A las 10:24 de la noche el cielo amenazaba con salpicar a la masa de gente que se conglomeró en el Estadio Hiram Bithorn en San Juan. Sin embargo, segundos después lo único que salpicó fueron los gritos de la multitud desesperada por ver a quien no se ha presentado en suelo boricua en los últimos cuatro años: Residente.
En la tarima –luego de la apertura del rapero PJ Sin Suela–, la banda tomó sus puestos y comenzó a descargar música a tutiplén para equiparar los ánimos, como si de avivar un fuego se tratara. El oxígeno musical se apoderó del ambiente y lo que comenzó como una noche sumamente húmeda, transmutó en un despliegue de fogosidad sin igual.
René Pérez Joglar, o aquella mitad de lo que en su momento fue el exitoso dúo Calle 13, sí que sabe avivar a un público con ímpetu profesional. En sus primeras palabras al micrófono en su concierto del pasado sábado, el artista no desperdició tiempo para agradecerle a los presentes el apoyo y la espera.
“Gracias por estar aquí de pie. Esto yo no lo doy por sentado, para mí vale mucho. Gracias de verdad por estar aquí, desde hace rato. Lloviendo y lloviendo y lloviendo… Los que me siguen son unos bravos”, lanzó.
Acto seguido, abrió el tan esperado concierto con el sencillo Somos anormales, el mismo con el que comenzó su trabajo como solista.
De inmediato, Residente cumplió con las expectativas mostrándose enfocado en transmitir el mensaje de sus rimas con aplomo, energía y dicción –elementos que raramente se combinan exitosamente–.
A esto se sumó el talento de la corista puertorriqueña Kianí Medina, quien lo acompañó de la misma forma en todo momento, reforzando líneas, cánticos e ideas con un dominio escénico y vocal encomiable. Sus enérgicos movimientos sirvieron de perfecto contrapeso visual para Residente. Esa buena dupla se complementó con la producción, que se encargó de resaltar la buena sincronía en el ámbito técnico.
En El aguante, visuales punzantes en pantalla gigante mostraron a infames gobernantes, dictadores y guerras pasadas, denunciando todos los “aguantes” que como humanos en sociedad hemos tenido que soportar.
Luego, en La sombra, el juego de luces se destacó por crear oscuridad en los rostros de todos los exponentes y otros elementos escénicos, reflejando el tono sombrío de la melodía. Por último, al finalizar Guerra, el sonido estridente y la distorsión provocaron segundos de reflexión en el público mientras la figura de René permanecía hincada en escena.
La noche también incluyó temas de sus discos como Residente Calle 13, los cuales su fanaticada coreó efusivamente, palabra por palabra. Entre los que más destacaron se encontró su rap subversivo Calma pueblo, el clásico del reggaetón Atrévete-te-te y su apasionado himno Latinoamérica. Este último contó con un solo introductorio por el guitarrista norteamericano Justin Purtill, quien afincó los acordes de En mi Viejo San Juan y provocó euforia entre el público presente.
Al igual que Purtill, todos los músicos del conjunto multicultural se mostraron integrados con el público puertorriqueño y el momento, desde el guitarrista alemán Elias Meister hasta el percusionista marroquí Brahim Fribgane. El percusionista puertorriqueño Danny Díaz, el único otro boricua de la agrupación, se dio a escuchar en el timbal en múltiples solos y con su famoso “tripandero” durante la interpretación del tema Hijos del Cañaveral, que arrancó lágrimas en muchos de los presentes. El emotivo número culminó con Díaz mezclándose en un abrazo con Residente con la monoestrellada en mano.
“Vamos a brincar a nombre de este país”
En la función también hubo foro para el activismo social, liderado por una estudiante de 16 años de la Escuela Central de Artes Visuales, institución en la que estudió René Pérez. La valiente joven hizo un llamado a la unión nacional en el activismo y a reprochar el plan actual de cierre de planteles del sistema público por parte de la actual secretaria de Educación, Julia Keleher.
Acto seguido, la estudiante Wilmarí De Jesús, representante estudiantil ante la Junta Universitaria del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico denunció el plan de alzas en el costo de matrícula e imposición de cuotas, al igual que el potencial cierre de Torre Norte, residencia universitaria que ubica frente al campus riopedrense y sirve actualmente a 375 estudiantes.
Nelson Monterola, otro activista, provocó al público con rimas originales y un grito a tomar posesión del país, mientras Jocelyn Velázquez representó a la Jornada Se Acabaron Las Promesas instando a todos los puertorriqueños a tomar las calles y llamando a la lucha en contra de las medidas propuestas por la Junta de Control Fiscal.
“Una lucha por la vida”, exclamó Velázquez.
Y así como la importante discusión de temas sociales ocupó una parte notable del espectáculo, la pegajosa coreografía de ‘Sexo’ (con iLe y Dillon Francis como artistas invitados) se multiplicó poco después entre todos los cuerpos sudorosos de los presentes.
Entonces, al son del “Blam blam, What a bam-bam, Tu pun-pun, Wiqui-wiqui, Rrra-ta-ta-ta-ta”, Residente llenó San Juan de música, activismo y –¿quién sabe?– hasta de sexo.