Hace exactamente 2 semanas que escondí en lo más profundo de mi archivo de documentos 14 mamotretos y abracé con vehemencia mi pasatiempo favorito por los pasados 13 días: dormir más de 12 horas corridas a pata suelta. Sí, hace dos semanas que tomé la reválida de abogacía, cuyo pase le dará un poco de sentido a los pasados 4 años y la cantidad de deudas que tengo debido a mi préstamo estudiantil.
Hoy precisamente desperté particularmente contenta pues se cumplen 2 días desde que tuve la última pesadilla relacionada a este famoso quiz. Ya me habían advertido que soñar con la reválida posterior a haberla tomado es algo común, pero jamás pensé que estos sueños incluirían personajes de mis series favoritas, por ejemplo. Mi última pesadilla incluía la aparición de Emily Thorne, personaje de la serie televisiva Revenge, esperándome en la entrada del Centro de Convenciones para informarme (a mí y a otros 3 amigos), que un compañero se encontraba accidentado en una calle y que debíamos ir a ayudarlo. En mi pesadilla, Emily, muy oportuna, nos relataba esto 15 minutos antes de la hora en que comenzaría la reválida.
“No se preocupen”, nos dijo, “los ejercicios de reválida ahora se envían directo a los celulares, no tienen que tomar la reválida aquí. Recibirán un mensaje en algún momento del día y tendrán 10 minutos para contestar –desde donde estén– cada bloque de preguntas enviadas”.
Sucede entonces que en mi pesadilla debíamos: (1) rescatar a nuestro amigo accidentado y (2) estar pendientes a que se nos enviaran las preguntas al celular y ¡contestarlas en 10 minutos! Algaro. Otras pesadillas anteriores incluyen: tomar la reválida por segunda vez y darme cuenta, antes de empezar, que había olvidado estudiar lo que no sabía durante la primera vez que la tomé; y darme cuenta–justo en el momento en que la alguacil me arrancó el bolígrafo de la mano– que confundí un delito con el que no era.
Creo que lo peor de la experiencia revalidera es la incertidumbre de no saber qué doctrina de entre las cientos y cientos que aprendiste, vendrá en las preguntas. Demás está decir que este es un examen puramente de memoria, al menos así me pareció a mí. Otro de los aspectos negativos del examen es que prácticamente el tiempo de estudiar te arrebata la felicidad de celebrar que te has graduado, eres abogado y que tu sacrificio académico valió la pena. Pero bueno, entremos en materia.
El primer día de reválida llegamos al Centro de Convenciones y nos vimos las caras con todos los compañeros que no habíamos visto desde el día de graduación o desde el último día del repaso. A pesar de que una tiene las ganas de saludarles, abrazarles por el tiempo sin verles, limité mis palabras para que no explotara la botella de todo el material que tenía acumulado en la cabeza. Saludé a una amiga de la Interamericana, quien me preguntó: ¿cuándo es que aplica la sustitución en Sucesiones? Justo en ese momento me di cuenta que aunque sabía cuando aplica la sustitución en Sucesiones, no recordaba la definición exacta del delito de Trata Humana, así que me fui al baño del primer piso, último cubículo y me senté.
Bajé con la cadena el producto de mi ansiedad mientras escuchaba la voz mecánica de mis audios de Cruz Franqui decirme la definición. Al salir del cubículo, mientras me lavaba las manos, vi a dos mujeres hablando. Una le preguntó a la otra: ¿cuándo prescribe el delito de encubrimiento? La mujer le contestó y luego se dirigió a mí y me dijo: Me alegra tanto haber comenzado a estudiar desde el 1 de mayo, si no hubiera hecho eso, jamás la hubiera pasado. Me pareció gracioso que supiera de antemano que iba a pasarla. Quise pedirle que me llevara a donde le leyeron la mano o le tiraron los caracoles, pero si le hablaba se me olvidaba la definición de Trata Humana, así que sólo me sonreí.
El momento del examen comenzó con un breve discurso de la honorable Jueza Presidenta Liana Fiol Matta, quien nos instó a leer bien, pues la falta de una buena lectura provocaba la contestación errónea de las preguntas. La jueza explicó que esa había sido su experiencia como profesora. Al culminar la jueza, le desée éxito a mi compañero de mesa, quien no me escuchó pues ya se había puesto sus tapones de oído. Aún no puedo creer que hice 92 escoges en 3 horas Y NO PUDE REVISAR. Una cosa aprendí del día en que trabajamos con los escoges: hay que leer el Código Civil como una biblia, como tu libro favorito de Harry Potter. El Código Civil lo es casi todo. Eso y aprenderse los términos.
El segundo día, donde se examinó mediante preguntas, la Jueza Presidenta nos saludó y deseó éxito a quienes utilizábamos computadoras. En ese momento se me puso la piel de gallina pues temí que fuera un presagio de que las computadoras se podían trancar con el problema. Y así fue. Imagínense que mi computadora quiso, ANTES DE COMENZAR LA REVÁLIDA, hacer un “update” de varios programas. ¡Gracias Windows! Luego de eso, las horas pasaron rapidísimo.
Aunque en el ambiente era latente la gran ansiedad y estrés que todos teníamos, debo decir que sucedieron varias cosas por las cuales puedo pensar en esta experiencia como una gratificante y única. ¿Por qué? Porque se experimenta lo que es solidaridad incondicional entre los compañeros. Fue bueno ver a los compañeros contestándose mutuamente preguntas y discutiendo conceptos en los que tenían dudas y verles compartiendo sus mini repasos en las horas de almuerzo. Fue motivante ver a un grupo de compañeros de la Universidad Interamericana que portaban camisas alusivas a jueces del Tribunal Supremo llegar juntos y brindarse apoyo moral mutuo, ver a una pareja de esposos quienes también llevaban camisas alusivas al “596”, puntuación mínima necesaria para pasar el examen. Me conmovió ver salir a otras parejas y abrazarse así como a compañeros compartiendo sus almuerzos y meriendas.
Sobre los compañeros graduandos que me preguntan sobre cómo me fue, debo advertir que es una pregunta tonta e innecesaria. Es imposible saber cómo me fue. Sólo puedes tener confianza en que estudiaste lo necesario como para poder lidiar con la información que se te pide. No obstante, a quienes me piden mi opinión, les digo que no subestimen el examen, que tomen consejos de quienes lo hayan tomado, pero que no intenten reproducir la técnica que a otras personas le ha funcionado, porque cada ser humano es único, tiene sus habilidades y sus derroteros. En lugar de ello, es preciso que con bastante tiempo antes de la reválida se comience a pensar estratégicamente la técnica a seguir según las habilidades y debilidades de cada uno. Si eso se identifica y hay organización ni siquiera es necesario tomar un repaso.
Por lo pronto los dejo, luego les cuento si lo pasé o si fracasé. En la eventualidad que pase lo segundo, les pediré que me acompañen en mi trayecto de segunda vuelta revalidera, pero si lo paso, ciertamente lo compartiré y celebraré con ustedes el no tener que repetir la experiencia.
Este texto fue republicado de Microjuris.