
La mujer africana tiende a tener los ojos tristes. Víctimas de sufrimientos centenarios. Testigos de colonizaciones deshumanizantes y conflictos internos que no cesan, que ahogan a toda una raza.
Pero son mujeres que no dan tregua, que no se resignan. No ven esperanzas en los otros, sino que buscan entre la adversidad una salida.
Así canta Oumou Sangare. Sobre sufrimiento, pero también sobre el entusiasmo que evoca demostrar que se puede, que la mujer africana trabaja duro para cosechar lo que con sacrificio le cuesta sembrar. En ocasiones, literalmente.
Natural de Bamako, provincia de Malí, Oumou se ha convertido en una de las voces más importantes de la música del continente africano. "La reina de África", la nombran en algunos sectores. Otros, por su parte, ven en sus letras himnos de solidaridad en medio de la pobreza que se vive en la zona.
En la actualidad, además de entonar canciones que buscan enaltecer la figura de la mujer africana, Oumou es propietaria de un pequeño hotel, dueña de una empresa de importación de coches chinos todoterreno y de un campo de diez hectáreas. Según le dijo a El País en años recientes, todo esto sólo es el resultado de su búsqueda de "animar a las que quieren ser como Oumou y no tienen dinero para construir un hotel pero sí tierra para cultivar".
"Hace veinte años que le canto a la mujer negra, a la mujer africana; demostremos a nuestros hombres que estamos capacitadas. La mujer africana siempre ha trabajado duro. Ahora quiere que se le reconozca. Y contribuir al desarrollo de su país. Con los ánimos musicales, con los microcréditos, las mujeres emprenden muchas actividades. Hoy las cosas en Malí han cambiado mucho a mejor. Los hombres pensaban que yo iba a revolucionar a las mujeres, que era la guerra. Y no. Es una guerra incruenta, que estoy haciendo también para ellos", contaba en 2009 cuando apenas estrenaba su álbum Seya.
Allá para el 1990, su primer disco – Moussolou – tuvo tal impacto que de inmediato colocó a Oumou como una figura de renombre en Malí. A diferencia de Occidente, donde la tendencia a la fama genera cantautores de letras carentes de profundidad y sentido, con lo años, Oumou ha mantenido ese toque activista que la caracterizó desde el primer momento.
En especial, esas letras con las que repudia la poligamia, tan bien vista por ciertas culturas, en especial, en varias zonas de África.
No vacila en despreciarla y públicamente arremete contra esta práctica tildada por muchos como machista. "Creo que es lo peor que se le puede hacer a una mujer. Mi lucha es para dar la palabra a la mujer y preguntarle lo que piensa. En Malí hay mujeres que eligen la poligamia, y yo respeto su elección. Soy musulmana, practico mi religión, hago mis cinco rezos diarios, pero me parece horrible que se fuerce a la poligamia a una niña que no ha vivido, que no conoce la vida. Yo quiero que la mujer pueda elegir libremente", dijo en una ocasión a El País.
Y no es para menos el sentimiento que le provoca la poligamia. Y es que, luego de que sus padres emigraran desde la región de Wasulu, hasta el sur de Malí, su padre huyó a Costa de Marfil con una segunda esposa, abandonándolas a ella y a su madre embarazada. Desde entonces, la cantante quedó impregnada de un mal sabor hacia el matrimonio múltiple.
Sin embargo, según narró durante una entrevista, ese sentimiento no le impidió perdonar a su padre y verlo morir de su mano en paz.
Sin duda, una mujer de alto calibre. No por menos el 16 de octubre de 2003, fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y ahora se presta para recibir el premio La Mar de Músicas, durante la celebración de la edición número 18 del festival de Cartagena La Mar de Músicas.
Este festival, que se celebrará en Cartagena, España del 19 al 28 de julio, dedicará esta edición a los nuevos sonidos del continente africano. Reunirá a más de treinta artistas de rap, reggae, soul, música electrónica y nuevos ritmos que nacieron en el corazón del África negra y ahora triunfan en Europa.
Hasta allí llegará Oumou a recibir un premio y, obviamente a regalar sus letras, su voz. Pero, sobre todo, a seguir demostrando que a pesar de las miradas que parecen sin aliento, la mujer de Malí sigue creciendo, ya que, como dice, allí se vive entre pobreza, “pero vivimos”.