¡Tú! ¡Verso!
Has vuelto a la vibrante definición de forma
que entibiaste a la sombra del impulso primero.
Ya puedo definirte. Traes ímpetu de idea,
y vibra en tus palabras el ritmo de lo nuevo.
Eres el hoy del mundo; la afirmación; la fuerza.
¡Revolución que rompe las cortinas del tiempo!
En tu Sí, inevitable revolución del mundo,
me he encontrado yo misma al encontrar mi verso.
Versos de “Se me ha perdido un verso” de Julia de Burgos en Poema en veinte surcos
Según el calendario de días internacionales de la Organización Naciones Unidas (ONU), mañana, 23 de abril, se conmemora el día de la lengua española y también de la lengua inglesa. Del beso entre estas dos lenguas Puerto Rico sabe bastante.
Yairamarén Román Maldonado se fue a San Francisco hace siete años a hacer una maestría en la Universidad Estatal de San Francisco y luego fue aceptada para un doctorado en Literatura Latinoamericana y Nuevos Medios en la Universidad de California-Berkeley.
Fue de las que participó en el movimiento estudiantil del giro de década. Poco antes de irse se cerraban los portones, haciendo de su ya pautada despedida una menos fácil, pero quizás impulsándola a mantener ese sentimiento vivo a la hora de integrarse en su labor sociopolítica en las instituciones californianas que, de repente, le tocaba llamar hogar.
“Soy de Caguas, y me gusta pensar que de Río Piedras, porque ahí me formé como persona en los años antes de irme de la isla”, explicó Román Maldonado, quien también ofrece cursos en Berkeley como estudiante graduada.
Es de las que iba los domingos al Nuyorrican Café del Viejo San Juan, a los micrófonos abiertos de principios de Siglo XXI: “Fue mi verdadero primer encuentro con la poesía, con un grupo que se llamaba Kapearte, que declamaba poesía. Llegué hasta allí con unas amigas que tenían edad para manejar y era inspirador”.
De entrada, ella les recomienda que lean la poesía que más le guste, pues, “no importa cuántas veces hayas leído, es como un primer encuentro. Yo vuelvo a Vallejo, por ejemplo, y cada vez sus poemas son nuevos. Siempre me siento como una niña pequeña que acaba de descubrir un tesoro sin buscarlo”.
Nosotros nos unimos a su recomendación y agregamos otra: lea esto a continuación, que quizás le sea un tesoro sin buscarlo. En la víspera del día internacional de los idiomas inglés y español, traemos a esta poeta para que les zumbe par de cosas en ambos lenguajes, aunque quizás no en Spanglish…. Hummm… Lo mejor es que trabaja la colonia desde la diáspora, en su particular tiempo, en su particular espacio, algo vital en estos tiempos de guerras mundiales.
Here we go.
Diálogo: Hola, Yairamaren. ¿Cómo es tu cotidianidad? ¿Cuál es tu propósito en el mundo?
Román Maldonado: En lo cotidiano, tengo un régimen bastante estricto para producir, pero también para auto-cuidarme. Paso sola mucho tiempo, por la naturaleza de mis obligaciones. Los fines de semana intento mantenerme al día con las amistades ‘extracurriculares’. Desde hace como dos años, voy los domingos al taller de bomba y plena del área de la Bahía. Allí tocamos, bailamos y aprendemos de la historia afro-caribeña en Puerto Rico… pero de forma mucho más relajada que en la academia.
Desde muy joven siempre vi la educación y las artes como vocaciones. También sabía que algunas cosas andaban muy mal en el mundo porque mi papá me dio el Manifiesto Comunista cuando tenía quince años. Seguí dando bandazos y pensaba que quería crear un mejor futuro. Mi propósito, en ese sentido, era muy romántico: cambiar el mundo. Pensaba que cambiar el mundo tenía que ser este ideal a veces inalcanzable. Recientemente, entendí que mi propósito es más simple que eso, es sobre cómo entablar diálogo con los y las que me rodean, reciprocar el apoyo que recibo de otros, cambiar el presente más que pensar en un futuro incierto o monstruoso. Asumo la colaboración en la cotidianidad como un estilo de vida, en cada movida que haces cambias algo.
