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Por la naturaleza del universo de ideas que se discuten, que se aprenden, la universidad supone ser un espacio que se mueve a ritmo distinto del resto de las sociedades, fuera de sus convenciones, conformidades y excesos. En días recientes, las potencias mundiales de Brasil y China han demostrado lo contrario. En ambos países, y en hechos distintos, dos centros universitarios han estipulado la implementación de estándares de moralidad e integridad que amenazan los esquemas de libre pensamiento y autonomía que se perfilan en el espíritu universitario. Se pensaría que Brasil, por su reputación alegre, sus carnavales y sus famosos bikinis, es el paraíso de la poca ropa. Sin embargo, desde el pasado 22 de octubre, la estudiante de turismo Geisy Arruda es la protagonista de una polémica por ir a su universidad vistiendo un traje corto. La estudiante de la Universidad Bandeirantes, de la región de Sao Paulo, fue acosada y agredida de tal manera que tuvo que ser escoltada fuera de la universidad, mientras cientos de estudiantes le vociferaban insultos.
Días después del incidente, Arruda fue expulsada de la universidad bajo alegaciones oficiales de que su acción constituye “una falta de respeto a la dignidad académica y a la moral”. De igual manera, un comunicado de prensa del centro de estudios justifica su reacción, arguyendo que “la alumna frecuentó la universidad con ropa inadecuada. El día de los hechos, ella aumentó su exposición y estimuló en forma explícita la reacción de los alumnos”. La secretaria de Educación Superior de Brasil, María Paula Dallari, calificó de desproporcionada la sanción que recibió la estudiante, y señaló discriminación por la diferencia entre el castigo impuesto a Arruda y el que recibieron los cientos de estudiantes varones que la acosaron y agredieron. Cabe señalar que en la universidad donde asiste Arruda no existe una norma escrita que regule el código de vestimenta adecuado para tomar clases. Este incidente originó un movimiento de protestas en el país suramericano y a través de la red, en defensa de la estudiante, considerando la situación como el resultado de una actitud machista y discriminatoria por parte de las autoridades universitarias. “Es como cuando afirman que la causa de una violación es la forma en cómo una mujer iba vestida”, afirmó el presidente de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) de Brasil, Augusto Chagas. En China, por su parte, en la universidad de Nanging Forestry se ha prohibido el contacto cercano de las parejas. Nada de besos, abrazos, caricias y contacto muy cercano, establece la nueva política de la universidad. La universidad, que cuenta con una matrícula de casi 45,000 estudiantes y está localizada en la región de Nanging, ejerce su autoridad sobre ese código de conducta pública utilizando estudiantes patrulleros. Según explican varias fuentes cibernéticas, los patrulleros se acercan a muy corta distancia de los infractores y tosen hasta que éstos se incomodan y se separan. Por su parte, la universidad ha justificado esta medida alegando que esto ayuda a “limpiar la atmósfera” del centro educativo. Hasta el momento, las acciones de ambas universidades han recibido una cuantiosa respuesta de rechazo estudiantil y han abierto espacios para el debate sobre la tormentosa relación entre moral y educación.