
Nota: Es una opinión trillada pero no menos cierta: Las listas son arbitrarias, reflejan apreciaciones y valoraciones; gustos y desencantos. Mi mirada, activada en ese interludio entre los últimos días del año y los albores de 2009, identifica, sin orden ni jerarquía, diez eventos que me ofrecen claves para entender mi tiempo, que es, a pesar de los nubarrones, el del porvenir. 1. Año Internacional del Planeta Tierra: Las imágenes de los osos polares buscando refugios más gélidos, la lista de las especies que desaparecieron definitivamente de los inventarios de vida animal, la vida loca de temperaturas y fenómenos atmosféricos son algunos de los recordatorios puntuales y punzantes de las venas abiertas del planeta. Pero también lo son, desde la esperanza, los esfuerzos de conservación y protección del ambiente como el que realizan los estudiantes y docentes de Aguadilla que cuidan de los arrecifes; el de los chicos y chicas del recinto de Utuado que recuperan la memoria de los bosques y ríos de la altura; la publicación de Diálogo Verde el pasado abril y tantos otros proyectos universitarios que rinden tributos de respeto y alabanza a la Madre Tierra. Con el Nuevo Año, la Universidad lanza una de sus iniciativas más comprometidas con la salud ambiental: la Política Energética que no sólo busca reducir consumo sino movernos en la dirección de la independencia y generación propia de energía. Verde es el color. 2. El año del cólera. Entre dictaduras como las de Zimbawe, la reducción en la cooperación internacional y la erosión de las infraestructuras y los espacios naturales, danzan macabramente viejos flagelos. El cólera, la tuberculosis, y los síndromes de más reciente cuño como el VIH-SIDA, cortan vidas y esperanzas en los países más vulnerables. La ayuda de los cooperantes sin fronteras a menudo se ve entorpecida por guerras civiles y los ubicuos traficantes de armas y humanos. ¿Cómo romper el ciclo crítico de la desesperación y el abandono? Los tumbos del capitalismo en el 2008 son la peor noticia para los billones de desheredados del mundo que desaparecen de los medios y de las agendas de gobierno. Las pirámides financieras y las pérdidas trillonarias de Wall Street son el nuevo Titanic, naufragio hecho para el melodrama, mientras que la tragedia que no vende se refocila en el corazón de la obscuridad. 3. El rescate de Ingrid. Con la memoria de la selva tan cercana como su muñeca de donde guindan un rosario y otros abalorios del cautiverio, Ingrid Betancourt viaja por el mundo luego de un rocambolesco rescate. En el siglo 19, Colombia prometía ser más Universidad que cuartel. Y sigue siendo un lugar querido para la palabra, sea la literatura fulgurante del Gabo y de Mutis o las metáforas musicalizadas de Carlos Vives, Juanes y Shakira. Pero su abecedario de exclusiones y desigualdades, sean raciales, geográficas o de poder, es su escritura en reverso. Las guerrillas, los capos empresarios kitsch, la narcopolítica, los miles de desplazados y los secuestrados, sus signos. ¿Qué habrá tras el fin del media tour de Ingrid? ¿Cómo se recomponen los mapas, las biografías, los álbumes? 4. El fuego en el Taj Mahal: Los orígenes de las estructuras emblemáticas se cuentan siempre en versiones. Sobre el hotel Taj Mahal en Mumbai, recientemente uno de los blancos del terrorismo post 9/11, se tejen al menos dos. Una, enaltecedora, narra cómo, después de una devastadora plaga de peste bubónica acontecida a comienzos del siglo 20, Jamshetji Nusserwanji Tata, comisionó su construcción para que la entonces Bombay renaciera de la ruina y de la muerte. La otra, menos filantrópica, inicia cuando se le prohibió a Tata entrar al exclusivo Hotel Apolo por no ser blanco. El Taj Mahal, fue la respuesta del heredero de la mayor fortuna industrial en la India, entonces la joya de la corona del Imperio británico, que no dejaba por su riqueza de ser un subalterno en el Raj. En noviembre de 2008, un grupo de jóvenes desembarcaron en el muelle cercano y perpetraron el equivalente simbólico de las Torres Gemelas en varios de los hitos contemporáneos de la ciudad, entre ellos, el Taj Mahal. Como en el evento acaecido en Nueva York siete años atrás, el combustible de las llamas fue una mezcla fatal de viejos y nuevos fundamentalismos, de herencias fatídicas del pasado colonial y gravámenes de desesperanza que emergen del mundo global. A pesar de Bollywood y de la prosperidad cibernética de Mumbai, hay fantasmas difíciles de exorcizar. 