La última vez que Diálogo visitó la Librería Loíza hacían falta brazos hacedores de comunidad. Hoy, a 55 días del huracán María la necesidad no es muy distinta. Todavía hacen falta brazos que contribuyan al funcionamiento completo de esta iniciativa.
Por eso Mara Clemente López camina por el espacio que le provee esta estructura, porque, aunque las condiciones del País hayan demorado su inauguración, esta mujer se mantiene firme en su proyecto.
Apuesta a la sinergia
La loízeña contó que después de que Don Radamés Melecio Marrero viajara nueve veces desde Morovis hasta Loíza para restaurar el tendido eléctrico del local, el paso del huracán María por la Isla ha imposibilitado que haya luz en la estructura.
Es por esto que los planes de esta gestora cultural van dirigidos hacia el establecimiento de más ventanas que ofrezcan mayor ventilación y claridad para hacer de este local uno que también pueda funcionar sin energía eléctrica.
“Aquí no esperamos por ayudas gubernamentales, queremos que la comunidad se apropie del espacio y se involucre en lo que es suyo; por eso necesitamos seis ventanas para ubicarlas en el local y algunos selladores para terminar el tratamiento de techo”, sostuvo la facilitadora de la entidad sin fines de lucro.
Ahora -más que antes- la facilitadora y gestora en la revista sociocultural La Cacica Cimarrona Education and Publishing Inc., aspira a lo posible desde su propia acción: la que comienza cuando se sube en una escalera, con una paila de materiales de construcción, hasta cuando trabaja directamente con la documentación que requiere el establecimiento de esta librería.
“Esto es un sueño y lo estamos caminando. Esperamos inaugurar el primero de abril con un bombazo”, añadió con optimismo.
Como Adolfina Villanueva
“Adolfina Villanueva vivió con el agua de la lluvia, la luz del sol y sin esperar promesas de ayudas”, expresó Clemente mientras leía este texto de su teléfono móvil.
“Habrá quienes aún no conozcan su historia, pero esta mujer -que en su tiempo fue tan incomprendida- era una eminencia. Tenía una casa autosustentable, un huerto casero, vivía con la luz del sol y se bañaba con el agua de lluvia”, recordó.
Así como Adolfina Villanueva Osorio luchó hasta su último suspiro contra el desahucio de su hogar, donde también se encontraba su pareja y sus seis hijos, Clemente se aferra al espacio de la librería en símbolo de lucha, valentía y admiración.
“Hay que fluir con los procesos, pero tengo un gran interés en regalarle este espacio a mis hijos. Quiero crear un sitio donde puedan estar, porque en Loíza la gente no tiene dónde estar, no tenemos dónde estar”, reflexionó.
Han sido aproximadamente 50 el número de colaboradores fijos que han adoptado este proyecto. Desde la mano de obra y limpieza con lavado a presión, hasta ayudas que han surgido desde la divulgación de esta iniciativa, Elliot Figueroa, Liza M., Choco Orta, Coco Santaella, y la ex prisionera política Dylcia Pagán, entre tantos y tantas otras, le han dado alas al proyecto con sus aportaciones.
De igual forma, Antonio Barcenet, quien trabaja en la corporación de pequeños negocios, llega a Loíza, desde el área metropolitana, para ayudar y asesorar a Mara Clemente en la elaboración de su plan de negocios.
Necesitan voluntarios
Clemente comentó que quienes deseen aportar su rayito de luz a este proyecto puede hacerlo enviando sus donaciones monetarias a librerialoiza@paypal.me , o colaborando en la limpieza y restauración de este espacio.
Asimismo, expresó que le gustaría que estudiantes de arquitectura y diseño pudieran darle continuidad a la imagen del proyecto desde la originalidad de sus trazos.
“Podemos coordinar y otorgarles un estipendio por su trabajo”, añadió la facilitadora de La Cacica Cimarrona.
Quienes deseen colaborar también pueden visitar el local ubicado en la carretera PR-187, kilómetro 21.5 en Loíza.