Si yo he vivido parao, ay, ¡que me entierren parao!
Si pagué el precio que paga el que no vive arrodillao.
Parao, Rubén Blades (2002)
¿Por qué una persona decide tener un velatorio fuera de la caja fúnebre? En el caso de Georgina Chervony, la octogenaria que decidió ser velada sentada en una mecedora, fue sencillo: ella quería salir en televisión, viva o muerta.
Al menos eso le contaron sus familiares a Luis Cintrón Gutiérrez durante sus estudios de campo, mientras trabajaba su tesis de maestría Que me velen para’o: “Velorios exóticos” y desafíos a la marginalidad puertorriqueña contemporánea.
El estudiante graduado de sociología del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP) se convirtió en pionero al estudiar el fenómeno de los muertos fuera del ataúd, centrándose en la observación participativa, las entrevistas a los familiares, a los dueños de las funerarias y el análisis de la cobertura mediática.
Cintrón Gutiérrez detalló, durante su defensa de tesis la semana pasada en la biblioteca de la Red Graduada de la UPRRP, que los funerales no convencionales se han convertido en la manifestación de una narcocultura puertorriqueña que ha penetrado en los sectores populares y marginados del país.
El fenómeno comenzó en el 2008 con Ángel Luis Pantoja, el primer muerto ‘parao’, y junto al último funeral –en enero de 2016– ya van 11 “velorios exóticos’’. Según Cintrón Gutiérrez, para entender esto hay que observar el estilo de vida de quienes optan por este tipo de despedida.
De hecho, el atractivo del “velorio exótico” se magnifica cuando existe una relación entre el muerto y la narcocultura, junto a la idea internalizada, teorizó el estudiante, de que “es mejor morir joven como un rey a morir viejo y miserable”.
Cintrón Gutiérrez también explicó que una de las particularidades de estos funerales es la constante aparición de canciones de bachata y reguetón.
No obstante, la canción más ocurrente fue la del grupo de música sacra Tercer Cielo, Yo te extrañaré, en la que una persona muerta le pide a sus familiares que no sufran su partida. Igualmente, señaló que el consumo de alcohol es un elemento recurrente en los funerales exóticos.
Sin embargo, durante la presentación discutió que los velorios exóticos no son tan innovadores como podrían sonar. Estos performances –como Cintrón Gutiérrez suele llamarlos– son una práctica internacional, que llevan practicándose desde finales del siglo XIX en diversas partes del mundo.
Según el investigador, este fenómeno llegó a Puerto Rico para satisfacer el afán de reconocimiento de los sectores socioeconómicamente marginados, “porque la única forma de legitimarse es estando ‘paraos’”.
Para colorear la velada, Cintrón Gutiérrez trajo a colación la canción de Rubén Blades, Parao, a modo de profundizar en la intervención de la música popular dentro de los “velorios exóticos”. En ese caso, la canción habla de un hombre que está en una esquina y quiere que lo velen ‘parao’. El estudiante expuso que la esquina funciona ‘’para limitar el acceso y que el Estado no venga a intervenir en mi ocio’’.
Aunque Cintrón Gutiérrez presentó los hallazgos de su investigación, esto no significa que dejará de investigar el tema. “Aún hay mucho por sacar de esto. También quiero trabajar más con el desarrollo de la narcocultura y la narcoestética en el Caribe’’, dijo.