Desde el 1919 hasta el 2015 generaciones de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico se han quejado y reclamado lo que en sus respectivos tiempos consideraron necesario para la defensa y fortalecimiento de la calidad y accesibilidad de su educación universitaria.
A continuación se desglosan los procesos de protesta del primer centro docente del País que se han llevado a cabo a través de un siglo de historia.
El principio
Al principio la queja estaba ausente. No se protestaba. Los alumnos solo tomaban sus clases y limitaban sus participaciones extracurriculares a las actividades oficiales y auspiciadas por la administración universitaria. Una de las actividades más populares lo fueron los concursos de declamación en inglés. Aquellos eran tiempos donde el inglés se imponía y la administración universitaria lo celebraba.
De hecho, la primera organización de políticas institucionales fue nombrada en inglés. Se trataba del Student Faculty Council, el primer consejo de la universidad creado en febrero del 1916. Este cuerpo estaba conformado por miembros de la facultad, el decano y cinco estudiantes y se dedicaban a velar por la armonía entre el profesorado y el estudiantado.
Durante la primera década y media desde la fundación de la Universidad en el 1903, no había movimientos, fiscalización ni reclamos. En el 1918, Antonio S. Pedreira, entonces estudiante de este centro docente, criticaba a los estudiantes por ser pasivos y aniñados. En varias ocasiones, Pedreira expresó que el estudiantado era indiferente e impotente para la acción colectiva.
Sin embargo, todo empezó a cambiar. La generación de Pedreira fue pionera en la participación cívica. En dos ocasiones enviaron cartas al Gobierno de Puerto Rico abogando por extender el derecho al sufragio a las mujeres, protestando por la imposición del inglés y pidiendo la libertad política de Puerto Rico.
Esta primera incursión de los estudiantes en asuntos de política fue mal vista por los poderes institucionales de la Isla y por consiguiente contó con represiones y amenazas. Por ejemplo, el Comisionado de Instrucción Pública, Paul G. Miller hasta amenazó con no graduar a estos alumnos. El 17 de enero de 1919, Miller publicó una comunicación en el periódico Porto Rico Progress que leía: “No aprobaré la nominación de las juntas escolares de personas cuya lealtad a los Estados Unidos está en duda”.
En la universidad la represión también se sintió. Esto desató que se crearan tres protestas estudiantiles en el 1919. Las tres fueron diplomáticas. Fueron a través de cartas y diseminación de volantes. No fue hasta el 1921 cuando se desató la primera protesta física que contó con distintas manifestaciones en espacios públicos. Por primera vez se había realizado un piquete en la UPR.
En los años 20 los alumnos se empezaron a organizar y agrupar. El cuerpo estudiantil empezaba a robustecerse y a prepararse para el primer proceso de protesta prominente de la Universidad en los años 30.
Proceso de Protesta durante los años 30
Los estudiantes en los años 30 no estaban complacidos. Entre las opiniones reinaba cierto escepticismo en especial porque muchos concluían sus estudios y terminaban desempleados. Según un estudio realizado en el 1932 por José Gueits, el 55.6% de los ex alumnos de la Universidad estaba desempleado.
La desesperanza y la incomodidad del alumnado se empezaba hacer patente en las publicaciones estudiantiles que empezaron a proliferar por aquellos años. Entre estas publicaciones se encontraba el periódico ABC Universitario, Ámbito, El Cuko, y quizás el más influyente, Vórtice.
Vórtice era un periódico que venía cargado con una ideología nacionalista. En una ocasión publicaron una serie de artículos condenando las deficiencias del sistema educativo bajo el régimen colonial. Cabe destacar además, que una de las figuras más importantes dentro de Vórtice fue Antonio Colorado, quien fue presidente de la Juventud Nacionalista.
Las publicaciones estudiantiles fueron vitales en el desarrollo de la militancia entre los alumnos. Estas fueron el catalítico que desató la efervescencia del movimiento estudiantil. El primero de diciembre de 1932 se fundó la Federación de Estudiantes de Puerto Rico. Este grupo tenía muchas influencias del Partido Nacionalista y culpaban al régimen colonial de Estados Unidos en Puerto Rico de ser la causa de las deficiencias de la educación universitaria.
Según apunta Isabel Picó en su tesis doctoral, a través de la Federación de Estudiantes de Puerto Rico, el Partido Nacionalista logró imprimir su carácter ideológico y su patrón de militancia en el movimiento estudiantil de la Universidad.
