Estructuras del siglo XVI hasta el siglo XXI se enfrentan cara a cara en la ciudad capital, como un duelo entre distintas épocas simultáneamente armonioso. Observar el diseño arquitectónico que allí predomina, representativo de los siglos XV al XIX, es capaz de transportar a cualquiera al pasado, reflexionando sobre este espacio histórico.
Pero, ¿qué realmente simboliza cada espacio del Viejo San Juan? ¿Cómo hablan sus paredes y cada uno de sus edificios? San Juan Oculto: La ciudad antigua desde otras miradas es una propuesta de recorridos que buscan contestar esas preguntas, publicada por la Fundación San Martín de Porras en colaboración con el Proyecto CIUDAD. Esta fue creada en el 2008 y es dirigida por el historiador y profesor Jorge Lizardi, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Según el profesor, “San Juan es una ciudad que se ha ido construyendo un nivel sobre el otro y va creando sobretodo muchas sorpresas, contrastes, contradicciones, tensiones y lugares de armonía”. El propósito de los tres recorridos, organizados desde perspectivas teóricas distintas, es que el caminante logre reconciliar las distintas facetas históricas de la ciudad capital a través de la observación de sus estructuras.
“Oculto es la trampa, es la manera de captar la imaginación. Nosotros que estudiamos arquitectura, que estudiamos urbanismo, miramos la ciudad desde una manera muy distinta. Para nosotros la ciudad se convierte en un lenguaje, dialogamos, leemos esa ciudad. La idea de ese proyecto es compartir esas maneras de mirar”, explicó Lizardi.
Al comenzar la caminata en la calle Tetuán, la primera parada es frente al edificio que ocupa el Banco Popular, construido en la década de 1920. Le sigue unos pasos más arriba la Cámara de Comercio, que se impone con grandes columnas como símbolo de poder de las instituciones financieras.
Mirando hacia la bahía, se ubica la residencia donde nació el primer diputado criollo a las Cortes de Cádiz entre el 1810 y el 1814, Ramón Power y Giralt. A pesar de su importancia, su localización algo escondida puede causar que pase desapercibida. La estructura posee un balcón corrido con barandal de herrería que marca el centro de la casa y que sirve como uno de los ejemplos de los tipos de balcones en el Viejo San Juan.
Es en el último tramo de la calle Tetuán donde más se oponen el presente y el pasado. Allí, se encuentra la capilla del San Cristo de la Salud, construida entre 1750 y 1760. La fachada es de las pocas en la ciudad que se conserva casi en su totalidad, dato que se confirma al observar detenidamente su estructura.
Al lado izquierdo de la Capilla, el Parque las Palomas es perfecto para reposar unos minutos. En sus principios, el espacio no fue concebido con este propósito, pues estuvo antes ocupado por edificios que fueron demolidos en el siglo pasado con el fin de modernizar el Viejo San Juan. Estos intentos fueron detenidos, lo que permitió la creación del parque como hoy lo conocemos. A estas paradas se les añade la Ermita de Santa Ana, antigua iglesia que aún se conserva, y la Casa del Libro, peculiar por sus patios interiores.
El Palacio de la Real Audiencia, el Palacio Rojo y el Palacio de Santa Catalina, en la calle Fortaleza, originalmente fungían como castillos medievales y fueron remodeladas hasta convertirse en mansiones para los gobernadores españoles, estadounidenses y eventualmente, puertorriqueños. El Palacio de Santa Catalina, conocido como La Fortaleza, es el único utilizado actualmente como residencia del gobernador de Puerto Rico. Los primeros dos sirven como oficinas administrativas gubernamentales, conciliando nuevamente el presente y el pasado.
La siguiente parada es la Catedral de San Juan, descrita por el libro de recorridos como una “especie de cebolla histórica”, debido a las constantes modificaciones hechas a través del tiempo. Sin embargo, resulta decepcionante que la entrada esté prohibida a muchos lugares que conservan su diseño original, como la escalera en espiral que conduce al campanario.
El Antiguo Convento de las Carmelitas en sus principios fue una casona donada por una viuda adinerada en 1651 y pasó por diversas transformaciones hasta convertirse en el Hotel El Convento. Su fachada principal, que presenta una enorme puerta con imponentes columnas, fue culminada en 1850. Una campana que se remonta a los orígenes del Convento es conservada todavía allí. Los techos del espacio que recibe al público conservan su diseño original, aunque evidentemente restaurados. Aún así, el sentimiento de pisar un lugar que fue utilizado con propósitos muy distintos en otra época hace de la experiencia una especial.
Al final de la cuesta de la calle del Cristo y ya casi culminando el primero recorrido, se impone la Iglesia de San José, primer templo de este tipo construido entre 1532 y finales del siglo XVII. Lamentablemente, la entrada al interior de la Iglesia fue clausurada en el 2000, pero el libro de recorridos comparte información valiosa sobre la estructura, que posee interiores góticos y bizantinos, así como exteriores renacentistas y barrocos
La última parada se hace sobre cemento y entre autos, en la Plaza del Quinto Centenario. ¿Quién podría imaginar que el suelo de la estructura, sirvió de hogar para toda una comunidad del barrio colonial de Ballajá? Una vez se reflexiona sobre este hecho y la experiencia que representa pasearse por el Viejo San Juan, el pasado vuelve al presente, la presencia de los ancestros retoma su lugar.