Cuando los sirios supieron que grandes líderes mundiales se acaban de embarcar en una confrontación sin precedentes, amenazando incluso con desatar la III Guerra Mundial, en vez de acordar un alto el fuego humanitario, seguramente cayeron en una desesperación aún más profunda.
Vean lo que provocó ese sentimiento entre los 25 millones de sirios, la mitad de ellos refugiados fuera y dentro de su país y la otra mitad aterrorizada por los bombardeos de un conflicto que en marzo cumplirá cinco años.
Los grandes señores de la guerra “oficiales”, es decir el aparato militar ruso y el Departamento de Defensa de Estados Unidos y sus “aliados” –Europa, la OTAN, los países del Golfo liderados por Arabia Saudí, y Turquía- dieron el último fin de semana un paso más hacia el abismo de Medio Oriente durante su Conferencia de Seguridad de Múnich.
Por un lado, Moscú advirtió a Washington y Ryad del riesgo de iniciar una “guerra permanente” si lanzan una intervención por tierra en Siria. Así, el primer ministro ruso, Dmitry Medvedev, advirtió el viernes 12, en una entrevista al diario alemán Handelsblatt, que el envío de tropas extranjeras a Siria podría desencadenar “una nueva guerra en el mundo”.
La advertencia siguió en recientes declaraciones de Arabia Saudita, a la que luego se unieron otros estados del Golfo y Turquía, en el sentido de que estaban listos para enviar tropas de tierra a Siria, si Washington prepara el camino para ello.
“Todas las partes (involucradas en el conflicto sirio) deben sentarse a la mesa de negociación en vez de desatar otra guerra en el mundo”, dijo Medvedev. “Cualquier tipo de operación de tierra conduce, por regla general, a una guerra permanente. Miren lo que ha ocurrido en Afganistán y algunos otros países”, por no hablar de Libia.
“Los estadounidenses y los socios árabes deben pensarlo bien: ¿quieren una guerra permanente? ¿Creen realmente que la pueden ganar rápidamente? Esto es imposible, sobre todo en la región árabe… Ahí todo el mundo está luchando contra todo el mundo”, agregó Medvedev.
¿Una nueva guerra mundial?
Luego advirtió: “Debemos hacer que todos se sientan a la mesa de negociación en lugar de iniciar una nueva guerra mundial”.
Bajo el título de “Exclusiva: Medvedev advierte de nueva guerra mundial”, Handelsblatt publicó la entrevista (en alemán e inglés) en la víspera de la Conferencia de Seguridad de Munich y la reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, donde el cese de las hostilidades en este país encabezó el orden del día.
El eje Pentágono-OTAN
Por otro lado, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, presionaba a favor de una amplia participación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en la llamada guerra contra el grupo extremista Estado Islámico (EI).
De hecho, Carter dijo el 11 de febrero al concluir una reunión de la OTAN en Bruselas, que esta alianza militar está considerando unirse a la coalición liderada por Estados Unidos en la lucha contra militantes del EI en Siria e Iraq.
“Gracias al liderazgo (del secretario general) de la OTAN, Jens Stoltenberg, se está explorando la posibilidad de que la OTAN se una a la coalición como miembro de la misma”, informó.
El día siguiente, los estados miembros de la OTAN acordaron enviar un avión de vigilancia AWACS para recoger información de inteligencia sobre Iraq y Siria, en sustitución de los aparatos estadounidenses. Según Carter, esto “aumentará la capacidad de la coalición para destruir al grupo terrorista”.
Despliegue de la OTAN contra “traficantes de emigrantes”
Paralelamente, la OTAN envió el 11 de febrero buques de guerra al mar Egeo para ayudar a Turquía y Grecia contra los traficantes de personas y detener el flujo de emigrantes, según anunció esta alianza militar.
Tres buques militares de la OTAN han recibido la orden de “empezar a moverse ahora” y se dirigen al mar Egeo para llevar a cabo operaciones de reconocimiento y vigilancia, confirmó ese mismo día su secretario general.
“Se trata de ayudar a Grecia, Turquía y la Unión Europea a detener el flujo de emigrantes y refugiados y hacer frente a una situación muy exigente”, dijo Stoltenberg, quien describió la situación como una “tragedia humana”. Agregó que las fuerzas de la alianza vigilarán la frontera terrestre entre Siria y Turquía.
Aviones militares sauditas sobrevolando Siria
Simultáneamente, Ankara anunció que Arabia Saudita desplegará aviones militares desde la base aérea de Incirlik, situada en el sur de Turquía. Esta base está siendo utilizada por la fuerza aérea de Estados Unidos para sus incursiones en Siria.
El despliegue es parte del esfuerzo liderada por Estados Unidos para derrotar al terrorista grupo del EI, dijo el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu.
Agregó que una vez se establezca la correspondiente estrategia, “Turquía y Arabia Saudita pueden lanzar una operación terrestre”.
Rusia e Irán: “No se les ocurra hacerlo”
El anuncio hecho por Arabia Saudita, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos acerca de su disposición a contribuir con tropas a una operación terrestre en Siria, bajo la condición de que Washington lidere la intervención, no tardó en provocar otras reacciones.
Así, la propia Siria y su fuerte aliado en la región, Irán, advirtieron que tal fuerza extranjera se enfrentaría a una gran resistencia. Mientras, el primer ministro ruso llamó a sus homólogos occidentales en la Conferencia de Seguridad de Múnich a “no amenazar con una operación terrestre” en Siria.
Más tarde, el 13 de febrero, Medvedev declararía que las relaciones entre la OTAN y Rusia se han deslizado hacia “una nueva guerra fría”.
Luego criticó a la OTAN, señalando que “casi todos los días se refieren a nosotros (Rusia) como la más terrible amenaza para la OTAN en su conjunto, o específicamente para Europa, América y otros países”.
En resumen, en menos de una semana, las grandes potencias militares y sus aliados amenazaron con una invasión en Siria e intervenciones armadas en Iraq e incluso una nueva guerra mundial, como respuesta a la tragedia humana en curso en estos dos países.
Si lo hacen, seguramente no habría ningún problema, pues sería más que suficiente que un alto dirigente, militar o civil, dijera que las adicionales muertes de la población civil desarmada a causa de este tipo de operaciones militares, son simplemente “un daño colateral”.