El 20 de octubre de 1935 Pedro Albizu Campos dio un discurso haciendo un llamado a los estudiantes a participar de la militancia. Y así fue. Entre 1935 y el 1938 las protestas estudiantiles estuvieron subordinadas a la lucha por la libertad política de Puerto Rico. La lucha estudiantil estaba aunada a la lucha del Partido Nacionalista
Esta realidad era contradictoria a lo que había sucedido años atrás, en el 1933. En septiembre de ese año la Universidad experimentó su primera huelga. Los estudiantes protestaron por el nombramiento de Rafael Alonso Torres como miembro de la Junta de Síndicos. Aunque en esta protesta se reclamó autonomía universitaria y mayor representación estudiantil y docente en el gobierno de la Universidad, el nombramiento de Alonso Torres fue el elemento más repudiado. El disgusto se debía a que Torres era líder del Partido Coalicionista de Puerto Rico y los estudiantes querían una Universidad libre de influencias políticas.
Alonso Torres era considerado conservador y burócrata y eso a los estudiantes no le gustaba. De hecho en las publicaciones estudiantiles se empezaba a denunciar el carácter burgués de la Universidad y se criticaba el elitismo de las fraternidades y sororidades del centro docente.
No obstante, cabe señalar que esto no significa que habían tendencias socialistas definidas en la Universidad. Aunque la Juventud Socialista se creó en el 1933, su influencia fue tan escasa que no merece ser reseñada, apunta la tesis de Isabel Picó.
Los procesos de protesta durante la década de los 30 sentaron las bases de la organización estudiantil, instauraron una cultura de fiscalización y protesta entre el estudiantado y, por último, abrieron el camino para la creación de los consejos estudiantiles en el 1941.
La Protesta del 1948 y la mordaza
En la década del 1940 el debate del idioma era el tema del momento en Isla. La lengua era uno de los elementos que creaban fricción entre EE.UU. y Puerto Rico en especial a partir del 1945, cuando el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, vetó el proyecto del Senado de Puerto Rico que pretendía establecer el español como el idioma de la enseñanza.
En aquella época la hegemonía de los Estados Unidos era cada vez más contundente, especialmente luego de la Segunda Guerra Mundial. En Puerto Rico, mientras tanto, se agudizaba el sentimiento independentista. En el 1946 se fundó el Partido Independentista en la Isla y el liderato en pro de la independencia se hacía cada vez más visible en la UPR. Precisamente en el 1946, surgieron tres periódicos estudiantiles en el Recinto de Río Piedras bajo el liderato de varios líderes independentistas –entre ellos estaba Juan Mari Brás, quien entonces era estudiante.
Así como el independentismo iba ganando popularidad en la UPR, también se iba fortaleciendo el sentimiento de repudio y censura hacia los movimientos políticos independentistas de parte de la administración universitaria y del Gobierno de Puerto Rico.
Otro asunto que creaba aspereza entre los alumnos y la administración era la presencia del ROTC en la Universidad, establecido desde el 1919. Desde entonces todos los estudiantes hombres estaban obligados a cursar este programa de milicia que contaba de clases y entrenamiento bélico.
En el 1935, la Juventud Liberal, reunidos en asamblea pidieron la eliminación del programa del ROTC. Sin embargo, esto no sucedió. En la década del 1940 el tema de la guerra era sonoro y conflictivo. En aquellos momentos, miles de puertorriqueños estaban siendo enviados a las guerras en las que participaban los Estados Unidos dado que el servicio militar era obligatorio.
Tanto el asunto con el idioma, el servicio militar obligatorio, el ROTC, y la censura en contra de las manifestaciones de los estudiantes provocaron que la paciencia del movimiento estudiantil empezara a colmarse. Sin embargo, la gota que colmó la copa sucedió el 15 de diciembre del 1947. Ese día se bajó la bandera de los Estados Unidos del asta que está al lado de la Torre del Recinto de Río Piedras y se sustituyó por la bandera puertorriqueña. Tras el suceso, la administración universitaria resolvió castigar a Juan Mari Brás, José Gil de Lamadrid, Antonio Gregory Schmidt, Pelegrín García y a Jorge Luís Landing, entonces presidente del Consejo General de Estudiantes. Los expulsaron y se prohibió la participación de Pedro Albizu Campos en un evento de la Universidad.
Tras el incidente se desató un proceso huelgario intermitente. La administración de Jaime Benítez, enfrentó las protestas con represión. Hubo más de 400 estudiantes expulsados, cientos de arrestados, y las manifestaciones quedaron prohibidas.