Diálogo: De entrada, se nota algo sonoro en tus poemas. Como un flow, diría la juventud. ¿Por dónde va la cosa con respecto a esto?
Román Maldonado: El flow del libro tiene que ver con el proceso de escritura y la intención que adjudiqué al libro. Mucha de la escritura la hice en el celular porque aprovechaba pequeños momentos libres para escribir, en la guagua o caminando. Escribir en el celular me permitía tener algo listo para al fin del día editar en la computadora. La escritura refleja esa movilidad y rapidez que impacta el ritmo. Cuando escribía un poema, me grababa y me escuchaba, y editaba acorde, de modo que si había algo que no caía con el ritmo del poema me sentaba, lo cambiaba y repetía. Quizás por mi propia fascinación con el spoken word había algo que me decía que, aunque sea escrito, tiene un ritmo, pa’ cautivar al que escucha, no solo al lector. Todo el mundo tiene sus manías, ¿no? Estudio literatura, entonces aprendí que cada poeta tiene su ritmo. Cuando leo a Darío recibo el mandato — “ama tu ritmo” — siento una obligación poética.
Diálogo: Más allá de lo de la diáspora, hay pulseo entre una cotidianidad de San Francisco y una incapacidad de desarraigo para lo que luce como otra cotidianidad más antigua de Puerto Rico. ¿Cuán apretado fue ese pulseo entre ambos espacios? ¿Puede uno decir que catártico incluso?
Román Maldonado: Nunca me pensé como diáspora escribiendo estos poemas. Aún no hacía las paces con que mi vida acá iba a ser permanente. Después sí, cuando lo compartí con amigos y hasta cuando lo empecé a trabajar con la editorial, me di cuenta que para mi interlocutor soy diáspora de entrada. El proceso de escritura es mi estrategia para cierto proceso de descolonizarme. En ese sentido es catártico, porque te ayuda a entender y explorar cosas que, de otro modo, no están descifradas; preconcepciones. El pulseo fue intenso y catártico; Interfaces representa un periodo específico, que parece eterno, como los primeros cinco años de estar fuera, de ir y venir, y de la transición de pensar que venía temporalmente a aceptar que ya la estancia sería permanente, que sumará un total de diez años o algo así. Voy por el séptimo, pero ahora con Promesa y la reforma laboral pues pareciera aún más permanente la estancia acá o simplemente fuera de la Isla. Entonces, pensar que dejaste algo atrás, que con el tiempo te percatas que ya es irrecuperable y tener algo al frente que aún intentas descifrar, aceptar, valorar, hacer parte de ti, de todo lo que pensabas que eres.
Diálogo: ¿Inglés versus el español dentro del propio reconocimiento como inmigrante de la existencia de una vorágine imperialista? ¿Cuán difícil encuentras ese balance para la denuncia colonial que haces desde fuera de la Isla? Te digo, pues cuando trabajo estos duelos como recursos para la poesía, se me hace medio viacrucis en ocasiones, y eso es desde la propia colonia. ¿Consideras también que sea una cuestión generacional? ¿Crees que tiene que ver con el éxodo boricua de la pasada década? Yo a veces veo estos diálogos bilingües como un dolor práctico de catarsis ante una afrenta de liberación nacional que sube una cuesta, más que el guilty pleasure que uno, como autor criado en el archipiélago y sus dicotomías, puede pensar o sentir que es…
Román Maldonado: Creo que como escritora se toman decisiones, estás respondiendo a tradiciones que te preceden, criticando incluso, y tienes la alternativa de lanzarte a la deriva y desarraigarte o continuar lo anterior. A mí me interesaba en este proyecto lanzarme a la deriva y desarraigarme, pero a sabiendas de que nunca hacemos nada nuevo porque ya todo lo hicieron los y las vanguardistas del siglo pasado. En ese sentido, el balance no se me hizo difícil. La escritura refleja la cotidianidad, y la cotidianidad aquí es en inglés principalmente; si fuera en Haití sería en creole.
