MANAGUA – Los presidentes de izquierda de Latinoamérica buscan este lunes caminos para restituir en el poder al mandatario de Honduras, Manuel Zelaya, depuesto el domingo por un golpe de Estado de las fuerzas armadas, que despertó la condena mundial. El derrocamiento, apoyado por sectores que rechazaban los supuestos planes del mandatario de buscar con una consulta su reelección, por opositores y hasta por miembros del oficialismo enojados por el giro a la izquierda que hizo el empresario conservador Zelaya, despertó protestas en Tegucigalpa. “Están creando un estado de terror en Honduras”, dijo Zelaya en una rueda de prensa conjunta en la madrugada del lunes con los mandatarios izquierdistas de la región en la capital de Nicaragua. Un grupo de soldados lo sacó el domingo de la residencia presidencial y lo llevó por la fuerza en un avión a Costa Rica, en un golpe que encendió una fuerte y unánime condena de mandatarios desde Estados Unidos y Latinoamérica hasta Europa. Por la noche, Zelaya viajó desde la capital costarricense hasta Managua para una reunión extraordinaria de sus aliados de de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) a fin de tratar el caso de Honduras. Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Nicaragua, Daniel Ortega; y de Venezuela, Hugo Chávez -el aliado más fuerte de Zelaya- estuvieron presentes en el encuentro. “No sólo hemos venido a dar declaraciones. Es un plan político, jurídico, social que hay que elaborar”, dijo Chávez en una rueda de prensa en la capital nicaragüense. “No se trata de invasión ni de guerra; acá estamos para apoyar respetando la soberanía de Honduras”, sostuvo un poco más tarde. El presidente venezolano amenazó con intervenir militarmente y derrocar a cualquier otro presidente que fuera designado en Honduras, como finalmente ocurrió con el nombramiento de Micheletti, un conservador de ala dura que decretó un toque de queda de dos días como primera medida. Chávez dijo que los golpistas en Honduras terminarán como los que intentaron derrocarlo a él mismo en Venezuela en el 2002, cuando fue desplazado del Gobierno por unas horas y terminó volviendo respaldado por manifestaciones populares. “Venezuela esta de pie, nuestro Gobierno, nuestro pueblo, nuestras fuerzas armadas. Pero hay que darle una lección inolvidable a esta grosera burguesía hondureña”, dijo Chávez. “Si no se han dado cuenta, están rodeados, ríndanse a tiempo”, sostuvo. Los militares hicieron el golpe contra Zelaya luego de que decidiera reemplazar la semana pasada al jefe del Estado Mayor porque no quiso ayudarlo a organizar una consulta popular -declarada ilegal por la Justicia- sobre la posibilidad de reformar la Constitución para extender el mandato presidencial. Cientos de simpatizantes, algunos armados con palos, tubos y cadenas, protestaron el domingo y levantaron barricadas en el centro de Tegucigalpa y cerraron los caminos hacia la casa presidencial, rodeada por soldados armados con equipamiento de combate apostados delante de un tanque. Los intentos de hacer la consulta, que según la oposición y sectores oficialistas buscaba realmente permitir una reforma a la carta magna que habilite la reelección, hicieron pedazos la estabilidad política que el país centroamericano mantenía desde el fin de una dictadura militar a principios de 1980. El Congreso unicameral de Honduras nombró el domingo al jefe del parlamento y rival del mandatario derrocado, Roberto Micheletti, para que gobierne transitoriamente hasta fines de enero, cuando termina el mandato de Zelaya. Zelaya, que según las encuestas sufrió una caída en su apoyo hasta un nivel del 30 por ciento, dijo que detrás del golpe estaba parte de la elite económica y convocó a sus partidarios a realizar una resistencia pacífica. Los mandatarios planean para hoy mantener en Managua otra reunión del ALBA, luego participar en una conferencia del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) que ya estaba programada antes del golpe, y luego en una del Grupo de Río liderada por el presidente mexicano, Felipe Calderón.