“Para nosotras parir con dolor tiene un significado muy grande, es el binomio, que está muy junto, muy intrínseco entre madre e hijo. Entonces por ejemplo: cuando ya estás por parir y te pasan el Pervinox y te dicen ‘te vamos a hacer un tajito’, nosotras decimos, ‘bueno sí, sí, sí, doctora’, no decimos nada, vamos y parimos en el baño, como sabemos, una mano sostenida, una mano al bebé y parimos. Bueno, eso también está tildado como “uy, estas bolivianas son animales, van y tienen sus bebés en el baño”.
El testimonio pertenece a una mujer boliviana y conjuga en pocas líneas la realidad que enfrentan muchas migrantes al acceder a los servicios públicos de salud y salud reproductiva de Argentina. Un escenario en el que la certeza sobre la igualdad de derechos que promueve las ley sigue coexistiendo con formas sutiles y a veces no tan sutiles de discriminación, agravadas por la escasez de recursos que enfrentan los hospitales y centros de salud pública del país.
El informe Salud y migración internacional: mujeres bolivianas en Argentina elaborado por la socióloga Marcela Cerruti, con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), se enfoca en la salud de uno de los grupos migrantes en crecimiento en el país, las mujeres bolivianas en edad reproductiva.
Se llevó a cabo en las zonas de mayor concentración de población migrante boliviana, la zona fronteriza de la provincia de Jujuy por un lado y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires por el otro; zonas que, aún con características propias, comparten rasgos comunes: la prevalencia de brechas culturales, diferentes grados de xenofobia y un gran desconocimiento de la cultura migrante por parte de los profesionales de la salud.
Conocer para planificar
¿Cuál es el primer paso para mejorar la atención de la salud de las poblaciones migrantes? Para Cerruti es fundamental conocer a las pacientes y sus necesidades más urgentes y así elaborar estrategias efectivas. En esta dirección aporta datos concretos y cifras que revelan el estado de la creciente feminización de la migración boliviana en Argentina y aporta coordenadas para orientar la acción.
Según estadísticas de la Dirección Nacional de Migraciones, en el primer trimestre de 2011, los bolivianos y bolivianas representaron más del 30 % de las radicaciones totales en Argentina. Paralelamente, a partir del año 2001 el número de mujeres bolivianas residentes en Argentina pasó a equiparar al de varones, superándolos en la zona fronteriza. De las migrantes que arribaron al país, más de dos tercios en Jujuy y más de la mitad en CABA, fueron madres entre los 20 a 24 años y el 94 por ciento de ellas lo hizo estando en pareja. Las mujeres de Bolivia tienen el doble de hijos que las argentinas y cuatro de cada diez madres bolivianas nunca buscó quedar embarazada.
En general, transitan su embarazo en condiciones precarias de trabajo y vivienda y menos de la mitad completa los controles prenatales básicos; sin embargo dan a luz niños de mayor peso que las argentinas y con escasas complicaciones al nacer: “En la amplia mayoría de los casos, los partos no presentan dificultades, ni para las madres, ni para los niños mientras que el 6.9% de los recién nacidos de madres argentinas tienen bajo peso al nacer, la proporción entre los neonatos de madres bolivianas es de 2.2%”, afirma Cerruti.
Esta paradoja podría adjudicarse, entre otras cosas, al bajo índice de fumadoras que presenta esta población (sólo el 4.4% de las mujeres bolivianas fumaba durante el embarazo, cinco veces menos las argentinas).
En cuanto a la atención sanitaria las migrantes bolivianas tienen como único que oscila entre el sistema de contención la salud pública. Sólo una minoría, puede recurrir a otro tipo de servicio, a través de una obra social y el 15%, o de medicina prepaga.
Médicos, médicas y pacientes
“La sensación es de todos, de que no queremos que vengan, de que ‘Uh, que vienen de Bolivia, que por qué no se van a Bolivia’. Sí, todos decimos lo mismo”.
