La isla se componía de 600 mil personas con grados académicos entre bachillerato, maestría o doctorado en el 2015. Un avión partió con 15 mil de esos profesionales en ese mismo año.
Un estudio realizado por dos académicas de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR) reveló que menos de un 25% de las personas que emigran a Estados Unidos son profesionales y que la ola mayor de emigrantes son familias pobres.
Elsie Ruiz Santana, de la Escuela Graduada de Ciencias Sociales e Ilia C. Rosario Nieves, de la Escuela de Psicología examinaron diversos informes estadísticos y de literatura estatal y federal sobre la migración desde 2000 al 2015. Del análisis se desprendió que solo un 23 % de los emigrantes puertorriqueños a Estados Unidos de 2005 a 2015 poseían grados universitarios (bachillerato, maestría o doctorado). Un 77% de los que se iban carecían de una preparación superior a escuela superior.
A pesar que ha habido un aumento en los profesionales que se marchan a Estados Unidos cada década, el incremento ha sido de 1% porciento, apuntaron las examinadoras en la conferencia de prensa recientemente.
Unos 57 mil puertorriqueños emigraron hacia Estados Unidos en el 2000, unos 60 mil en el 2010 y 89 mil en el 2015, de acuerdo con los datos presentados. En total, la suma de boricuas que abandonaron la isla para irse a Estados Unidos desde el 2000 al 2015 alcanza un millón de personas.
Ruiz Santana y Rosario Nieves validaron que la migración del puertorriqueño ha ocurrido desde siempre y ha ido en aumento. No obstante, hay miles que regresan cada año.
En el 2010 cerca de 32 mil puertorriqueños que se habían ido a Estados Unidos volvieron a la isla y 5 mil de los inmigrantes a otros países. Asimismo, las estadísticas también mostraron que unos 25 mil boricuas que partieron a Estados Unidos y 5 mil de los que se marcharon a otros destinos retornaron a Puerto Rico en el 2015.
Los hallazgos revelaron que las ocupaciones predominantes entre los emigrantes eran apoyo de oficina y administrativo, preparación y servicios de alimentos, limpieza y mantenimiento; y ventas.
Por otra parte, en un perfil del emigrante puertorriqueño, el estudio mostró que un 70% de las familias con ingresos de no más de $10 mil anuales fueron las que abandonaron la isla desde 2005 al 2014. Por tanto, la investigación concluyó que son las familias pobres las que prefieren emigrar.
Respecto a la edad, del 2005 al 2015 la mayoría de los emigrantes eran jóvenes y niños. En esa década las boricuas emigrantes entre 20 a 39 años representaron el 42% y aquellos en la infancia, adolescencia y juventud entre los 5 a 19 años, el 29%. Los otros por cientos quedaron representados por los adultos de 40 a 59 años (18%) y los mayores de 60 años (11%).
El estudio agregó que en los últimos cuarenta años más mujeres migran de forma independiente en búsqueda de trabajo.
De 2002 a 2015 el destino predilecto de los emigrantes boricuas fue Florida, seguido de Pennsylvania, Texas y Nueva York.
”La emigración es un fenómeno imparable y una de las conclusiones del estudio es la urgencia de establecer política pública para lidiar con el impacto de esta realidad”, sentenció la profesora Ruiz Santana.
Impacto en los emigrantes
En entrevista la psicóloga Rosario Nieves mencionó que el estudio les permitió identificar estresores que siente la persona que emigra.
Ruiz Santana y Rosario Nieves señalaron que la migración puede producir impacto educativo, social, cultural, económico y en áreas como la salud. Por ejemplo, en el sector educativo y social, la emigración de niños y adolescentes puede reflejarse en la disminución de matrícula por año escolar. De 2001-2002 a 2015-2016 se presentó una reducción de matrícula por año de unos 69 mil estudiantes en las escuelas públicas de kinder a duodécimo. Por su parte, en los colegios privados ocurrió una disminución de unos 223 mil alumnos para esos mismos años, según los hallazgos del estudio.
Las investigadoras dijeron que los emigrantes podrían enfrentan obstáculos en el recibo de servicios públicos como la vivienda y el empleo, atención a la salud y exclusiones debido a barreras lingüísticas.
”Todos estos estresores como la falta de empleo y las barreras del idioma (si las hubiera) a nivel psicológico ocasionan estrés emocional”, apuntó la doctora en psicología Rosario Nieves.
Rosario Nieves sostuvo que los estresores pudieran desencadenar en depresión y ansiedad.
”En el 2008 en uno de los estudios que se ha hecho en hispanos se percataron que el puertorriqueño es el emigrante que más ha padecido de depresión en Estados Unidos ”, dijo en entrevista Rosario Nieves. De acuerdo a esa investigación, un 7% de puertorriqueños en el 2008 sufrió depresión.
Las investigadoras informaron están buscando crear una oficina que cubra las necesidades de las personas que deciden emigrar. La oficina atendería áreas psicológicas, legales, sociales, entre otras.