CIUDAD DE PANAMA (Reuters) – Ricardo Martinelli, magnate panameño dueño de supermercados, ganó el domingo las elecciones presidenciales de Panamá, frenando una racha de victorias de la izquierda en Latinoamérica con promesas de combatir la pobreza y el desempleo. El empresario conservador obtuvo una amplia ventaja de 60.62 por ciento de votos frente al 36.97 por ciento de la candidata izquierdista Balbina Herrera, del oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD), con más del 80 por ciento de las mesas electorales contabilizadas. El presidente del tribunal electoral, Erasmo Pinilla, llamó por teléfono a Martinelli, del partido Cambio Democrático (CD) para declararlo ganador en una conversación que fue transmitida por televisión y en la que el vencedor prometió gobernar con la oposición. “No podemos seguir teniendo un país con 40 por ciento de panameños pobres, un país donde el sistema de transporte, el de salud, y educación no funciona”, dijo Martinelli en su primera conferencia de prensa después de anunciada su victoria. Martinelli ganó adeptos sobre Herrera en momentos en que la crisis global originada en Estados Unidos ha debilitado el comercio internacional del que se alimenta el canal de Panamá, que une los océanos Pacífico y Atlántico. Herrera reconoció su derrota. “Voy a respetar la decisión que el pueblo panameño ha determinado en este momento”, dijo ante simpatizantes. “Ahora es que nos toca vigilar bien las cosas que nos prometieron”, agregó. El discurso de Martinelli ofreciendo crear empleos atrajo a muchos pobres -antiguamente la base de poder del PRD- así como su promesa de aplicarle “mano dura” al crimen en un país afectado por la violencia del narcotráfico y las pandillas. Bajo el mandato del centroizquierdista Martín Torrijos, Panamá alcanzó tasas de crecimiento hasta de dos dígitos, apoyada en gran medida en el canal, por donde transita el 5 por ciento del comercio mundial. Pero la crisis hará que Panamá sólo crezca este año alrededor del 3 por ciento, según analistas, por la caída en el comercio internacional pero también por una menor demanda en el sector construcción, otrora pujante. Afuera de un centro de convenciones a donde Martinelli fue a reunirse con miembros del tribunal, Mariela de Bahraona, una ex auditora de bancos de 54 años, estaba feliz por el triunfo del magnate bajo un paraguas con el logo del CD. “Martinelli ha hecho la propuesta que necesitamos los panameños (…) Sé que no nos va a defraudar”, dijo. El candidato ha prometido controlar la inflación, que se aceleró en el último año aún en una economía dolarizada. Pero incluso algunos de sus votantes tienen dudas de que lo haga, siendo dueño de supermercados. “Como él es comerciante de comestibles no le interesa bajar los precios porque no va a ganar en estos cinco años que será presidente”, dijo Gabriel Tuñón, un contador de 59 años. Herrera perdió simpatizantes por el impacto de la crisis sobre la popularidad del gobierno, pero también porque muchos desconfiaron de sus antiguos vínculos con el ex dictador Manuel Noriega, enemigo de Estados Unidos. Martinelli, educado en Estados Unidos e hijo de inmigrantes italianos, ha prometido aumentar el gasto público construyendo un tren subterráneo en Ciudad de Panamá y apoyar la compra de vivienda de la gente pobre para mantener a flote la industria de la construcción. La victoria de Martinelli marca un alto en la tendencia política de la región, en donde desde finales de 1990 la izquierda comenzó a ganar terreno con gobernantes radicales y opositores a Estados Unidos, como el venezolano Hugo Chávez, y otros moderados, como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El último triunfo izquierdista fue el de Mauricio Funes en El Salvador, quien asumirá el 1 de junio por el ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).