Es un día de junio de esos en los que la brea rostiza y es mejor quedarse en casita viendo el fútbol de la FIFA. Pero aquí las temperaturas chocan. Afuera, el sol es de verano boricua. A las cuatro de la tarde en una urbanización cercana a la Avenida Piñero, la humedad es insoportable, pero adentro apacigua el frío del aire acondicionado y la música que sale del estudio del Visitante —en esta ocasión usado para ensayo— apacigua más que un “limber” de frambuesa o una piragua de tamarindo.
Algo angelical se escapa del salón de grabación de Música Satánica. La Copa Mundial está a swing completo, juega Uruguay ante Inglaterra, ya Suárez anoto el primero por Latinoamérica, y aun así algo suena más duro y bonito que cualquier grito de ¡goooool!
Es Ileana Cabra cantando una bonita balada de Fito. Es Kianí Medina echándose encima una nana cubana de mitad de Siglo XX. Son las chicas del Galillo Club, que en vez de esa cosa llamada vacación de verano, prefieren la vocación. Es decir, aun alejadas de sus proyectos, se lanzan a la faena de obreras de la música, cuales eternas estudiantes de la endémica sonora que son.
“Hay un aprendizaje en esto, ahora más que en la primera vez que hicimos este espectáculo”, le dice Kianí a Diálogo Digital, sentada en un sofá afuera del estudio donde usualmente el Residente hace sus maldades.
El aire acondicionado está en high. Uruguay sigue arriba, 1-0. Kianí recuerda cómo la experiencia inicial en los predios adoquinados de la Fundación Nacional para la Cultura Popular moldeó este nuevo show, a presentarse el sábado 28 y domingo 29 de junio en el café-teatro Shorty Castro en Santurce.
“Ahora, son canciones diferentes y cada canción tiene su esencia y su cosa. El trato que le doy a cada una es diferente. Es más, aquella primera vez lo que nos dio fue una idea de lo que teníamos, pero ahora la cosa es completamente diferente”, apostilló Kianí, la cantante, la potente voz femenina del concepto plenero de Viento de Agua y de la tropa rapera de Lado Ve, la ex ruiseñor de Cultura Profética, la prima del saxofonista Billy Carrión, la hermana del spoken-worder Medina Carrión, la hija del versátil Jerry Medina.
“Sinceramente, para mí esto todo es una evolución. Trabajo distintos géneros musicales y con diferentes grupos y es retador. He tenido ese privilegio y siento que cada vez crezco como artista. Imagínate ahora con esto, donde escojo las canciones que quiero, las que me tocan y con la ayuda de Bebo las adapto a mí. Es fuerte, pero es bien gratificante”, acotó con esa sonrisa que ya se ha vuelto su marca de fábrica.
Bebo es Jorge Rivera, el virtuoso pianista que dirige a estas dos jóvenes en tan complicada pero gozosa empresa, el balance musical de Fofé Abreu en Los Fetiches, el profesor universitario de la ‘Inter’, y con quien se hablará más adelante.
“Acho, Inglaterra empató…”, dice Ileana, pucherito de tristeza en su rostro, al salir del estudio luego de ensayar algunas canciones con Bebo y el resto de la banda mientras Kianí hacía la entrevista.
“Eso no es na’. Ya verás”, responde Kianí, cual escena de la pitonisa en The Matrix. A los pocos minutos, el baterista Ismael Cancel anuncia que Suárez marcó el del desempate y todo vuelve a ser bello.
Preguntarle a Kianí cómo nació este invento con la PG-13 sería un chin clichosito. Ellas son panitas desde hace tiempo y, para colmo, el destino las tiene entre las voces líderes de la canción de su generación.
Además, hay pedigrí de sobra.
Kianí se crió entre ‘Batacumbele-Cum-Batás’, ‘tripiosas’ trombas de trompetas y el majestuoso galillo de Jerry; Ileana cuenta con la esquina musical bohemia de su abuelita y de su madre Flor, y con el fracatán de música que sus hermanos le han tatuado, desde la salsa gruesa que le vacila a su hermano Gabriel y el rap noventoso que le gusta a René, hasta la biblioteca musical que en su mente tiene desde pequeño Eduardo Cabra, uno que brincó y saltó bastante con el ska de Kampo Viejo y con el world music de Bayanga antes de tener Grammys hasta en el baño.
“Ah y también con lo de DJ Wákatela, ahí he podido ver un montooooooón más de música. Los viajes con Calle 13 también ayudan. Te digo, venimos ready”, dice la joven, aludiendo a su proyecto de DJ, a la vez que confiesa que “para mí un ambiente íntimo como el de este espectáculo me da más cosita que una multitud”.
“Pero ahí es que es, me gusta el reto. Eso es mental, de eso salimos rápido”, sonríe.
“Lo que viene es tremendo mazacote”, irrumpe Bebo Rivera, quien para este proyecto les tiró la batiseñal a panas como el bajista Luis Rodríguez, el baterista Efraín Martínez, el trombonista Arturo Vergés y el percusionista Jafet Murgia. Cancel también participará en la batería y en la percusión.
“La cosa se me ha complicado, pero yo gozo con la oportunidad de expandir el concepto. No tan solo hemos escogido canciones de antaño, como la otra vez, sino que también hay canciones que han sido importante en la formación de Kianí e Ileana como artistas, como personas. Exploramos la música de mitad del Siglo XX, pero hay cosas de los 80s, 90s, 2000. Hay mucho gozo”, acotó.
El que va a gozar es el público. La voz hace rato que anda suelta por las redes sociales y se le aconseja a la gente que avance a buscar sus taquillas en Len T. Juela Vintage, Abracadabra Café, Viera Discos o prticket.com. Supimos también que aparecerá una voz sorpresa masculina. Claro está, en el teatro habrá aire acondicionado, para este calor de verano boricua. Y, seguramente, Ileana y Kianí marquen goles con sus voces, en baja y relax. Después de todo, ellas andan de vocaciones.