En un rincón del residencial Luis Lloréns Torres en Santurce, cerca de las vías del tránsito y los apartamentos de esa comunidad, hay un espacio para la enseñanza, donde los estudiantes pueden elegir lo que quieren estudiar, pueden trabajar en equipo y reina un ambiente sano y dulce, ajeno al bullicio de la zona metropolitana.
Los salones del programa Montessori de la Escuela Luis Lloréns Torres son diferentes a los del currículo regular del plantel. Cada pared está categorizada en “norte, sur, este y oeste” y los materiales están organizados por materia. No hay carteles de personajes de Disney, ni de princesas u otras ilustraciones alusivas a personajes de ficción. Los estudiantes de un nivel, o grado, se reúnen con la maestra, mientras los otros se concentran en el piso encima de alfombras con distintos materiales. Unos trabajan solos y otros en equipo.
En contraste a otras escuelas públicas de la zona, esta institución trabaja actualmente en sus instalaciones el proyecto Montessori desde las edades de tres a cuatro años hasta el nivel cinco. Con tan sólo cuatro años en el residencial, la implantación de este sistema de enseñanza ha tenido gran receptividad entre las maestras y estudiantes.
"A diferencia de las clases regulares, el maestro es como una guía y no el centro de la clase. Antes yo era el centro y no sabía si el niño realmente captaba lo que yo le decía. Aquí no. La interacción entre el estudiante y el maestro es más personalizada", comentó Lucy Marrero quien ha sido maestra de la escuela en el residencial Lloréns Torres por 28 años.
Marrero había instruido a sus estudiantes a colorear las banderas de los países de América Central para que, de una forma más visual, los alumnos pudieran captar e identificar el lugar que la maestra les señalaba.
"Costa Rica, Panamá…" gritaban en unísono los estudiantes cuando la maestra les señalaba en un cartel las banderas de cada país.
Para Marrero, la interacción personal entre los estudiantes y los maestros ayuda a que los niños "aprenden más". Las clases se distinguen por ser basadas en una "presentación impresionista" que consiste en demostrarle al estudiante el material y luego el niño debe comenzar a hacerlo por sí solo hasta que desarrolle la destreza enfocada.
"Nosotros tenemos una agenda semanal, ellos pueden elegir qué temas quieren discutir primero dentro de esa agenda. Se utilizan rótulos e ilustraciones para aumentar sus destrezas hasta que ellos puedan trabajarlo solos", comentó Marrero.
Al final del salón, la otra maestra, Iris Quiñones, se reunía con sus estudiantes entre las edades de 10 a 11 años para discutir sobre la leyenda del dios griego Zeus. Cada estudiante tenía en sus manos la literatura y comentaban entre sí lo que entendían del texto.
Los niños también se mostraron muy entusiastas con el estilo de enseñanza de Montessori. Según la alumna Omaris Pérez, lo más atractivo es que "uno puede leer lo que quiera".
Marrero afirmó de forma jocosa que se le da al estudiante la "ilusión" que tiene el control de lo que va a estudiar, sin embargo, es el maestro quien da la presentación y se rige bajo la agenda que está colocada en las pizarras.
Aunque el programa no está diseñado para otorgarles evaluaciones a los estudiantes, el currículo regular de clases requiere que cada estudiante tenga una nota por clase. Por esta razón, según Marrero, se les da un promedio a base de puntos cuando el estudiante hace el trabajo de manera individual y correcta. Para ilustrar la forma en que cotejan las destrezas de los estudiantes, las maestras hacen entrega de dos carteles. El cartel control tiene todas las contestaciones y el otro está vacío para que el estudiante escriba las contestaciones.
Un reto económico
A diferencia del currículo regular, los materiales del sistema Montessori son hechos de madera, para hacerlos duraderos y para que los niños logren exponerse a otras texturas. Para Rosa Recondo, directora del plantel, el programa Montessori es significativo para el desarrollo del niño “y salen bien listos para trabajar".
Sin embargo, los materiales son más costosos que los del currículo regular. La directora de la escuela aseguró que es un reto económico porque al ser escuela pública no se les cobra nada a los padres.
“(El programa) Es completamente público, nuestro reto es tener los materiales que conseguimos con actividades extracurriculares de los estudiantes de la escuela”, indicó.
Del mismo modo, el plantel tiene otros retos, como conseguir que los maestros estén certificados en el método de enseñanza Montessori. Actualmente algunos maestros de currículos regulares están haciendo sus certificaciones para ampliar el programa en la escuela.
Por el momento, las maestras trabajan con los materiales que tienen. Aunque la matricula del proyecto estáabierta para todos, se le da prioridad a la comunidad de Lloréns Torres.
En cuanto a la enseñanza y el aprendizaje de los estudiantes, la directora aseguró que el currículo tradicional no es suficiente para desarrollar todas las etapas del niño. Como ejemplo, expuso que los alumnos de tres a cuatro años requieren que se les trabaje con sus destrezas motoras, a través de tareas simples como llevar agua de un envase a otro con una cuchara hasta algo más complicado como ordenar bloques de acuerdo a su tamaño.
Recondo explicóque el plantel en Lloréns Torres no es el primero en implantar el programa. Según la directora, la primera escuela pública con el proyecto Montessori fue Juan Ponce de León gracias a la instrucción de Ana María Blanco, directora del Instituto Nueva Escuela (INE) que tiene como propósito certificar a los maestros que quisieran ser maestros del programa.
“Ana María es considerada como la madre de nosotros. Ana María Blanco comenzó en escuelas Montessori privadas y ahora las escuelas hermanas (planteles públicos) que comenzaron este proyecto se reúnen mensualmente con el INE para establecer nuevos planes”, puntualizó Recondo.
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