En 2008 muchos estadounidenses votaron a favor de Barack Obama, debido en parte a que éste se oponía a los ocho años de política y retórica guerrista por parte del gobierno de George W. Bush. En efecto, Obama obtuvo la presidencia gracias a sus declaraciones entorno a la guerra que los Estados Unidos libraba en Irak, así como otros asuntos de política exterior. Obama se presentó como un candidato que alteraría el cauce de la política exterior luego de ocho años de desprestigio hacia la administración Bush por sus mentiras, lenguaje torpe y su guerra contra Irak fundamentada en una puras mentiras. Anterior a la ocupación de Irak, se dio la invasión a Afganistán apoyada por una inmensa mayoría de los estadounidenses que opinaron -hecho cuestionable- que el ataque en 2001 a las torres gemelas en Nueva York y el Pentágono se originó en Afganistán. Sin embargo, más tarde surgió el horror y la vergüenza de que Estados Unidos había cometido torturas atroces en la prisión afgana de Abu Ghraib y luego en Guantanamo. Obama ofreció cambiar todo esto. El mundo, en especial África y Europa, se entusiasmó con esa oferta. Además, representaba el hecho de que sería el primer hombre de la raza negra en ocupar la Casa Blanca. Súmese que luego de su elección sus posturas lo llevaron a recibir el premio Nobel de la Paz -premiación casi siempre política. No obstante, este suceso para muchos pareció extraño, pues en ese momento Obama presidía las dos guerras heredadas: Afganistán e Irak.
Ya han transcurrido dos años y medio de la administración Obama y aunque se han reducido las tropas de ocupación estadounidense en Irak, la verdad es que sencillamente estas han sido trasladadas a Afganistán. En efecto, aún quedan situadas 35 mil tropas estadounidenses en territorio iraquí. Por su parte, en Washington se indica que todas estas tropas abandonarían Irak para el 31 de diciembre de 2012. A menudo promesas de este tipo no se cumplen. Por ejemplo, cuando se dio la invasión estadounidense en esta zona se anunció que dicha invasión y ocupación comprendería el período de "unos pocos meses". Ocho años después el cuadro es otro.
Respecto a Obama, éste no ha sido completamente deshonesto. Como candidato presidencial, había anunciado su intensión de intensificar la guerra en Afganistán mientras se reducía la presencia estadounidense en Irak.
Ahora bien, la intensificación de la invasión y ocupación en territorio afgano ha sido en grandes proporciones mientras que el retiro de Irak va a un extremo lento. En este sentido, con esta movida el gobierno Obama ha incrementado el número de tropas estadounidense en Afganistán a 94 mil. De hecho, esos números sobrepasan en millares lo que heredó de la administración Bush.
Por otro lado, la prisión en Guantanamo no se ha cerrado y allí languidecen docenas de prisioneros a los que no se les ha celebrado juicio ni se le pone en libertad. Sólo se anuncian juicios secretos contra presentes terroristas.
Por lo que, cabe preguntarse ¿continúa la práctica de traspaso de presos y presuntos terroristas a países donde serán torturados; el llamado "renditio"? ¿Continúa Washington torturando? y ¿Qué hace el gobierno de Obama al respecto?
Resulta que, simplemente, y sin mucho anuncio, Obama ha involucrado a Estados Unidos en una tercera guerra-intervención y posiblemente deberíamos prepararnos para una cuarta.
Desde hace aproximadamente cuatro meses, Washington lleva a cabo una guerra abierta contra el gobierno de Libia, sin ataque, provocación previa o causa alguna por parte del gobierno de Tripoli que por años había mantenido buenas relaciones con Estados Unidos.
Sin embargo, la cuarta guerra podría ser en Siria ya que hace también unos meses los medios estadounidenses y británicos tocan tambores de guerra donde el gobierno sirio es el malo y cualquiera que proteste es el bueno. Washington busca mantener y aumentar su control geopolítico de Siria. En este sentido, Obama no es diferente a Bush, salvo en su retórica. Al contrario, ha probado ser más guerrista que el tejano.