"Esta edición es la más mierda que he visto en mi vida".
Es posible que esta frase haya sido repetida indiscriminadamente en un billón de lugares, cifra que se arguye son los espectadores de los Premios Óscar, o la gran noche del cine como se conoce popularmente. En términos técnicos, es posible entender por qué la ceremonia del 2011 no apeló a una audiencia masiva: fue una puesta en escena de ass kissing y circle jerks colectivos exponenciados, añadido a la mezcla de dos anfitriones en planos distintos; Anne Hathaway, comportándose como toda una fan girl de la industria, ya sea porque esté buscando potenciales roles o porque simplemente es una geek, y James Franco, quien está tan ocupado siendo un hombre renacentista (profesor de una clase sobre él mismo en Columbia University y estudiante de doctorado en NYU, modelo, actor, escritor, you name it), que lo menos que le interesaba era lograr una buena dinámica con su compañera y hacer de la ceremonia, ansiosa y tediosa, una experiencia especial para los nominados, así como para los espectadores. La intervención de Robert Downey Jr. y Jude Law tuvo más química escénica y humorismo que todo el trabajo de Hathaway y Franco.
A diferencia de otras ediciones, también se ausentó el factor emotivo, el rags to riches: no hubo minorías nominadas, ni underdogs pisándole los talones a las grandes producciones. Aquellos discursos parapelos de Roberto Benigni, Cuba Gooding Jr. y Kathryn Bigelow fueron reemplazados por agradecimientos a productores y publicistas, que aunque bien merecidos, honestamente a nadie le importa en su casa mientras comen popcorn y se preguntan por la súbita gordura de Javier Bardem.
En cuanto a los ganadores, ningún triunfo sorprendió. Sin embargo, anonadado quedó el espectador con los que quedaron fuera. Las categorías de actuación ya estaban fuera de contienda, pues durante meses precedentes prevaleció la tendencia en otras premiaciones de que Colin Firth (Mejor actor), Natalie Portman (Mejor actriz), Christian Bale (Mejor actor secundario) y Melissa Leo (Mejor actriz secundaria) ostentarían el premio mayor.
Lo que provocó el what the fuck colectivo fue que se le otorgara Mejor director a Tom Hooper (The King's Speech) y Mejor película (The King's Speech). Para muchos, la trayectoria de Tom Hooper no amerita un Óscar. The King's Speech es su segundo largometraje, precedido por una gama de mini series para televisión. Sin embargo, Academy wise, este filme tiene todos los elementos que hacen un filme memorable: una historia verídica de superación, situada en nazi era, donde el florecimiento de una amistad inusual desemboca en el logro del personaje principal. Es un clásico happy ending, feel good movie, una fórmula de guión que nunca fallará.
Por su parte, aquellos que sufrieron un desaire fueron Darren Aronofsky y Christopher Nolan (que lo evidenció muy bien en su cara cuando The King's Speech ganó Mejor guión original). ¿Cómo sucede que Inception, la película que obtuvo más premiaciones técnicas, no fue nominada para Mejor director? Asimismo, Aronofsky, con una carrera fílmica exquisita, incluyendo a la nominada Black Swan, fue relegado otra vez más por los votantes de la Academia.
El que The King's Speech ganara prueba la regresión de la industria cinematográfica a tiempos de antaño, donde el rol del productor es solapado al del director. En efecto, el prestigio de un filme empezará a recaer en la casa productora, no en la dirección. Este es el caso de The King's Speech, que luego de los Golden Globes, cuando todo parecía indicar que The Social Network arrasaría con medio mundo, comenzó una encrucijada propagandística para mover la opinión de la audiencia. Hasta yo quedé convencida que la historia de Facebook no esta tan gufía como la de un rey inglés gago. De esta tarea se encargó Harvey y Bob Weinstein, quienes tienen merecida fama de "controlar" la industria de cine en Hollywood.
Pero véase los casos de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) y Saving Private Ryan (1998). En la edición de los Premios Óscar en el 1998, Shakespeare in Love, de John Madden, ganó Mejor película sobre Saving Private Ryan, de Steven Spielberg . Mientras que, en el 1994, Forrest Gump, de Robert Zemeckis, se antepuso a Pulp Fiction.
Una década después, ambas Pulp Fiction y Saving Private Ryan se han convertido en cult classics en el mundo histórico de la cinematografía, mientras que Forrest Gump y Shakespeare in Love, aunque excelentes producciones, no han establecido una marca en la cultura popular como lo han hecho los filmes que no ganaron.
El ganar un Óscar no te asegura inmortalidad en la memoria de los espectadores (aunque quizás un buen deal con los Weinstein).
Me tomo el atrevimiento en predecir que precisamente esto ocurrirá con The King's Speech. Un filme completo, con una cinematografía y actuaciones impecables, pero it's just another british movie, que muy bien pudo ser distribuida por BBC. Por su parte, Black Swan e Inception, productos de guiones originales y efectos especiales "invisibles" innovadores, pasarán a la colección casera de muchos como clásicos de cine.
Ni una ni otra es mala. Es cuestión de aceptar que tú no eres el que votas, y que pierdes tu tiempo argumentando lo que no puedes controlar. Y en las palabras del retweet de Time Magazine: "RT @TheSnydes: Social Network=Fresh fusion experimental cuisine. Kings speech=Comfort food, reheated. The damn kraft macaroni won the night." Y estamos todos de acuerdo.
PS: Habiendo visto todos los nominados a Mejor documental, me parece un insulto al campo que "Exit Through The Gift Shop" no haya ganado. ¿Ni por curiosidad de descubrir quién carajo es Banksy?
#unsaludito a Orlando por corregir las fechas.