“El testimonio de este médico de Jujuy ejemplifica uno de los problemas más graves entre los que afectan la calidad de la atención. La ley 24871de Migraciones establece el derecho al acceso, no discriminatorio, del inmigrante y su familia a los servicios de salud. Si bien está claro que la atención no puede negarse u obstaculizarse, entre algunos médicos, médicas y trabajadores de la salud persisten ciertas actitudes xenófobas”, afirma Cerruti.
A la desvalorización de las pautas culturales se suma, particularmente en los servicios de salud reproductiva, la noción de ilegitimidad del derecho al acceso al sistema de salud, circunstancia que se agrava por la crisis presupuestaria, edilicia y de recursos en la que está sumido el sistema de salud en general.
Para los profesionales que intentan mejorar la atención de la comunidad migrante existen otras barreras: “De la población a la que asistimos, debe ser en la que encontramos mayores dificultades. Porque en realidad no sabemos si es que no nos entienden, porque no nos contestan y vos no sabés si no te dan una respuesta porque no te la quieren dar o porque no entienden lo que uno está preguntando. Es una población en la que el interrogatorio se hace difícil”, dice un médico de la CABA.
Salud sexual y reproductiva. Integrar y capacitar
“Si uno habla de ligaduras, lo tienen que consultar con el marido; si sugiere anticoncepción, tienen que tener la aprobación de la pareja. Culturalmente son menos independientes, menos autónomas en decisiones, la mayoría”. Como afirma esta médica de la Ciudad de Buenos Aires, el estudio indica que las mujeres bolivianas tienen escasa autonomía sobre las decisiones reproductivas por el machismo reinante y que es el varón quien maneja en general la sexualidad de la mujer y la planificación familiar.
En este contexto fuertemente patriarcal, un poco por comodidad y porque puede usarse sin que el marido se entere, el método anticonceptivo preferido por las migrantes es el inyectable que se aplica una vez al mes. Cuando el hospital se queda sin estos anticonceptivos resulta imposible suplantar el método por otro más accesible, como el preservativo, porque implica la aceptación del varón.
Para algunos médicos y médicas la solución radicaría en incorporar al varón en la planificación familiar y las políticas de salud reproductiva. En la opinión de una de las profesionales de la salud que cita el informe: “Podemos tratar de llegar con políticas de educación sexual a la mujer, pero si no integramos al esposo se hace difícil que se cumpla. A veces los planes se editan para la cultura argentina y no se toman en cuenta estos detalles”.
Atendiendo las diferencias. Estrategias de acción
El estudio destaca iniciativas aisladas, estrategias individuales fruto de grandes esfuerzos por parte de algunas instituciones y trabajadores de la salud que se proponen achicar la brecha para mejorar la calidad de la atención. Tal es el caso de la incorporación de sillones de parto que permiten el parto en cuclillas, una práctica tradicional entre las madres bolivianas. Como explica una médica de CABAA: “A raíz de que las bolivianas parían en cuclillas, empezamos a trabajar sobre el parto en cuclillas. Se les ofrece a todos, pero en general la comunidad boliviana es la que lo usa bastante. Nosotros les decimos que se pongan como quieran al momento de parir”.
En cuanto a iniciativas de capacitación en salud y salud reproductiva podrían destacarse las acciones de los profesionales que van al encuentro de la comunidad migrante fuera de los centros de salud, a través de organizaciones de migrantes, escuelas o en otros lugares de reunión de la comunidad. “Pero a pesar de los esfuerzos por optimizar la atención, el nivel de frustración de los médicos y médicas sigue siendo importante”, afirma Cerruti.
¿Es posible entonces elaborar estrategias que garanticen la igualdad de derechos que establece la ley? Para la socióloga la respuesta es afirmativa, pero señala la importancia del trabajo conjunto y la intervención de ambos estados: “Garantizar y promover la igualdad en la diferencia es un problema del Estado, por lo que deben diseñarse estrategias de carácter institucional. Sin embargo es necesario que el diseño e implementación de estas estrategias no sean sólo cuestión del Estado argentino, sino fruto de un trabajo en conjunto, en el que el Estado boliviano y las organizaciones de inmigrantes trabajen codo a codo con los actores locales para promover el bienestar de su comunidad”.
Fuente Periodismo Humano