Los estudiantes no podían repartir volantes, reunirse o expresar públicamente nada que fuera en contra de la administración universitaria o del régimen colonial en la Isla. Aquellos eran tiempos de mordaza.
De hecho en el 1948 se estableció en Puerto Rico la ley de la mordaza que validó la intolerancia hacia el independentismo, y en el 1950, Benítez Rexach eliminó los consejos estudiantiles en la Universidad.
Como resultado, en la década del 1950 los alumnos empezaron a reclamar una reforma universitaria y en el 1956 se fundó la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI).
Protestas de los 60. Los estudiantes quieren al ROTC fuera.
El asunto del ROTC aún estaba sin resolver. Aunque para inicios del año académico del 1960 ya no era obligatorio que los estudiantes cursaran el programa del ROTC, la mera presencia de este cuerpo militar en la Universidad era un asunto de debate.
De hecho, antes de que comenzara el año académico, el 28 de junio de 1960 la FUPI inició una campaña en contra de la presencia del ROTC. La campaña hizo tanto ruido que en septiembre del 1961 se le empezó a dar protección policiaca a los cadetes del ROTC para evitar disturbios.
Con el paso del tiempo el proceso de protesta se desató y fue reconocido por haber sido uno donde la mayoría de los enfrentamientos fueron entre los estudiantes mismos. En gran medida, la lucha fue caracterizada por los choques entre agrupaciones estudiantiles de la Universidad.
Los grandes antagonistas fueron la FUPI y el grupo anexionista FAU (Frente Anticomunista Universitario). Ambas organizaciones tuvieron varias confrontaciones físicas en el Recinto de Río Piedras. Cuando una de ellas hacía piquete, la otra respondía con un contra-piquete.
Por ejemplo, el 6 de septiembre de 1963 había regresado el profesor y poeta José María Lima. Él llegaba de un viaje que hizo a Cuba en el cual se declaró marxista. Ante su llegada el FAU realizó un piquete repudiándolo. La FUPI por su parte organizó un contra-piquete simultáneo que repercutió en una confrontación violenta entre ambos bandos. Tres días después volvió a ocurrir otra confrontación entre la FUPI y el FAU. En esta trifulca intervino la Fuerza de Choque y no impidió que al día siguiente estos dos grupos estudiantiles volvieran a enfrentarse.
Quedando establecida la enemistad entre estos bandos, la FUPI y el FAU continuaron enfrentándose, algunas veces con palabras, otras con violencia. El evento más reseñable sucedió el 4 de mayo de 1967. Ese día la FUPI organizó un piquete frente al Teatro UPR en contra de la presencia del ROTC. Como respuesta ya acostumbrada, el FAU realizó un contra-piquete. La confrontación se elevó y los ánimos se caldearon. En medio del conflicto miembros de la FUPI, enfurecidos, corrieron y llevaron la protesta al campo atlético del recinto donde se estaba llevando a cabo una ceremonia oficial del ROTC que luego no pudo continuar. A partir de los sucesos de este día se suspendieron a 52 estudiantes.
Las suspensiones hechas por la administración de la Universidad fueron vistas como medidas de represión que buscaban acallar la protesta en contra del ROTC. Sin embargo, no lo lograron. Las protestas continuaron y otros sectores respaldaron la lucha.
El Senado Académico sugirió suspender los ocho créditos electivos del programa militar, por su parte, el Consejo General de Estudiantes pidió la salida del ROTC, mientras que el rector del Recinto de Río Piedras, Abraham Díaz González se unió al reclamo y pidió el cese de la actividad militar en el campus. Fuera de la Universidad, el Partido Independentista Puertorriqueño se mostró en contra del ROTC al igual que el ex gobernador, Roberto Sánchez Vilella.
No obstante, hubo quienes se mostraron a favor de la permanencia del ROTC. Entre estas personas estaba el entonces senador novoprogresista Juan Antonio Palerm, José Arrarás, rector del Recinto Universitario de Mayagüez, y sin olvidar, Jaime Benítez Rexach quien desde el 1966 presidía a la UPR.
Así las cosas, las protestas continuaron. Varios estudiantes resultaron heridos, hubo carros quemados, y hasta se encontraron bombas en las inmediaciones del ROTC y en la Torre del Recinto de Río Piedras. Las bombas molotov se utilizaban en aquel entonces y también se realizaban sit-in –modo de protesta que empezaba a popularizarse en la UPR y que estaba muy de moda en la Universidad de Berkeley.
