM en Mayagüez y Escuela del Albergue Olímpico en Salinas. Algunas se han alzado participando en los medios noticiosos y articulando manifestaciones bien organizadas como la Elemental Luis Llorens Torres de ese residencial sanjuanero y la Antonio S. Pedreira de Puerto Nuevo. Pero muchas otras, como la José Santos Quiñones en Canóvanas, aún esperan por reparaciones para poder comenzar.
El Proyecto Inducción al Magisterio de la Facultad de Educación, que trabaja de cerca con maestros egresados, apoya la lucha de nuestros maestros y comunidades en este asunto de los cierres y desautorizaciones de escuelas. Aquí lo más importante es alimentar el tejido socio-comunitario que forma nuestras escuelas y por ende la sociedad. Este es un factor protector para todos y todas. El norte del DE debe estar en fortalecer las escuelas eliminando la burocracia que entorpece la apertura de planteles escolares que han demostrado estar listos.
La crisis que se ha arrastrado por años y que hoy amenaza y lacera la educación pública, nos tiene que convocar como docentes a actuar para incidir en las políticas y prácticas en materia de educación primaria, secundaria y superior sin evadir el debate público con gremios magisteriales, funcionarios del DE y la Legislatura, y miembros de la academia nacional e internacional.
El escenario de la deuda pública y la situación de precariedad económica son las excusas para el desmantelamiento de la educación pública primaria y secundaria así como la universitaria, que permitiría a intereses mercantilistas manejar lo que es internacionalmente reconocido como un derecho humano.
Un gran problema es que el poder no reside en quienes sufren las crisis “bien duro”, por eso cuando descubren su poder y bien despiertos se levantan, los de arriba tiemblan. Los educadores que protestan quieren que los de arriba despierten y asuman con responsabilidad y sin excusas, su deber ministerial.