Una imagen puede convertirse en mil cuentos. Así funciona la imaginación de la novelista española, Almudena Grandes, que de una manera jocosa, explicó los momentos más importantes de su vida como autora, así como las facetas de un novelista y sus diversos miedos.
La autora se presentó ayer en el Festival de la Palabra y fue invitada a hablar sobre sus libros como Las Edades de Lulú, libro erótico que ganó el premio La Sonrisa Vertical y que ha sido traducido a 21 idiomas, El Corazón Helado y Seres Difíciles.
La escritora de ocho novelas publicadas, aseguró que se encuentra en un proyecto haciendo unas series de ficción sobre España durante el franquismo y aseveró que no terminará hasta el 2020.
“Me crié en el franquismo y fui educada por monjas. Cuando vi una foto de una mujer desnuda en la revista española Hola, le pregunté a mi madre quién era y porqué estaba desnuda”, explicó Grandes con una sonrisa en su rostro.
Según continúo la anécdota, su madre le explicó que era Josephine Baker y que su abuela la vio bailar en un teatro en Madrid.
“Me pareció increíble. Yo descubrí que el progreso no es una línea recta. Demostraba que mi abuela era la más moderna de las tres. Me pareció algo perverso”, agregó.
Esta experiencia la llevó a investigar el tema de la memoria para comprender la verdadera historia de la vida de su abuela. Pronto esa indagación se convirtió en su novela El Corazón Helado, una historia de dos familias en dos países diferentes y su protagonista, un hombre de 40 años, que pierde su padre y descubre que su familia no era como se la habían contado. La autora describe la novela como un escrito de memoria que cuenta el sentimiento de un español en el siglo 21.
“Me entregué como se entrega un niño a un videojuego, un proceso un tanto enloquecido. No buscaba historia, buscaba comprender la historia de mi país y por qué todo el mundo se creía que se lo sabía todo,” detalló Grandes.
Asimismo, la autora describió El Corazón Helado como una de las historias que más le afectó. Grandes expresó que la novela le hizo un agujero importante en su vida. Sin embargo, su sed por conocer más sobre su país, la historia que la llevó a indagar sobre la memoria de un siglo, fue suficientemente fuerte como para inspirarla a hacer el proyecto de las series de ficción de su patria.
“Es mejor equivocarse a repetirse”
Grandes también habló sobre el momento más importante de su vida literaria, el que describió como revelador.
“Iba paseando con mi hija y pensando en la novela Relación Humana, una de mis novelas más feministas. Tenía la sensación de que controlaba muy bien el texto y de repente me di cuenta que había escrito cuatro novelas iguales. Había escrito anteriormente sobre la chica en la movida, su familia, la sexualidad, la política, me di cuenta que agoté el tema. Sentí que no encontraría otra perspectiva, fue uno de los momentos que más me entró el pánico. Siempre tienes miedo de no poder escribir otra novela”, afirmó.
Grandes describió que en esos momentos de su vida se sentía perdida. Además, llego a considerar que escribía erradica y sin control en la novela.
La novelista comprendió durante ese proceso que su vinculación emocional con los personajes de sus escritos era muy fuerte y tuvo que ponerle fin para poder escribir historias desprendida de sus protagonistas. Cuando logró hacerlo, Grandes manifestó que sintió que su literatura comenzó a madurar.
Asimismo, la autora tuvo otra experiencia mientras veraneaba con su familia en la ciudad española Cádiz, que es el único sitio, según la escritora, que las casas son separadas por muros de más de un metro por los fuertes vientos del área. Su experiencia en esa ciudad la permitió seguir escribiendo.
“Cuando vi los muros pensé ‘esas casas son escondites. ¿A quién yo escondería ahí?’ Entonces salió una novela que abrió una puerta hacia el tipo de literatura que estoy haciendo ahora”, relató.
Del mismo modo, Grandes narró el proceso antes de escribir una novela.
“Siempre escribo a partir de una imagen. Hay que ser muy cotilla [entrometido]”, dijo la novelista al tiempo que comenzó a reírse.
“No sé cómo lo dicen aquí, pero hay que ser cotilla para encontrar mucho material. También hay que tener mucha memoria, para poder recordar todo lo que se encontró y sobretodo haber sido un niño fantasioso”, agregó.
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