No obstante las protestas, el 21 de noviembre del 1969 el Consejo de Educación Superior (CES) aprobó la permanencia del ROTC en la Universidad. Diversos sectores de la Universidad reclamaron ante la decisión y Jaime Benítez respondió que la determinación del CES era inapelable y que debía ser respetada. En ese entonces, más que nunca, los sectores de la universidad entendían la necesidad de mayor autonomía universitaria. Más aún cuando en diciembre del mismo año Abraham Díaz González, rector del recinto de Río Piedras, fue destituido de su cargo tras pedirle al CES que revisara su decisión respecto a la permanencia del ROTC en la Universidad.
Las protestas continuaron. Las consignas iban y los arrestos venían. Las marchas seguían, y la violencia no se ausentaba. El fuego se encendía y las balas salían, y una de esas balas llegó donde Antonia Martínez Lagares. Fue el 4 de marzo del 1970, cuando la estudiante de educación murió tras ser baleada mientras observaba la protesta desde un balcón en la Avenida Ponce de León.
La huelga no podía continuar. El incidente con Antonia prácticamente marcó el fin del conflicto. Se realizó un referendo y poco más de la mitad de los estudiantes votó a favor de la salida del ROTC de la Universidad. De inmediato el cuerpo militar fue trasladado de manera interina a la base de Buchanan.
El alza del 1981
Tras unos años de aparente calma, resurgió el conflicto. Y es que las cosas cambiaban de color, la economía sufría cambios; cambios negativos los cuales trajeron consigo una ola de ideas para enfrentar la situación. Waldemiro Vélez y Fernando Picó concurren en que aquellos eran tiempos en los que el pensamiento neoliberal empezaba a introducirse en Puerto Rico. Los recortes al presupuesto de agencias públicas y la privatización de ciertos servicios era la novel moda de entonces.
Nada peor que recortar al presupuesto de la universidad. Este habrá sido el pensamiento de los estudiantes universitarios en el año 1981. Sin embargo, pasó. Esta fue la medida paliativa que se quería implantar para luchar contra la crisis económica.
Se empezó a protestar, además de por el alza en la matrícula, por la autonomía universitaria. El sentido de pertenencia estaba presente entre los estudiantes que lidiaban con la inseguridad de saber cómo costearían sus estudios una vez el alza se llevase a la acción. Lo había dicho el entonces presidente de la universidad para el año 1980, Ismael Almodóvar, esta era una década económica difícil. Para completar el panorama, la acreditación de la Middle State Association (MSA) estaba en peligro. Todo esto sucedió en enero de 1981.
Para los estudiantes era inaudito triplicar el costo de la matrícula. Por esta razón los estudiantes dieron paso a la huelga en abril de 1981, sin embargo, el alza se implantó unos meses después. En julio de 1981 la matrícula pasó de costar $5 a costar $15. Esto causó que se desataran las primeras marchas contra el aumento ya implantado. Tres marchas en el mes de agosto de ese mismo año y el 3 de septiembre se decretó un paro de 5 días en el que 7,000 estudiantes participaron. Debido a esto se suspendieron las clases del 5 al 14 de septiembre. El 15 de septiembre se paralizan las labores administrativas y docentes en la universidad y se suspendieron las clases por una semana.
El 29 de septiembre la situación llegó a extremos inesperados, una marcha con disparos incluidos. Suspendieron las clases por 23 días. Muchos números hasta el momento. Lo cualitativo llegó meses más tarde, el 22 de octubre reabrió el recinto con policías adentro. El 27 de octubre entraron estudiantes sin autorización al recinto y unos días más tarde la administración suspendió las clases por 9 días.
Operación Limpieza: así se le llamó al operativo del 29 de noviembre bajo la orden del gobernador Carlos Romero Barceló en el que se incluyó una dosis de disparos, piedras y bombas durante una hora, según lo reseñó El Nuevo Día. Este suceso precedió la asamblea que se celebró al día siguiente. Sin embargo, hubo poca asistencia y pocos estudiantes asistieron a clases. Tras las protestas se suspendieron a 32 estudiantes.
En consecuencia, el 1 de diciembre se consideró suspender el semestre. No ocurrió. El 7 de diciembre arrestaron 6 estudiantes; el 8 arrestaron 3; y el 9 de diciembre suspendieron 15.
Entonces la huelga de hambre. Cuatro estudiantes se sometieron a la restricción de alimentos. Ya en febrero del entrante año la huelga llegó a su fin. El resultado, además de todas las cifras antes expuestas: se creó la política de no confrontación y se incentivaron ayudas económicas.
Esta es la primera de dos partes de este reportaje especial. Para leer la segunda parte pulse aquí.