El manejo de casos de menores maltratados en Puerto Rico, fue puesto en tela de juicio por expertos, en el documental De hogar en hogar: el camino de los no adoptados, publicado en Diálogo hace poco más de dos meses. En esa ocasión, ningún representante de la Administración de Familias y Niños (ADFAN), encargada de investigar y brindarle protección a los menores víctimas de maltrato en el País, estuvo disponible para entrevista.
Pero hace varias semanas, finalmente, tuvimos la oportunidad de conversar con la licenciada Vanessa Pintado, administradora de la ADFAN, sobre el estado y el trabajo que realiza esa dependencia del Departamento de la Familia (DF).
El pasado mes de julio, de hecho, el DF divulgó el Perfil de Maltrato de Menores en Puerto Rico, un estudio realizado por primera vez a nivel Isla que sacó a la luz pública información alarmante en cuanto a la cantidad de casos de maltrato de niños y jóvenes.
De acuerdo a los hallazgos, en el año fiscal 2012-2013 se identificó que en 7,847 denuncias de maltrato de menores existía fundamento necesario para realizar una investigación y que, en efecto, esos menores estaban sufriendo algún tipo de abuso. Se concluyó, además, que 9.6 menores por cada mil son víctimas de maltrato en la Isla.
Según explicó Pintado, cuando el DF recibe un referido a través de la línea de maltrato, se le realiza a esa persona una entrevista estructurada que incluye preguntas sobre las prácticas de crianza de la familia hacia el menor, el comportamiento del niño o joven en la comunidad y el comportamiento de su familia, entre otras, para determinar si existe fundamento para investigar el caso.
El DF tiene criterios establecidos para identificar qué tipo de maltrato es el que está sufriendo el menor, si es, por ejemplo, negligencia, maltrato físico o abuso sexual. Cuando se determina que existe fundamento, personal de la ADFAN llega hasta la residencia del menor y, dependiendo del tipo de maltrato, se decide de qué manera se va a proceder con la familia y el menor afectado.
“Lo ideal es que no haya casos de maltrato, la alternativa es que podamos trabajar con el núcleo familiar completo. Si fuese así, se le dan servicios a ese menor en su casa con su familia. Si ese no fuese el caso, que por la magnitud del evento o porque ya se le había dado servicios a esa familia y aun así no ha respondido al plan de servicios que se le proveyó, entonces se remueve ese menor del hogar”,explicó la administradora de la ADFAN.
Aproximadamente, 5,000 menores permanecen bajo la custodia del DF, algunos camino a ser adoptados, pero la mayoría viviendo en instituciones y hogares temporeros.
Al momento, la ADFAN cuenta con alrededor de 1,200 hogares temporeros. Cuando un menor es removido de su hogar, la primera opción es reubicarlo con algún familiar, para que se mantenga ese vínculo. No obstante, Pintado lamentó que en muchas ocasiones son los mismos familiares quienes se niegan a hacerse cargo del menor o la menor.
Los menores también son ubicados en instituciones, como la Casa Hogar Manuel Fernández Juncos y el Hogar de Niñas de Cupey, que se especializan y dirigen sus recursos a poblaciones específicas. Según la administradora de la ADFAN, la cantidad de hogares disponibles es suficiente para cumplir con las reubicaciones de los menores bajo su custodia.
“Lo que hacen falta son padres y madres que atiendan a sus hijos, porque el problema principal no está ahora mismo en la falta o no de hogares”, manifestó Pintado.
“Nuestra meta no es aumentar nuestro número de niños en el sistema, nuestra meta es prevenir el maltrato, que los padres y las madres se hagan responsables de criar adecuadamente a sus hijos, que las demás ramas de gobierno nos ayuden en esto, que la comunidad, el área académica, la iglesia, se integren en la erradicación del maltrato, a eso aspiramos como sociedad, a no tener más niños en el sistema”, recalcó, antes de hablar sobre las medidas disciplinarias y las tareas en los hogares temporeros y las instituciones.
Las reubicaciones
Pero, ¿qué sucede cuando un menor quiere ser adoptado por sus encargados en un hogar temporero? Esa es una de las problemáticas que ha enfrentado el DF y que fue denunciada en el documental publicado en este medio. En ocasiones, se ha visto que, luego de que un menor ha desarrollado confianza y afecto por sus encargados, el niño o niña es adoptado por otra familia que apenas conoce. El problema, según la directora de la ADFAN, radica en que la mayoría de las veces el hogar temporero que desea adoptar no se encuentra inscrito en el Registro Estatal Voluntario de Adopción (R.E.V.A), un requisito legal que no puede ser obviado en el proceso adoptivo, y que muchas veces implica que el hogar temporero no pueda reclamar la adopción de un menor.
