El Parlamento Europeo otorgó este año el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia a Malala Yousafzai, la jovencita paquistaní que fue disparada por talibanes por su defensa del derecho a la educación de las niñas. Este prestigioso galardón lo obtuvieron en su día Nelson Mandela y las Madres de la Plaza de Mayo.
“No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, palabras acreditadas a Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado francés considerado uno de los más importantes representantes de la Ilustración, un período que pasará a la historia por otorgar poder a la razón, la ciencia y el respeto hacia la humanidad.
Esta frase pronunciada por Malala Yousafzai al inicio de su discurso en el Parlamento Europeo de Estrasburgo tras recoger el premio Sájarov, hizo romper en un multitudinario aplauso a la eurocámara. Esta fue la primera de las ovaciones para Malala a lo largo de su intervención. Sonaba firme y contundente, como la de la mujer fuerte y segura de sí misma que el mundo espera se llegue a convertir algún día. Es consciente de ello y lo asume. No le parece infundir ningún tipo de presión, al menos no ha dado esa sensación al pronunciar su discurso, durante el cual, ha sido necesario por momentos recordar que quien hablaba era una niña de 16 años y que lo hacía frente a un gran público cuya edad, y por tanto experiencia de vida, supera la suya con creces.
Lejos de achicarse ante Europa, le lanzó incluso algún desafío: “es necesario que el Parlamento Europeo mire más allá de Europa, donde hay mucho sufrimiento y donde se suprimen los derechos fundamentales de las personas”. Se refería, como ella misma indicó, a la falta de libertad de expresión, de recursos básicos como el alimento o el agua, y como no, a la falta de educación. “Hay 57 millones de niños y niñas sedientos de educación en el mundo”, comentó al respecto. “Resulta difícil imaginar un mundo sin educación”, añadió. Para hacerlo posible cree necesario un cambio de mentalidad en el mundo. “Cambiar la ideología del poderoso”, lo denominó. “Un país donde la proporción de igualdad entre hombres y mujeres es equitativa, que posee ciudadanos educados, con talento… ese debería considerarse un país poderoso, no el que mayor número de armamento tiene. Cambiar la mentalidad es fundamental”, urgió.
A pesar de haberse referido a las niñas obligadas a matrimonios forzosos, el tráfico laboral y sexual de menores, la violencia machista y el terrorismo que destruye escuelas enteras para que los niños y niñas no puedan acceder a ellas, Malala considera que “sigue habiendo esperanza”. Y la hay, tal y como comentó: “porque estamos juntos, unidos, para que los menores que están metidos en estos problemas puedan salir. Para ser su voz”. Esta joven cree que es posible el cambio si Europa se compromete a apoyar a países como Pakistán en la creación de ciudadanos educados, libres… si se alía para apoyar a los países más débiles, no dejándolos atrás ,“no podemos dejar a millones de personas atrás”, señaló al respecto.
La homenajeada consideró todo un honor recibir un premio tan prestigioso como el Sajárov a la Libertad de Conciencia, sobre todo por el listado de nombres de los premiados que le preceden. “Un premio que me da aliento para seguir con mi causa”, aseguró. También mencionó el hecho de que se le haya otorgado por unanimidad. Malala partía como favorita frente a las otras dos candidaturas, la de Edward Snowden, quien destapó el caso de espionaje global de Estados Unidos, y los presos políticos bielorrusos Ales Bialatski, Eduard Lobau y Mykola Statkevich.
Por su parte, Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, también consideró un honor hacerle entrega de este premio a una joven que se ha convertido en un “icono global” a favor de la educación de las niñas. Además, tuvo palabras de elogio para el padre de la galardonada, también presente en el hemiciclo. Shulz, parafraseando a la propia Malala manifestó que esta jovencita no se hubiera convertido en la Malala que es hoy, si hubiera crecido en el seno de otra familia. Dentro de esta familia, Shulz destacó especialmente la labor de su padre quien siempre le ha ofrecido un apoyo incondicional y a quien ha valorado por ser el primero en alzar su voz contra la prohibición talibán de que las niñas no pudieran ir a la escuela en el valle de Saw (Pakistán), jugándose con ello su propia vida.
Schulz se sintió honrado de entregar el vigésimo quinto premio Sájarov a esta adolescente cuyo sueño es que algún día todos los niños y niñas del mundo puedan acceder a la educación gratuita.
El Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, bautizado así en honor del científico y disidente soviético Andréi Sájarov, fue establecido en 1985 por el Parlamento Europeo como un medio para homenajear a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas a la defensa de los derechos humanos y las libertades. Está dotado con 50, 000 euros (alrededor de $70,000)
Malala dedicó el premio a los héroes anónimos de Pakistán y aquellas personas que desde su posición complicada en el mundo defienden día a día los derechos fundamentales de todas las personas. Manifestó finalmente el día que recibió el galardón, justamente el 20 de noviembre cuando se conmemora el Día Internacional del Niño, que millones de niños en el mundo no quieren un Ipad ni chocolate, sino educación.
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Esta historia fue publicada originalmente en el portal de Periodismo Humano.