5. Las Olimpiadas de Beijing: Fue una fiesta mediática, política y, claro está, deportiva, prolija en representaciones culturales en tiempos de globalización. Algunos de los más cotizados arquitectos del mundo produjeron piezas centrales para la puesta en escena de los Juegos Olímpicos. La puerta del holandés Rem Koolhass para albergar el Centro de Comunicaciones, el nido de Herzog y de Meuron, escenario de inauguración y clausura, y el cubo de agua de los australianos PTW Architects, donde Michael Phelps se alzó con su espectacular cosecha de medallas, fueron despliegues de identidad y de poder de la China del siglo 21. Al igual que la espectacular ceremonia de apertura, coreografiada por el director de cine Zhang Yimou, con el filo de las dagas voladoras iluminadas por una linterna siempre roja. En un momento se pensó en Steven Spielberg para montar la ceremonia. Pero estoy segura que, aunque espectacular, la de Spielberg no se hubiese aupado en las miles de personas que nos volaron la cabeza con el poder de representación del cuerpo humano. 6. El Quinto Año de la Guerra: Un viejo dicho mexicano asegura que “no hay quinto malo”. Pero en la postrada guerra de Irak, no hay sabidurías populares que compensen. Con el fin del año se anuncian nuevas asignaciones para unidades boricuas, mientras los ingleses abandonan Irak y la guerra se desplaza a los territorios del Taliban, donde se estrellaron, con miles de años de diferencia, las ambiciones de Alejandro el Grande y los soviéticos. Algunos de los soldados irán a Guantánamo. Esperemos que por corto tiempo, si se cumplen las promesas de campaña de Obama. Los mensajes cibernéticos de los soldados puertorriqueños y que el estudiante doctoral Manolo Avilés rastrea en My Space, condensan la extrañeza que toda guerra comporta y las múltiples inscripciones de los territorios familiares que los soldados hacen en sus cuerpos y en los de la escritura. La isla (la del Caribe) y las miles de islas en donde residen puertorriqueños en Estados Unidos, las fiestas y antojos y los quereres corazón adentro son amuletos indispensables a medida que se acerca el sexto año. 7. In the Heights: Ganó el Tony como mejor musical y su autor Lin- Manuel Miranda, el premio al mejor compositor (letra y música) y al mejor actor. Universal Pictures ya obtuvo los derechos para llevarla al cine. Miranda, que nació en Manhattan de padres de Vega Alta, creció con una “dieta bizarra” de Juan Luis Guerra, Marc Anthony, Fiddler on the Roof y Camelot, favoritos de su papá, y de hip-hop, cuyas letras convulsas aprendió del chófer de la guagua escolar. In the Heights celebra el carnival étnico del Barrio desde un signo distinto al de West Side Story o The Capeman, sus antecesores en el género. En el musical, la apuesta del personaje principal, Usnavi (¿recuerdan a Usmail?), no será el regreso a la tierra natal o la muerte. La obra es un canto a una posible comunidad post-diáspora en Estados Unidos. Para algunos, un mensaje conservador por ensalzar los valores de superación individual, fe en la educación y el trabajo como escaleras de futuro. Para otros, mientras se confunden gastronomías, ritmos y banderas dominicanas, mexicanas y puertorriqueñas, el musical representa la coordenada GPS para la guagua aérea. 