Por un lado, está esa parte de representar la experiencia contemporánea como un espacio donde el purismo del lenguaje no debe ser el punto de foco para la descolonización. “Hablo español” equivale a que soy ‘X’ o ‘Y’ cosa. Por otro lado, está la tentativa de querer que un lector anglo-parlante entienda o pueda sacar algo del libro, pero en el proceso me di cuenta que eso era otro proyecto y por eso Interfaces solo tiene breves intervenciones en inglés, principalmente conversaciones que he tenido. En ese sentido, el libro corre cierta suerte de filtro de voces que me rodean. Entonces, el balance no es difícil. Lo veo como continuidad, dentro o fuera de la Isla uno lleva continuidad, pues ser el sujeto colonizado no es algo que dejas atrás cuando sales de la Isla, es más bien algo que moldea cómo te articulas y re-articulas y tienes que seguir re-articulándote para ser un poquito más libre cada día, sin importar donde estés, liberarte de ese trauma de la colonización de siglos que llevas impregnado en tu genética. Otra cosa que quería retar, con respecto al uso del inglés, era la percepción de que solo los privilegiados, personas alienadas o quienes quieren ser como los gringos, lo usan. Quería mostrar que se puede no querer ser gringo y que esto del idioma es otra cosa, casi banal. Yo misma solía tener esa percepción purista del lenguaje y con el tiempo me he dado cuenta que el spanglish es un juego de palabras hasta divertido. Se habla con lo que se tiene al momento, si tienes una guitarra en la mano la tocas y esa es tu voz, si estás en un toque de bomba y das un par de piquetes, esa es tu voz. La escritura de Interfaces es recursiva en ese sentido; hay inglés, español, un poema de tres versos en portugués y hashtags que reflejan todos mis interlocutores. El título es un juego también, una palabra que se escribe igual en español e inglés y que también nos representa. Bueno, me representa a mí, una interfaz como el espacio donde dos organismos independientes se contaminan, pensando que imperio y colonia son dos sistemas separados que de algún modo interactúan a través de una como colonizada. También, hay interfaces espaciales, como la parada del tren o la guagua, y otras más de nuestra contemporaneidad: el iPhone, el Facebook, etc.
Volviendo a la idea anterior del balance y en relación a lo generacional y la pasada década, definitivamente mi interlocutor es más o menos alguien que entiende — si no completamente, al menos a medias — la situación actual de la Isla. En ese sentido no se me hizo tedioso, más bien quería rescatar palabras, acepciones, discursos particulares de la situación colonial de la Isla y ponerlos en diálogos con discursos de otras épocas, autores, corrientes literarias, teorías, espacios etc. Me di cuenta que irse de la Isla en nuestros tiempos es otra cosa, para nada tiene que ver con la nostalgia y la tristeza de las diásporas anteriores. No que yo quisiera que fuese así. Por el contrario, es como el éxodo gone dark, una competencia, una falta de comprensión sobre la experiencia del que se va, una banalización completa de una conversación que creo que es mucho más importante y que podría ser mucho más productiva que reducirla a quién se quitó y quién no. En ese sentido, quería articular la vida de nosotros acá, desde una perspectiva de la experiencia humana, porque el sistema capitalista controla nuestras vidas y uno se las busca. Irse o quedarse es una decisión a veces personal, a veces producto de la precariedad actual en Puerto Rico. Nuestra generación tiene la obligación de producir conversaciones que cristalicen las vertientes de la complejidad del éxodo y la diáspora. Vale pensar en la diáspora como una aliada, lejos de campañas de hashtags; una alianza que visibilice la continuidad entre vivir en la Isla y estar fuera como producto de un sinnúmero de razones, sin nostalgia ni melodramas, solo en términos prácticos. La política de descolonizarnos requiere conocer y comprender todas las partecitas de la historia o el rompecabezas, escuchar y entender todos los impactados por el colonialismo. Nadie se salva, adentro o afuera.
