Lo encontraron amarrado a una verja, llorando y temblando, luego de una noche de lluvias y truenos. Tenía tan solo 6 meses. Panoramas como éste encuentran constantemente los empleados del Albergue de Animales de Guaynabo. Diariamente, encuentran perros y gatos, casi moribundos, abandonados por los alrededores del edificio. Al lugar, llegan cerca de 100 animales en un día regular, mientras que en un día lento, 80. Un día les entregaron un labrador con su collar incrustado en el cuello. A pesar de que este caso fue denunciado, la querella se convirtió en una más de maltrato animal ignorada por las autoridades. Los empleados del albergue radicaron la querella con la hoja de entrega del perro y fotos de todos los ángulos, pero los agentes de la Policía dijeron que no podían hacer nada porque no tenían pruebas suficientes, indicó Adora Negrón, consejera de adopción del Albergue de Guaynabo. “El maltrato de animales es un asunto dormido en Puerto Rico, nadie le da importancia”, denunció. La ley que tipifica el maltrato de animales es la Ley 154 del Código Penal, Ley para el Bienestar y la Protección de Animales. El estatuto establece que una persona comete el delito de maltrato de animales si, intencionalmente, descuidadamente o por negligencia criminal, causa alguna agresión física o sufrimiento al animal. Si se tortura o mata a un animal, bajo circustancias que demuestren malicia y premeditación, el maltrato es conciderado como delito grave de segundo grado y conlleva un periodo de 8 a 15 años de cárcel. Entre los delitos que penaliza la ley se encuentran, el abandono de una mascota; no proveer cuidado mínimo a un animal, causándole lesiones físicas graves o muerte; encerrar y/o amarrar a un animal sin proveerle espacio suficiente para moverse, causándole así algún sufrimiento innecesario; envenenamiento; peleas de animales; trampas para capturarlos y el transporte inadecuado. “Mayormente se pone validez con casos extremos, casos que son sensacionalistas, los casos que dañarían la reputación más que nada de organizaciones grandes. Pero la Ley no se valida cuando son casos pequeños como, por ejemplo, el perrito del vecino”, afirmó el director de la Asociación Protectora Contra la Crueldad Animal (APCCA), Mario Puchi Valentín. Los cuartes de la Policía, en su mayoría, tienen un agente por cuartel que tiene más conocimiento de la Ley. Cuando se hace una querella envían al agente al lugar una sola vez y éste entrevista a algunos vecinos. Si los vecinos contestan que no han escuchado nada “prácticamente ahí se duerme totalmente el caso, y esto pasa constantemente en casos pequeños”, explicó Puchi Valentín. La única división de la Policía preparada para lidiar con las querellas de maltrato de animales en Puerto Rico es parte del Centro de Control de Animales de Carolina. Ésta consta de dos agentes. Según el agente de la División, Pedro Torres, les llegan de cinco a ocho querellas de maltrato diarias, de las cuales el 80 por ciento son reales. Denunció, además, que el Departamento de la Policía del área metropolitana no está preparado para atender querellas a la Ley 154, ya que, “desconocen del procedimiento a llevarse a cabo. Ni los vecinos cuando hacen las querellas, ni los policías conocen la ley”.
La falta de información parece ser la causa principal del maltrato de animales, y por la cual no se condena como se supone. En Puerto Rico, son pocas las personas que conocen las necesidades básicas de las mascotas y cómo se deben entrenar correctamente, explicó el veterinario Marlon Carrillo. Según Carrillo, los métodos más comunes de castigo que se consideran maltrato son, el regañar a los perros quitándoles la comida, golpearlos repetidamente, aunque sea con un periódico, y regañarlos por hacer sus necesidades dentro de la casa, luego de haya pasado tiempo de esto. Ese regaño tiene que ser en el momento porque, al pasar tiempo, el perro se confunde y no entiende la razón por la cual lo están regañando, y por lo tanto, no aprende, indicó el veterinario. Mientras esterilizaban a una perrita sata, que tenían para adopción en el Dispensario Veterinario de Bayamón, el Dr. Carrillo mencionó que “no hay escusa para que alguien tenga una mascota sin ponerle sus vacunas, hay muchos lugares donde lo hacen gratis. No ponerle las vacunas debe considerarse maltrato y el gobierno no lo ve así. También tienen que esterilizarlos porque no hacerlo crea más perros realengos”. Sin embargo, el peligro de no castigar el maltrato de animales va más allá del hecho de causarle daño y sufrimiento a un animal. En un estudio hecho por la Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad Animal en Gran Bretaña se encontró un vínculo entre las mascotas y los niños maltratados. Según el estudio, un 83 por ciento de los niños maltratados viven en hogares donde también abusan de los animales. En otra investigación, dirigida por la Sociedad Humana de los Estados Unidos en 1986, se reportó que el 48 por ciento de los violadores convictos y el 30 por ciento de los pedófilos admitieron que en su niñez o adolescencia abusaban de animales. “Hay que tomar la ley más en serio, la mayoría de las personas que cometen los grandes actos de violencia empezaron maltratando animales”, señaló Puchi Valentín.