
En las aceras de Río Piedras, se atrinchera la basura de la ciudad. Tiradas en las aceras, junto a las bolsas negras, se encuentran sillas, mesas, sofás, libreros, cuadros, que aún lucen bien, pero que sus dueños reemplazan y desechan, en espera de algún camión que los transporte a los vertederos que ya están a punto de explotar.
Pero en el ínterin, jóvenes citadinos que caminan por las calles de los centros urbanos rescatan los artículos, los destinan a sus hogares, o los transforman, todo para seguirles dando vida. Se les conoce como rescatadores.
Aunque es un fenómeno que a veces pasa inadvertido, o por el contrario, sorprende a quienes no están familiarizados con el concepto, no es menos cierto que los jóvenes han encontrado en cada artículo rescatado un alivio para sus bolsillos. Al mismo tiempo aminoran la pesada carga de los vertederos del País.
Joel Cintrón Arbasetti, estudiante de maestría en comunicación en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (UPR-RP), cuenta que cuando se mudó a Río Piedras hace seis años, tener su apartamento vacío lo indujo a fijarse en los artículos que se acumulaban en las aceras. Su residencia se ha ido llenando con sillas y sofás encontrados en Santa Rita, un taburete de madera que descansa en su cocina, una base de madera para discos de vinil, y una mesa de mimbre que le sirve de librero.
El mal estado de los artículos tampoco es impedimento para su rescate. Cintrón Arbasetti afirma que le ha quitado comején a libros de historia, y ha limpiado y tapizado sofás.
Cintrón Arbasetti rescató esta mesa de mimbre que usa para colocar sus pertenencias.
Por otro lado, María del Mar García Ramos, también estudiante de maestría en comunicación, no solo rescata de las calles objetos básicos del hogar. Desde hace un año, ha encontrado por las urbanizaciones de Guaynabo adornos que han logrado de una manera eficiente darle estilo a su casa, y en los que ya ha depositado un valor sentimental.
Aparte de un sofá y una silla de mimbre, ha tomado una antena vieja para coronar su televisor, faroles, un pianito pequeño desde donde ha grabado música, una decoración de patio para sostener plantas, y madera prensada, que ha utilizado para pintar. “No pienso que sean basura, todavía tienen uso, y si yo puedo dárselo, por qué no cogerlo”, reflexiona.
De la necesidad a la conciencia ambiental
Coinciden los jóvenes en que la crisis económica del País, que ha tocado muchos bolsillos, fue en parte lo que desvió sus miradas de las tiendas a las calles.
Consiguen muebles gratuitamente, a la vez que logran que numerosos artículos escapen del calificativo “desperdicio sólido”.
Bajo la línea de pensamiento de que “cuando hay necesidad, hay que buscárselas”, el joven de 24 años, Héctor Pérez Quiñones, ha llenado con la calle su apartamento. Un futón de madera, una mesa de mármol, y una mesita de noche, permanecen en el apartamento del estudiante graduado de arquitectura, para quien la manera en que se rescatan los objetos es espontánea y funciona.
Sin embargo, Pérez Quiñones comenta que no tiene ninguna intención ambiental, sino que más bien lo hace por necesidad. De igual forma, Cintrón Arbasetti nunca vio en su acto un ejercicio ambiental. “Pero ahora que lo pienso sí ayudo, para que haya menos basura en el vertedero”, se percata.
En cambio, para García Ramos, el valor ambiental siempre ha estado presente. “Más que ayudarme a mí y a la persona, ayudo a que no se produzca tanta basura”, comenta la joven.
En un país donde se generan 8,100 toneladas de desperdicios sólidos al día, y donde ya se ha propuesto hasta un incinerador en Barceloneta debido al poco espacio que queda en los vertederos, tanto los municipios, comunidades como asociaciones pro ambiente han buscado institucionalizar alguna solución. Se ha promulgado el reciclaje de algunos materiales, según el plan detallado de acción de la Autoridad de Desperdicios Sólidos, sin embargo, no se ha puesto tanto hincapié en la reducción y reutilización de artículos. Rescatar parte de los objetos que yacen en las calles, combate también el exceso de desechos, a la vez que los reformulan.
“La basura no existe”
Para Manuel Santini Durán, de 20 años, todas las cosas pueden seguir sirviendo, si no en su función original, se puede transformar. “La basura no existe (…) solo hay que ver las cosas con otros ojos, para así reanimar los objetos”, afirma.
El estudiante de bellas artes de la UPR-RP ha encontrado en las calles de Condado y Santurce, la materia prima para crear arte con escombros. Cuenta que pudo recrear un cuarto en el medio de una playa, con maderas que convirtió en escritorios, bancos que transformó en asientos, y colchones, en camas.
El también malabarista dibuja en el aire con sus clavas, hechas de patas de sillas que recoge en la calle. Incluso ha encontrado bicicletas, cuyas partes conserva, o las colorea y las convierte en objetos de colección.
Junto a su 'roommate', María del Mar García construyó esta pieza artística con distintos desechos.
Crear desde los escombros también es vital para la estudiante de segundo año de la Escuela de Artes Plásticas, Yesiliam Rivera Pratts, pues los materiales de arte son costosos. “Lo que uno paga muy caro, lo puede encontrar en la calle, y lo que surge puede ser hasta mejor”, explica la estudiante de animación, para quien “la necesidad es amiga de la creatividad”.
De latas, cristal, papel de aluminio, y cinta adhesiva, que ha encontrado en las calles del Viejo San Juan, han nacido texturas para canvas y esculturas, indica Rivera Pratts. La experimentación es esencial en estos momentos de estrechez económica, añade. De igual forma,
Pérez Quiñones recuerda los marcos de madera y cartón corrugado que encontró y utilizó para varias maquetas de estudio. Incluso, comenta que la propia Escuela de Arquitectura de la UPR-RP promueve que sus estudiantes utilicen cartón reciclado.
Las vendas del consumismo
Todos los entrevistados coincidieron en que la gente consume desmedidamente, lo que explica que se desechen tantos objetos en buen estado. Incentivar la reducción del consumo aliviaría también el creciente problema de la basura, ya que el estilo de vida en Puerto Rico induce a la compra alocada, al remplazo constante y, por consiguiente, a la generación de desechos.
“La gente bota cosas, no porque no funcionan, sino porque quieren estar todo el tiempo innovando”, comenta Cintrón Arbasetti, para quien aparte de educar a la gente, se les debería enseñar a crear.
Los estudiantes han recuperado varios muebles como este sofá.
“No se fomenta la creatividad, porque han dejado todo al marketing y a las empresas”, añade. El afán por aparentar y estar a la moda, en la búsqueda hambrienta de marcas, conducen al exceso de desechos, opina Santini Durán.
A su vez, García Ramos arremete contra el individualismo diario. “La gente bota por botar (…) no piensan que quizás otra persona lo pueda usar, y en vez de donarlo, lo desechan”, denuncia.
Así que no solo para aliviar los vertederos del País, sino para conservar artículos que para otras personas puedan resultar útiles, Cintrón Arbasetti propone que se incentiven tiendas como Electroshock, de trueque, o Salvation Army, de donación y venta. Habilitar espacios de intercambio sería lo más lógico, según García Ramos.
“Se siente mejor hacer trueque con alguien que comprárselo a alguien”, asegura.