7. Obama: La victoria de un candidato sato, como él mismo se describe, hijo de un keniano y de una hippie de Kansas, y con nombres que todavía asustan al “heartland” conservador norteamericano, es la portada obligada de todos los balances de fin de año. Una campaña de libro de texto; un candidato con carisma y con don de entendimiento y palabra, y una “tormenta perfecta” de crisis sistémica se combinaron para que Barack Obama resultara electo como 44vo presidente de Estados Unidos. Mientras se bañaba hace pocos días en las aguas cálidas de su nativo Hawaii, luciendo pectorales de envidia, Obama se habrá preguntado el inevitable “¿en qué me metí?”. Si bien cuenta con la buena voluntad de millones de personas y el respiro de alivio de gobiernos en el mundo, el “legado” del presidente Bush no puede ser más precario. Una guerra en dos frentes; una recesión profunda y un retroceso monumental en el respeto a los derechos humanos exigen un lavado a presión para el país. Al elegir su gabinete, en el que figuran antiguos rivales, Obama comunicó que el cambio no está reñido con el pragmatismo. Esperemos que tampoco con la audacia. 9. Explota la burbuja neoliberal: Paul Krugman, el laureado Nóbel de Economía de 2008, afirma que, cual enfermedades que se han vuelto resistentes a los antibióticos, las condiciones que llevaron a la Gran Depresión de los 1930’s han reaparecido y que la plaga se extiende incontenible. Es perspicaz su uso de la metáfora patológica. El mal que aqueja a la economía mundial mostraba ya desde los 1990’s sus expresiones iniciales. El brote japonés primero; México y su efecto tequila en 1994; tres años después, Tailandia, Malasia y Corea; Argentina y su corralito en 2002, fueron profecías que la religión del mercado y sus oficiantes, instalados en su arrogante burbuja, no quisieron ver. Al desplome hipotecario le ha seguido el del crédito y ahora los efectos se sienten en la economía real de los empleos, la producción de bienes servicios y el consumo. La prescripción de que el mercado solito se cura no se la tragan ya ni los discípulos más fanáticos del neoliberalismo. Las miradas se vuelcan a Franklin Delano Roosevelt y su modelo de gasto público para estimular la economía. Si bien conjurar los déficits sigue siendo una buena práctica en tiempos ideales, en los que vivimos, hay que invertir como nos enseñó su Nuevo Trato. Obama y su equipo económico lo saben: es indispensable el dinero federal para un mega programa de recuperación que provea empleos, que ponga dinero a circular y que transforme las áreas estratégicas como la educación, la investigación y la salud. Son, junto a la imaginación, las claves para que el enfermo sane. 10. Relevo en Puerto Rico: El estribillo “it’s time to change” de la canción de Juanes sirvió para remachar la convocatoria de cambio que ya sacaba millaje en la campaña de Obama. Consumada la victoria del Partido Nuevo Progresista, el país se apresta en los primeros días de 2009 a experimentar aún otro relevo en la administración del país. Por postes, muros y puentes, se invita a la ceremonia inaugural con un diseño gráfico que también guarda parecido con la simbología del presidente electo de Estados Unidos. Pero si las decisiones sobre el gabinete y los diagnósticos y medicinas a tomar una vez asuman los respectivos poderes sirven como predictores, ya asoman algunas diferencias notables. El gabinete local luce monocromático, poco diverso; los anuncios de políticas públicas y acciones legislativas presagian rumbos sombríos. A nadie se le escapa la mala fortuna de la hacienda gubernamental ni los escenarios constreñidos de la economía mundial. Mas no debe olvidarse que el cultivo de la esperanza y la articulación de un proyecto de recuperación son tan necesarios como las píldoras amargas de los recortes y los despidos. Como suele ser en las vidas individuales, una buena salud colectiva descansa en la amplitud y la generosidad de miras. El tiempo dirá, acá y allá, cómo se conciben y se gestionan las necesarias transformaciones.