Una mañana como cualquier otra iba caminando hacia el gimnasio. Un grupo de varones jóvenes me miran y escucho que uno de ellos expresa: "Con algo así yo me casaría". Mi reacción inicial fue incredulidad. El comentario fue emitido de paso, claro, este tipo de cosas no se suelen decir de frente, es algo que se escucha entre murmullos.
El comentario me pareció sumamente ofensivo, me incomdó y me molestó de sobremanera. Inmediatamente me cuestioné, ¿en qué momento una mujer pasó a ser un objeto? ¿A qué viene la comparación? Si la idea era halagar, quizás no me hubiese sentido tan ofendida si hubiera dicho "con alguien así yo me casaría".
Desde que tengo uso de razón, he visto y he vivido experiencias desagradables con "hombres" que expresan este tipo de acoso callejero hacia las mujeres. No hay nada más repugnante que ir caminando y que un hombre te pite como si fueras un animal o que vayas en tu carro y un camionero mire hacia abajo y te toque esa horrenda bocina. Esto me ha llevado a cuestionarme la naturaleza de este comportamiento: ¿qué les pasa por la mente a estos hombres? ¿Acaso piensan que una se siente halagada porque te piten? ¿Piensan que así te pueden conquistar? ¿Tan poco valemos?
Considero que no es justo que una mujer tenga que atravesar por estas situaciones. ¿Por qué una mujer no puede hacer ejercicios, trabajar o tan siquiera existir sin que un hombre sienta la necesidad de emitir comentarios vulgares? No dudo que en ocasiones el “piropo” cause halago, pero todo depende del modo, la situación y el contexto.
Para conocimiento de estos hombres acosadores, un simple silbido puede tener grandes consecuencias y, depende de la situación, hasta perder su trabajo. La Ley 61 aprobada el 13 de abril de 2011 establece que este tipo de comportamiento es una conducta delictiva. Este mandato indica que "el acoso sexual es descrito como una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre los géneros. En ocasiones, esta conducta ha causado la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo," expone la ley.
Además de que estas situaciones son conductas normatizadas, ignoradas y prevalentes, también es necesario precisar quiénes fomentan y perpetúan esta conducta reprochable. Por proponer un ejemplo, en la industria de la música, uno de los artistas con hitos de audiencia en el Choliseo es el cantante Romeo Santos. El artista tiene una canción titulada "Propuesta indecente”, en la que sugiere faltarle el respeto a una mujer y luego culpar al alcohol de dicha conducta. Continúa diciendo que “si levanto tu falda me darías el derecho a medir tu sensatez”. Canciones como éstas, que mujeres atraídas por esta música las cantan sin pensar en el tipo de comportamiento que están fomentando, forman parte de la cultura de acoso sexual callejero que rara vez se critica o denuncia.
Y mejor ni hablar de la cantidad de memes en las redes sociales como Facebook, que suben tanto hombres como mujeres. Como el de la imagen que acompaña esta nota "quisiera ser hambre para darte tres veces al día".
Todo comienza con el respeto propio. El título de este escrito surgió de en un meme de Facebook que ripostaba a comentarios sexistas con un “no quiero tu piropo, quiero tu respeto". Estamos tomando consciencia, tanto hombres como mujeres, de la importancia de hacer valer el respeto y de no aceptar el acoso sexual de cualquier índole como algo "normal".