“Todo el proceso de adopción gira en torno al bienestar del menor, qué es lo que le conviene al menor, no a ningún adulto en particular, el proceso de adopción no es para buscarle hijo o hija a parejas que no tienen niños, sino buscarles padres y madres a niños que no lo tienen”, enfatizó Pintado,
Según la titular, la relación que existe entre un menor y su encargado en un hogar temporero, así como el tiempo que ese menor ha permanecido en ese hogar, son factores que se toman en consideración al momento de decidir si el niño o niña debe permanecer en ese hogar o si debe pasar a un hogar adoptivo. Sin embargo, esos no son los únicos criterios que se evalúan. También se determina qué familia está en mejor condición de suplir las necesidades básicas del menor, se observa el espacio físico y se evalúa la capacidad económica, entre otros aspectos.
La adopción, al menos, significa para esos menores el fin de las reubicaciones de hogar de hogar, pero para otros el cambio continúa. Según Pintado, cuando un menor es reubicado constantemente en distintos hogares temporeros, es reflejo de las marcas del maltrato en ellos.
“No confían en nadie, porque fueron tan maltratados por las personas en quienes ellos confiaban y amaban, que cuando los ubicamos en esos hogares no hay esa química, y lamentablemente hay hogares que simplemente, no tienen las herramientas para aceptarlo”, expresó la administradora. Esa problemática, también fue denunciada por expertos en el documental publicado en Diálogo. Ellos, alertaron sobre el daño psicológico que provoca en los menores el constante cambio de hogares, que se suma al daño psicológico provocado por el maltrato.
“Siempre los va a ver, y se lo reconozco, es una realidad, que estamos atendiendo con un plan agresivo de capacitación, con un esfuerzo masivo de aumentar las visitas cara a cara, pero cada niño o niña que entra al sistema trae su maleta de vida”, indicó Pintado, quien añadió que tras la remoción del menor, se debe dar un proceso de integración entre el afectado y el manejador del caso, que ayuda a determinar cuáles son las necesidades de ese menor y poder brindarle los servicios adecuados.
Afectados por la crisis económica
No hay duda que el personal de trabajo social de la ADFAN tiene mucho trabajo que hacer. Entre sus tareas, no solamente está el trabajo directo de supervisión a los menores, también tienen que investigar el entorno comunitario y realizar informes, brindar servicio a los familiares o encargados, desarrollar material de prevención de maltrato, entre otras. Para cumplir con todo ello, Pintado indicó que se ha ido mejorando la estructura de trabajo y se han desarrollado planes, donde la prioridad es la atención inmediata al menor ubicado en un hogar o institución.
En historias reseñadas por Diálogo, jóvenes que han crecido en hogares temporeros denunciaron la falta de atención de los trabajadores sociales encargados de sus casos. Un trabajador social, debe visitar el hogar donde está ubicado el menor al menos una vez al mes, aunque de acuerdo a los testimonios obtenidos de egresados de hogares temporeros, en ocasiones el trabajador social sí cumple con la visita y la redacción de un informe, pero la atención y comunicación con el menor es insuficiente.
“Nosotros aquí a nivel central, para mejorar tanto el manejo de casos como la supervisión en todos los niveles, estamos trabajando en un sistema mecanizado que se llama SINCA (Sistema Integrado de Manejo de Casos), donde todo lo que hace el trabajador social y la vida de ese menor se verá reflejado. Es una herramienta poderosa no solamente para la supervisión del manejador de caso, sino también para nosotros a nivel central dar un seguimiento adecuado y poder redirigir nuestros recursos a donde más sean necesarios”, indicó Pintado.
Pero como toda agencia gubernamental, ADFAN también ha sufrido el impacto de la crisis económica que amenaza con dejar sin fondos al Gobierno de Puerto Rico a partir del próximo mes de noviembre.
“Realmente no podríamos tener un reclutamiento como queremos, las áreas administrativas no podríamos reforzarlas, pero aquí lo mas importante es que los recursos que tenemos todos van a destinados al servicio directo, nuestra empleomanía principal son trabajadores sociales que se dedican al cuidado de los niños”, expuso la administradora de la ADFAN.
Si usted sospecha que un menor sufre maltrato en su comunidad, puede denunciarlo llamando a la línea de maltrato del DF, 787-749-1333. Aunque no existe un manual sobre cuál es la manera correcta o cómo se debe criar un niño, hay una línea telefónica de orientación en la que usted, como padre o encargado de un menor, puede recibir consejos, llamando al 787-977-8022.