La educación libera, transforma y trasciende estigmas sociales, aseguraron seis confinadas de mediana y máxima seguridad de la Escuela Industrial para Mujeres de Vega Alta que forman parte del proyecto piloto de educación universitaria para encarcelados de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP).
Con esta iniciativa que también incluye hombres del Anexo 292 de la Institución Correccional de Bayamón, la UPR-RP se une a la corriente internacional de universidades que colaboran con los gobiernos y departamentos de corrección para rehabilitar a la población penal a través de la enseñanza.
“Es nuestra obligación como institución pero también es nuestra obligación como puertorriqueños darles esa oportunidad a ustedes, así que vamos a continuar trabajando”, afirmó la doctora Palmira Ríos González, decana de Asuntos Académicos del Recinto, durante una actividad de reconocimiento realizada recientemente para las estudiantes confinadas.
Las mujeres ya completaron los dos cursos introductorios a las Ciencias Sociales que toman todos los estudiantes al entrar al primer centro docente del País, donde discutieron temas como los derechos humanos y civiles, la pobreza en Puerto Rico y la crisis fiscal. En el semestre que recién comienza, tomarán clases de Español y Humanidades.
“Al principio se nos hizo un poquito cuesta arriba (…) pero le cogimos el piso rápido”, relató Omayra Torres Sánchez, confinada de 31 años. “Es bien gratificante participar de un programa como este”, indicó la mujer, quien se siente “muy motivada” para continuar sus estudios.
Las clases estuvieron a cargo de un grupo de profesores de la Facultad de Estudios Generales que se alternaban las lecciones semanales. Para Ilka Cruz, otra de las confinadas, los profesores marcaron la diferencia porque “han sacado que nosotras somos mujeres valiosas, intelectuales y que debemos luchar hacia adelante”.
Según expresaron las nuevas jerezanas, el aprendizaje durante el pasado año les ayudó a entender mejor sus circunstancias sociales, mientras que el tiempo dedicado al estudio, aunque limitado, les proveyó un espacio para expresar sus ideas y sentir que su intelecto y potencial eran valorados.
“Al entrar aquí (a la cárcel) somos estigmatizadas, la sociedad deja de creer en nosotras y en el sistema somos las que menos oportunidades tenemos. Es grato saber que existen personas que creen en nosotras, que se atrevieron a hacer esto posible y que están luchando para educarnos”, expuso Coralys Campos.
Como la experiencia ha sido transformadora y liberadora, varias de las estudiantes hicieron un llamado para que el proyecto se expanda e incluya más mujeres. “Hay muchas confinadas que están entusiasmadas con el proyecto, que quisieran ser partícipes de él. Yo creo que la educación es la mayor arma que uno puede tener como ser humano y yo entiendo que todas deberían ser educadas”, apuntó Torres Sánchez.
Sin embargo, la oportunidad de estudiar tras las rejas conlleva más retos de los que enfrentan los estudiantes universitarios regulares, como el acceso limitado a la biblioteca (hora y media a la semana) y el ruido en su entorno. Además, debido a medidas punitivas de las 17 mujeres que comenzaron el programa sólo seis pudieron terminarlo.
Durante la actividad de cierre del curso en el verano, las autoridades universitarias y profesores reafirmaron su compromiso con dar continuidad al proyecto.
El rector del Recinto de Río Piedras, el doctor Carlos Severino Valdez, expresó su respeto y admiración por las mujeres que aceptaron el reto de estudiar y también agradeció el compromiso de todos los que hicieron posible esta encomienda. “No hay forma de que podamos compensar este esfuerzo de los profesores, profesoras y administrativos, que puedan recibir algo que no sea la sonrisa de ustedes (las estudiantes), que no sea la idea de que ustedes sean personas más libres porque han acogido la idea de la educación”, señaló.
El programa piloto está dirigido a viabilizar el acceso de la población de confinados a estudios de nivel universitario como estrategia de apoyo al proceso de rehabilitación de esta población. También se realiza un proyecto piloto en el Anexo 292 de la Institución Correccional de Bayamón que alberga a 16 estudiantes. Los cursos ofrecidos, que son convalidados con créditos universitarios, son de educación general requeridos por todos los programas académicos del Recinto de Río Piedras de la UPR.
El acuerdo suscrito el año pasado entre la UPR-RP y el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) nació inspirado en la iniciativa del versado historiador Fernando Picó, quien ha impartido clases en las cárceles de Puerto Rico por varias décadas y que ahora, gracias a esta iniciativa, ha logrado incluir por primera vez a los custodios de máxima seguridad al proceso educativo.