Por: Jaime Géliga Quiñones
“Veamos cómo viene la mano. Veamos ¿cómo?
¿Cómo ver lo que viene con la mano, cómo la
mano viene hasta nosotros, cómo de mano en
mano, ella se acerca de nosotros hasta casi
acariciarnos en su áspera fragilidad?”
-Mara Negrón
Intentaba escribir otra cosa, llevaba días pensando qué podría ser. Son 15 años del Programa de Estudios de Género y la Mujer en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Yo, apenas lo conozco desde hace seis años. Y tal parece, que no te dejo descansar.
Quería escribir de otra cosa, dar cuenta de cómo el programa sobrevive a la precaria situación que los administradores no académicos de la Universidad lo han lanzado. Esos que desde la fuerza de tu palabra, desde el coraje de tu escritura, desde tus cotidianas acciones enfrentaste tantas veces. Esos que no entendieron que el acto más revolucionario que nos ofrecías día a día eran tus palabras, esos gestos que de lo “soez” de la escritura, convertías en clase para pensarnos abyectos. Que la revolución donde militabas llevaba de por medio la radicalidad del pensamiento.
Quería escribir de otra cosa, pero recordé que al ratificar la huelga de verano del 2010, salimos los estudiantes a marchar desde el centro de convenciones al capitolio. Vi unos niños de escuela elemental saludándonos en el trayecto, y en ese momento, me di cuenta que comulgaba en tu gesto, en apostarle a lo radical del pensar como acción. Dejé de aprender ese día, me hice militante del desaprender continuo. Como tantas veces le conté a Mabel, desaprendí el querer ser tu estudiante, también quería que otros lo fueran. Que esos niños que nos saludaban a los estudiantes en huelga, lo fueran. Parece que no te dejo descansar, pero tu voz a mí tampoco. Te leo mucho, te recuerdo mucho y no encontré otra cosa de que escribir hoy para festejar los 15 años del Programa, que no fuera festejar tu legado. Mara, sinceramente, no logro pensar el Programa de Género sin recordarte a ti.
Escribo hoy, el mismo 27 de abril de 2015, de tanto darle vuelta entre una y otra cosa, se me pasó. Intentaba escribir de otra cosa, Mara, pero Katsí me recordó uno de los recuerdos más bonitos que guardo contigo, y que para mí, habla demasiado del programa. Hace algún tiempo le compartí a Katsí: “Sabes, cada vez que me topo con “El cuento de la mujer del mar”, tengo un recuerdo muy lindo y particular. Apenas comenzaba el programa, y estaba tomando “Escrituras femeninas” con Mara; recuerdo que quería trabajar los espejos, la masculinidad y el poder. Recuerdo discutir mi monografía con Mara, sentados en unas sillas frente al Programa porque adentro hacía mucho frío. Recuerdo que luego de discutir el cuento con ella me dijo: “lo tienes, comienza a escribir”. Lo que ella no supo, fue que yo no entendí mucho, simplemente comenté todo lo que me había dejado perplejo, la necesidad de una profundidad en todo. A todo esto, pasaron horas, sin darme cuenta, luego comenzó a llover”. Katsí me compartió esto hoy, que ya le había compartido antes. A lo cual añadió: “será que ahora es a mí a la que le toca decirte: lo tienes, comienza a escribir”.
Sólo pensé en tu idea del pensamiento y en la mano, decías, “La mano es en la escultura la palabra de la palabra, el origen del gesto. En el origen hubo mano”. Ahora mismo, recuerdo tus gestos con la artesanía detenida de la escultura. La artesanía de tu mano al pensar, al escribir, al leer. La mano que le tendías a tantos que fuimos tus alumnos. Mano que le tendías, a tantos como yo que llegábamos al programa buscando universidad y que no esperaste ni una palabra para darle tantas vueltas a nuestro mundo. La mano, gestora de debates que bien hacían pasar tantas horas en tu clase, sin prestarle atención al tiempo, viviendo el goce a primera mano.
Mara, para culminar quiero contarte de Esteban, el hermano de Sebastián, mi mejor amigo. Esteban es de esos afortunados que desde antes de entrar a la universidad, ya conocía del programa. Estoy seguro, que es de esos alumnos que te hubiera gustado tener en tus clases. Pero te hablo de él para compartirte dos recuerdos que van de la mano. Esteban se pasa mucho tiempo en el Programa, me lo imagino así como yo, y todo el tiempo que pasaba ocupándote, compartiendo el café de la tarde o cuando me refugiaba allí para almorzar junto a Claudia. Me veo en el de muchas maneras. Pero bueno, unos días antes de venir a la Ciudad de México a estudiar, nos reunimos en el programa varios estudiantes junto a Mabel y Maruja para darle forma al proyecto de la revista que está gestándose. Recuerdo que Esteban nos había saludado pero de pronto, no lo vi más. Cuando miré al seminario que lleva tu nombre, allí estaba, como tantas veces lo he visto, perdido entre tus libros. Sacando uno que otro que le interesa y leyendo sus páginas. Con esa necesidad de la profundidad ante todo. No recuerdo si fue ese mismo día u otro, pero le dije a Esteban que me hubiera encantado que fuera tú alumno. El sonrió pícaro como siempre, y respondió algo así, como que sentía que te conocía a través de nosotros, que se siente como si hubiera sido tu alumno.
Se me volvieron a salir las lágrimas ahora, porque sentí que no soy el único que no puede desvincular el Programa de tu legado, de tus palabras, de tus enseñanzas y las que nos faltaron. Celebro estos 15 años del Programa de Estudios de Género y la Mujer recordándote. Recordando tu radicalidad, tu coraje, tu escritura. Disfrutando que tengas alumnos nuevos. No podía escribir otra cosa. Tenía que escribir esto, volviéndote agradecer por tu mano, que a través de tu pensamiento, me ha regalado tanta amistad, tanta alegría y sobre todo, tanta universidad.
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El autor es estudiante egresado del Programa de Género y estudiante graduado de la Maestría en Estudios de Género del Colegio de México. El texto fue leído en el 27 de abril en la actividad de celebración de los 15 años del programa, y la lectura estuvo a cargo de Rafael Iván Emanuelli y Grace Blanco.
La profesora Mara Negrón falleció inesperadamente a la edad de 51 años en junio de 2012.