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GUADALAJARA, MÉXICO- Carlos Monsiváis ha dedicado parte de su obra a diseccionar y analizar el fenómeno de los ídolos populares mexicanos. Ayer en la abarratodísima sala Antonio Alatorre de la Feria Internacional del libro, en Guadalajara se presentó su “Antología personal”, editada por La Editorial Universidad de Puerto Rico con la presencia de Edgardo Rodríguez Juliá y la antropóloga tapatía Rossana Reguillo. Tras el acto, el escritor y ensayista mexicano habló en entrevista de cómo la última aparición en público de Frida Kalho, tuvo mucho que ver con su vocación de cronista y de porqué le resulta imposible elegir entre María Félix y Dolores del Río. AG En la Antología Personal explica como empezó a escribir crónicas. ¿Porqué optó por las crónica? CM Empecé a hacer crónica como una reacción a mis limitaciones en la ficción, o en mi convicción de que la crónica reunía todo lo que yo necesitaba, empecé en contextos adolescentes de los que ya no me avergüenzo, porque no existen y he seguido hasta ahora. Yo era un joven izquierdista que asistía a la manifestación de repudio al golpe de estado al Castillo de Armas en Guatemala, en 1954 y fue la última aparición en vida de Frida, que murió pocas semanas después. Entonces lo que hice al ver a Frida y la silla que empujaba Diego Rivera y Juan O’Gorman, un pintor y un arquitecto extraordinario, se me olvidó Guatemala y me concentré como devoto en ver a Frida. Yo no era creyente pero en ese momento vi lo que era una aparición. AG Usted dice: “al contemplarla, sentí el trance místico del laicismo ante una figura tan altiva y martirizada” y así es que empezó a escribir crónicas… CM Yo sabía de sus existencia por los periódicos y los comentarios, pero verla tan demacrada, tan articulo mortis y ver a Diego que encarnaba todas la potencias de la robustez fue realmente imposible no fascinarse. Llegaban unas señoras y le gritaban, tu puedes Fridita, y Fridita ya no podía. Fue todo muy excéntrico, como luego su velorio que fue otra experiencia. Canciones rancheras sin límite en Bellas Artes. AG Después de haber estudiado en profundidad los iconos mejicanos usted casi es un devoto de ellos. Se lo voy a poner difícil: ¿María Félix o Dolores del Río?
CM Las dos. Si me dicen personalidad María Félix porque creía que el despotismo era una manera de ser femenina. Si me dicen elegancia, discreción, ternura real, entonces Dolores del Río. AG ¿Agustín Lara o José Alfredo Jiménez? CM Como corpus de la tradición art noveau y de la vocación art déco, Agustín Lara, como espacio de mi sentimentalismo personal José Alfredo. AG ¿Cómo logra usted en una obra tan vasta como la suya, agrupar una antología que resulte representativa de su trabajo de tantos años? CM El proceso fue juntar lo que no había publicado porque pensé que la antología más personal era la que todavía no había llegado a la imprenta. No me puse a releerme para elegir, sino más bien a verificar casi todo lo que no había publicado para incluirlo. Los ejes temáticos no son creados para antología sino por mis vocaciones aficiones, manías, reiteraciones… AG ¿De dónde le nace a usted tanta curiosidad? CM No sé… Nunca tuve mucha vocación de ensimismamiento, entonces tuve que irme a lo que estaba fuera de mí, la curiosidad en general suele ser una huida del espejo de Narciso.