Diálogo: Veamos esto y entonces háblame de la sicolingüística bipolar que intentas identificar en el hábitat ese de las redes sociales cibernéticas:
Sola
Las parejas siempre ponen fotos con sonrisas perfectas en las redes sociales.
- ¿No te parece patético?
- Digo, que no es que yo me salve de haber puesto fotos alguna vez con el jevo, pero en ninguna nos acercábamos a lo perfecto.
- Sí, era como si supiéramos que en una relación nada era tan así.
- O, como si nos resistiéramos a aparentar lo que no éramos.
- Sí, algunos quizás tienen uniones de esas sagradas de que nunca nada los separa y a lo mejor nunca pelean, ni se desentienden.
- O quizás nosotros teníamos demasiados desentendimientos con el mundo que al final nos hicieron desencontrarnos juntos.
- ¿No te parece patético?
- ¿Qué?
- Las fotografías, las sonrisas perfectas que ocultan la belleza de la imperfección.
- Claro
- Y, ¿qué tal?
- Nada, yo no tengo pareja y hablo contigo que no existes así que mi opinión valdrá muy poco y quizás hasta perezca en esta soledad.
- Y, ¿qué harás?
- No sé, yo nunca posteo sonrisas perfectas, sólo medias sonrisas o nada, o rostros que reflejan la incertidumbre del amor, a mí y a los demás, a este mundo, real o virtual.
- Y cuando tengas pareja, ¿no vas a compartir el amor con el mundo?
- No, produciré poemas visuales sobre nuestros momentos más vulnerables y los colgaré en algún blog.
- Nadie lee blogs.
- Igual que nadie postea fotos llorando cuando le han roto el corazón
Román Maldonado: No sé si es bipolar o un tipo de máscaras de felicidad ecuánime que se intenta proyectar en las redes sociales. Este poema es producto de la soledad extrema que se puede vivir cuando estás en el proceso de hacer las paces con una nueva realidad opuesta a la que viviste por más de 20 años, la soledad de ser inmigrante también. Creo que aquí buscaba un poco expresar una tensión, quizás sarcástica, con cierta obsesión que hay en las redes sociales con la apariencia, con aparentar que la felicidad es inagotable. No creo que eso sea cónsono con la realidad, por el contrario, todos sabemos que hay días y hay días, que no todo es color de rosa, especialmente en el caso de Puerto Rico. Todos los días son una lucha constante, pero en las redes sociales todo pareciera lindo, sonrisas, #ilivewhereyouvacation.
Aquí buscaba tener una conversación conmigo misma — porque en la soledad uno tiene que ser su propio interlocutor — sobre cómo la realidad virtual puede invisibilizar el sufrimiento o las luchas de la experiencia humana, algo muy peligroso: puede llevar a la alienación y a privilegiar aspectos de la experiencia humana sobre otros. No sé, a veces, por meses, veía a los panas posteando de todas las cosas cool y lo feliz que estaban con sus vidas, y yo acá pensaba “coño, a lo mejor si estuviera en la Isla todo estaría mejor”, pero después en conversaciones por teléfono escuchaba otra historia sobre lo mal que la estaban pasando o lo mal que andaban las cosas. Este poema es un poco de eso, de las dos historias: la realidad virtual y la realidad real. En ese sentido, sí, creo que es bipolar. Lo único es que en vez de desplazar la experiencia a otros, es una reflexión propia.
Diálogo: Bueno, y aunque andas en San Francisco, ¿cómo uno consigue Interfaces? ¿Cuándo vienes a Puerto Rico?
Román Maldonado: Pues, para mi suerte el libro se publicó en la Editorial Educadora Emergente, de la Isla, es un honor. Entonces, en Puerto Rico es donde se consigue el libro, en persona en Libros AC o le puedes pedir a tu librería favorita que lo traiga. Y aquí en línea. Nunca sé cuándo voy, a veces se complica el asunto de visita por la lejanía de California y demás, el viaje es súper largo. En algún momento de este año quiero presentar Interfaces. Aunque, también he pensado hacer una presentación donde me pongan en Skype, sabes, como para tripiar con el espíritu del libro.
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