Por: Wilson González-Espada, Ph.D.
La idea de que una persona pueda conectar a alguien desconocido con una familia específica no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es el descubrimiento de que otros primates—además de los humanos—también tienen la misma capacidad para reconocer trasuntos.
Comúnmente la palabra trasunto es utilizada para referirse a alguien que se parece a otra persona. Por ejemplo, miembros de la misma familia suelen tener un trasunto, un parecido físico característico.
Un grupo de científicos, liderado por los doctores Dana Pfefferle [Universidad de Leipzig/Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva] y Angelina V. Ruiz-Lambides [Centro Caribeño para la Investigación de Primates/Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva], recientemente completaron un estudio con los monos rhesus de Cayo Santiago, una isleta cerca de la costa de Humacao donde una colonia de casi 1,000 primates viven libremente. Los resultados del proyecto investigativo fueron publicados en la revista profesional “Current Biology”.
Como la colonia de monos rhesus ha sido monitoreada desde hace más de 75 años, los científicos conocen los árboles genealógicos de cada mono. Esto permite a los investigadores saber qué monos o monas son familia materna, familia paterna, familia de ambos padres, o si no hay ningún parentesco.
Un dato interesante de los monos macho es que migran de un grupo a otro frecuentemente y no tienen una pareja fija la mayor parte del tiempo, por lo que hay muchos monos primos y medio-hermanos por parte de padre que nunca se han visto anteriormente ya que viven en grupos diferentes. Esta conducta social fue aprovechada por los científicos para hacer un interesante experimento.
A 23 monos machos se les enseñó dos fotos a la vez, una de un medio hermano paterno desconocido y la otra de un mono macho desconocido que no era familia. A otro grupo distinto de 22 monos macho se les enseñó dos fotos de monas desconocidas, una medio hermana por parte de padre y una mona sin parentesco familiar.
El proceso se repitió, pero con dos grupos de monas de aproximadamente 22 individuos cada uno. En todos los casos, los científicos midieron cuánto tiempo los monos y monas tardaban en examinar cada foto, sabiendo que los monos tienden a examinar por más tiempo algo que les resulta desconocido o sorprendente.
Luego de un análisis estadístico de los tiempos medidos, los doctores Pfefferle, Ruiz-Lambides y sus colegas descubrieron que los monos machos miraban más al mono macho que no era familia y las monas también miraban más a las monas que no eran familia. Esta conducta sugiere que un rostro del mismo sexo y que no tiene parecido de familia podría ser interpretado como amenazante comparado con un rostro con un trasunto familiar.
Sin embargo, cuando los individuos en las fotos eran de un sexo contrario al primate que estaba completando el experimento, los científicos no notaron una diferencia en el tiempo que se tardaban los monos en examinar las fotos. Esto sorprendió a los investigadores, los cuales tenían la hipótesis de que a lo mejor los monos tardaban más en examinar a las monas que no eran familia al considerarlas como posible pareja y vice versa.
Este estudio, como muchos otros en las ciencias, crea más preguntas de las que contesta. En el caso de las personas, conocer e interactuar con miembros de otra familia ayuda a reconocer a alguien desconocido, pero que pertenece a esa familia. Es decir, la experiencia previa es esencial.
¿Existe experiencia previa en el caso de los monos? ¿Pueden reconocer los monos algunas de sus propias facciones en otros individuos? ¿Recuerdan los monos las facciones faciales de su padre? ¿Acaso es esta habilidad innata en los monos rhesus? Ya los doctores Pfefferle, Ruiz-Lambides y sus colegas están planificando estudios adicionales para contestar estas y otras preguntas.
El autor es Catedrático Asociado en Física y Educación Científica en Morehead State University y es miembro de Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).