Con todos los detalles particulares de un velorio boricua, el primer piso de la Casa de Cultura Ruth Hernández en Río Piedras se quedó pequeño para todas las personas que asistieron el pasado fin de semana a ver la comedia Elogio a Estrella, una elegía, estelarizada por la actriz puertorriqueña Kairiana Núñez Santaliz.
La producción teatral integró el canto, el baile y la poesía, agregando dinamismo a la celebración. El texto de la obra es original de los dramaturgos Rojo Robles y Cristina Pérez Díaz. Pepe Álvarez Colón colaboró con el desarrollo del concepto.
El murmullo se hacía más intenso mientras se acercaba la hora de comenzar la función. Una vitrola tocaba algún famoso bolero de los años 60, mientras se repartían claveles y cintas negras en honor a la protagonista de la obra, una fenecida canina llamada Estrella.
Los amigos, familiares y admiradores de Núñez Santaliz, quien reside en Argentina desde hace varios años, se fueron acomodando en el segundo piso de la antigua casona. Las sillas no alcanzaron por lo que algunos de los presentes se quedaron de pie y otros prefirieron sentarse en el piso.
La actriz, ya en personaje, recibió en la puerta al público haciéndolos parte de la función. La mujer, que aparentaba tener más de treinta años, estaba vestida de negro, con unas grandes gafas oscuras y una pena en el alma pues su fiel perra Estrella había muerto.
El llanto fue acompañado de unos fuertes zapateos contra el suelo de madera. La bailarina Juana de Arco danzó con intensidad la música favorita de Estrella, el flamenco.
“Cuando el alma de un ser querido se nos escapa, nuestro corazón da vuelta en todas direcciones sin saber cómo ni dónde asentarte…”, fueron las primeras líneas del monólogo.
Desde el extremo izquierdo del salón entró un coro compuesto por Ileana “PG-13” Cabra Joglar, Yarimir “Mima” Cabán Reyes, Ana Carola Ausbury Villamil y Kianí Medina, todas vestidas de gabán y lazo. El grupo de talentosas cantantes intervino en varias ocasiones. Una de las melodías memorables de la noche fue la interpretación del poema Coplas por la muerte de su padre del español Jorge Manrique.
Aunque normalmente los velorios no son motivo de felicidad, fue la actuación de Núñez Santaliz junto a los matices en su voz y cada gesto exagerado lo que provocó las carcajadas una y otra vez de los presentes.
La obra terminó con una procesión hasta el Jardín como en cualquier velorio, donde dos voluntarios del público trasladaron el pequeño féretro de Estrella.