En Estados Unidos no para de sonar el plan de Obama, en Puerto Rico se alborota el gallinero cada vez que surge una propuesta nueva del CAREF (el llamado Comité Asesor de Reforma Económica y Fiscal creado por Luis Fortuño) y recientemente Europa ha empezado a crear controversia al poner cierta resistencia a las peticiones de EEUU para que dé más dinero para subsanar lo que es ya una crisis económica mundial. Pero si de crisis mundial se trata, ¿en dónde quedan los otros países y continentes? ¿Cuál es la situación en ese nuevo monstruo del mercado alias China? Es más, ¿qué pasa con esos países europeos al este como Hungría, Eslovenia y Latvia quizás menos esplendorosos que sus hermanos occidentales pero no menos susceptibles a la crisis? Con esta preocupación en mente se celebró la conferencia “The impact of the financial crisis on the Emerging Market Economies” (“El impacto de la crisis financiera en las economías de mercado emergentes”) llevada a cabo en la Universidad del Sagrado Corazón (USC) y en la que el economista Hunter Clark disertó sobre estos mercados que “de hecho se han vuelto menos riesgosos (para la inversión) que las corporaciones estadounidenses”. “Hemos estado muy enterados de lo que pasa en Puerto Rico, Estados Unidos y la Unión Europea (…) pero los mercados emergentes representan sin duda el futuro” señaló José Jaime Rivera, presidente de la USC. Además destacó el que esta discusión permite ver “como nuestra situación está reflejándose en otras partes del mundo” lo que a su vez posibilita una reflexión más informada sobre la dimensión de la crisis. Por ejemplo, según Clark, quien trabaja para el Banco de la Reserva Federal en Nueva York monitoreando las economías emergentes y posibles situaciones de riesgo, “Asia se enfrenta a una desaceleración económica mayor, incluso China e India” países que en los últimos años se han perfilado como los dos próximos gigantes del comercio internacional.
Esta desaceleración económica va atada a una desaceleración en el comercio global lo que afecta a China particularmente al ser uno de los más grandes productores de bienes en el mundo. A su vez al verse afectada económicamente China podría aumentar sus precios lo que tendría una repercusión mundial. Otros problema que enfrenta es inestabilidad en el mercado de propiedades doméstico, el crecimiento del crédito, y la falta de políticas en torno al cuidado de la salud y la seguridad social. Aún así China cuenta con ciertas ventajas para sobreponerse a la crisis: “todavía cuentan con el control de sus bancos” por lo que tienen “más habilidad para controlar el crecimiento”. En adición el país de Confucio tienen en efecto un plan mayor de estímulo y ciertamente el dinero para sostenerlo al contar con cerca de dos trillones de dólares en reserva, además de una menor dependencia en exportaciones lo que lo hace menos vulnerable a los flujos e inestabilidades en el comercio internacional. Si bien los otros países asiáticos no comparten este mismo tipo de fortalezas, según Clark, siguen estando “relativamente menos expuestos a la crisis” que otras economías en gran medida porque los bancos privados han invertido más en Europa y Estados Unidos que en estas áreas.
Sin embargo, eso no es algo que se pueda decir de Europa del Este donde un alto porciento del sistema bancario es propiedad de bancos extranjeros, por lo general del Europa Occidental, precisamente los que ahora enfrentan una crisis económica. Resaltan en particular el caso de Latvia y Estonia, donde el 80% de los prestamos son en moneda extranjera, lo que significa que al devaluarse la moneda local con la crisis económica global aumenta automáticamente el valor del préstamo. Lituania Hungría, Polonia y la República Checa viven situaciones similares. Mientras que Eslovenia y Eslovaquia tuvieron la suerte de haber cambiado su moneda al euro antes de la crisis por lo que no confrontan este problema relativo a la fluctuación de las moneda nacionales. Aún así el crecimiento económico, el aumento en el volumen de exportaciones y el tamaño de las reservas nacionales, en adición a la disminución de la deuda externa que se experimentaron en las economías de mercados emergentes en general (desde Asia hasta Europa) hicieron que los gobiernos de estos países se enfrenten ahora a la crisis con cierta fortaleza. Por tanto, en opinión de Clark, lo que resta por verse, más que la estabilidad y el balance fiscal en los gobiernos y presupuestos nacionales de estos países, es el que “encuentren una forma de ayudar a sus sectores privados”.