Un paseante nocturno en el Viejo San Juan comienza su recorrido en la calle Fortaleza con una cena en la que escucha jazz en vivo o música electrónica suave; sale y a pocos pasos cambia de ambiente en un restaurante hindú donde se toma un “martini de mangó” mientras una bailarina danza a su alrededor. Luego sube para encontrar un café teatro donde una orquesta local toca salsa, y se confunde entre decenas de personas que bailan al son del ritmo tropical. Cruza el callejón para comprar un trago por menos de $5 en el cafetín, y una o dos horas más tarde sube hasta la calle San Sebastián donde pasa un rato en “Los Hijos de Borinquen” entonando junto a un cantautor “Yo sería borincano aunque naciera en la luna”. De ahí pasa a “Dakiti” donde el ritmo del reaggetón pone a prueba su juventud y tolerancia, y termina en La Perla donde el reggaetón lo persigue pero el “feeling” es diferente. Desde “el hoyo” mira hacia arriba, ve alguna de las garitas del Morro y se siente más boricua que nunca. Aunque este relato es ficticio, su inspiración surge de la observación participante y las entrevistas que se realizaron para la etnografía Espectacularización de la ciudad histórica de San Juan, a partir de sus espacios musicales de ocio. Este devenir nocturno entre diversos ambientes y ritmos junto a la muchedumbre de visitantes del Viejo San Juan, hacen que la ciudad en lugar de momificarse –tras 500 años de historia- se mantenga vigente y vibrante. En el Viejo San Juan encontramos un collage de ambientes y una oferta cosmopolita de música, comida y baile, aunque con un fuerte anclaje local asociado al perfil histórico de la ciudad. El profesor e investigador de la comunicación, Eliseo Colón Zayas, ha reflexionado sobre cómo en la actualidad uno encuentra en la Capital “montajes que van desde la nostalgia hasta una nueva configuración de viejos estereotipos nacionales”. Añade que el anzuelo es el simulacro que cada lugar ofrece. La estilización simbólica de la ciudad se hace evidente en todas las áreas del consumo que en ella se presentan, pero especialmente en las actividades relativas al ocio y al entretenimiento. La progresiva des-materialización del consumo lo ha resignificado como una práctica hedonista, en la cual experiencias y placeres cobran vital importancia para el consumidor. Así, espacios como restaurantes y bares, se parecen cada vez más a las galerías de arte. La abundante y diversa oferta musical del Viejo San Juan, además de su eficaz convocatoria a turistas y locales, provee claves importantes sobre la supervivencia de la histórica ciudad. En las interacciones, ritualidades y socialidades que surgen en los espacios de ocio de la ciudad histórica, se encuentran diversas formas de significación, apropiación y representación de la metrópoli por parte de sus habitantes y visitantes. La música que suena en ese recorrido sanjuanero no es homogénea; lo que sí es claro es que hay una presencia musical importante. Ya sea en los restaurantes, en los pubs, los cafés teatro, las discotecas, las plazas o en los balcones de La Perla, en el Viejo San Juan siempre se escucha algún tipo de música. La mezcla de ritmos propicia que el visitante pueda asumir distintas identidades en una misma noche. La presencia de turistas en el casco histórico siempre está presente. Aparte de la diferencia en la oferta de los lugares más dirigidos a visitantes extranjeros; donde los meseros pueden llevar ropa con flores y colores intensos, el decorado puede ser más temático o la música más caribeña; la tensión más grande que se encuentra entre lo local y lo global, es el costo del consumo. “Voy a un cafetín…al bar Marrero, eso es ocasional si me quiero dar una cerveza porque es barato”, comentó una residente de la ciudad entrevistada en el trabajo académico. Sin embargo, ella misma opina que hay una apropiación de los puertorriqueños a lugares diseñados con una oferta turística que les atraigan. Podemos apuntar a un imaginario del Viejo San Juan como lugar donde se privilegia el intercambio de bienes culturales como música, baile, artes plásticas, gastronomía y moda. Sin lugar a dudas, entre el paisaje histórico y los fantasmas de un pasado colonial, en esta ancestral ciudad se vive con intensidad la experiencia urbana.