La intrépida defensora de la libertad de expresión, la periodista india de 55 años Gauri Lankesh, fue asesinada a balazos en la puerta de su casa en la ciudad de Bangalore en días recientes.
Conocida por su fuerte oposición a la derecha, Lankesh publicaba artículos audaces y explícitos contra la ideología dominante en el epónimo Gauri Lankesh Patrike, un periódico regional producido y editado por ella misma desde 2005.
El diario se distribuía por suscripción entre sus fieles lectores de aldeas alejadas en este estado de Karnataka. No tenía publicidad, fiel a la tradición de su padre, un poeta, dramaturgo y periodista socialista, quien comenzó la iniciativa.
La periodista fue asesinada el 5 de agosto de tres disparos en la puerta de su casa, de los siete que le dispararon.
Gauri Lankesh, quien hablaba bien inglés y kannada, una lengua regional, se describía a sí misma en Twitter como periodista y activista.
Con gran valentía expresaba sus opiniones de izquierda, pro-Dalit y en contra del fundamentalismo religioso y del sistema de castas.
En su funeral, el ministro jefe de Karnataka, M Siddaramaiah, señaló: “Gauri logró acuerdos con los naxalitas [insurgencia de extrema izquierda] en Karnataka. Ayudó al diálogo y desempeñó un papel fundamental de negociadora entre el Estado y los extremistas”.
Una actividad que los cuadros extremistas habrían querido frenar, recordó el hermano de Lankesh, Indrajit Lankesh.
Conocida simpatizante de los naxalitas, Lankesh era una de las pocas que podía empatizar con la pobreza, la opresión y las injusticias que llevaron a esas personas a tomar las armas en contra del gobierno.
En noviembre, Lankesh fue condenada tras una demanda por difamación presentada por legisladores del Partido Popular Indio (BJP) por un artículo escrito en 2008, en el que los acusaba de tener acuerdos criminales. Pero le dieron libertad bajo fianza y trabajaba su apelación.
La mayoría de los periodistas asesinados escribían sobre política y corrupción
El asesinato de Lankesh muestra una vez más que los profesionales que cubren política y corrupción en India corren el riesgo de ser silenciados a costa de sus vidas.
Más de la mitad de los 27 periodistas asesinados en el país desde 1992 escribían sobre política y corrupción, los dos temas con mayor probabilidad de provocar represalias violentas, concluyó el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ)
India permanece en el final de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, en el lugar 136 entre 180 países.
Los vecinos de India están mejor, incluso el atribulado Afganistán, en el lugar 120, Pakistán, en el 139, Sri Lanka, en el 141, Bangladesh, en el 146, Nepal, en el 100, Bután, en el 84, y China, en el 176. Noruega encabeza la lista y Corea del Norte, la cierra.
“No es lo que dice, sino por qué lo dice”
Un amigo de la periodista asesinada, quien trabajaba con ella, dijo que Lankesh estaba muy “en tu cara” en su estilo de activismo progresista contra el hinduismo radical.
“En mis frecuentes conversaciones con ella le decía que todo su discurso tenía que ser más sutil”, recordó su amigo. “Era muy ingenua y estaba políticamente equivocada. Era muy audaz, pero se complacía con proferir eslóganes de una forma que yo le decía que no lograría nada. Necesitaba tener una estrategia”, explicó.
“Nuestro derecho a disentir está en riesgo”, denunció la intrépida periodista.
En su funeral se podían leer carteles que decían: “No es lo que dices, sino por qué lo dices”.
“Por la forma en que se reprime la libertad de expresión, están por venir días duros”, había dicho Lankesh a un portal en Internet meses antes de morir en una suerte de premonición.
La periodista había instalado dos circuitos cerrados de vigilancia quince días antes de su asesinato.
La policía todavía no relacionó la causa de su muerte con el contenido de lo que decía o escribía. Pero dada su lucha por la libertad de expresión y de pensamiento, grandes sectores de los medios impactados por su muerte se muestran preocupados por lo que consideran una creciente intolerancia a las voces políticas disidentes.
“La muerte de Gauri Lankesh es otro crudo recordatorio de cómo la violencia es la nueva normalidad (en India)”, resumió un veterano periodista. “Las opiniones alternativas ya no se debaten, se silencian”.
La clasificación de Reporteros Sin Fronteras (RSF) de este año también atribuye al crecimiento del nacionalismo hindú la caída de India en la lista.
“El gobierno (federal) en el poder desde hace tres años trata de prohibir el discurso ‘antinacionalista’ de la prensa india”, indicó la organización.
“Los periodistas que se niegan a autocensurarse son objeto de demandas por difamación o perseguidos bajo la sección 124 A del Código Penal, que castiga la ‘sedición’ con cadena perpetua, recordó RSF.
Asesinos impunes
Cientos de periodistas son asesinados, y nueve de cada 10 casos permanecen impunes.
Los casos de asesinato sin resolver en India aumentaron 24 por ciento en un solo año, concluyó el último Índice Global de Impunidad, del CPJ de 2016, que documenta los países donde los asesinatos de periodistas permanecen impunes y dónde los casos quedan sin resolver.
En comparación, Siria tiene 85 por ciento de casos y Brasil, 36 por ciento.
El CPJ concluyó que en India suelen ser funcionarios gubernamentales, grupos políticos y delincuentes los que se salen con la suya en lo que respecta al asesinato de periodistas.
Los profesionales de pequeñas ciudades y pueblos rurales que denuncian la corrupción, la delincuencia y escriben sobre política son los principales blancos de ataques.
Y lo que es peor, India nunca respondió a la solicitud de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para conocer el estado de los expedientes judiciales de los periodistas asesinados en el país.
La impunidad es una de las mayores amenazas a la libertad de expresión. El Índice sobre Impunidad concluyó que 95 por ciento de las víctimas son periodistas locales que cubrían, principalmente, asuntos de política y corrupción.
Además, en 40 por ciento de los casos, las víctimas habían denunciado amenazas antes de morir. Pero rara vez las autoridades investigan esas denuncias y solo en unos pocos casos se ofrece una protección adecuada.
Al CPJ le preocupa que solo tres por ciento de los casos de asesinatos registrados entre 2006 y 2016 fueron llevados a la justicia, incluido el procesamiento de los responsables intelectuales.
Desde 2014, la Oficina Nacional de Registro de Delitos comenzó a reunir datos solo de agresiones graves contra los profesionales de los medios.
El gobierno federal o los estaduales todavía deben de actuar en torno al pedido de RSF de 2015 sobre crear un plan de seguridad nacional para los periodistas o por lo menos establecer mecanismos de alerta y documentación, que envíen un fuerte mensaje de apoyo a la libertad de expresión.
El Ministerio de Información y Difusión rechazó el índice de RSF este año por considerar que tomó una muestra al azar y que no representa adecuadamente el estado de la libertad de expresión en India.
A principios de febrero, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, accedió a actuar para hacer frente a la seguridad de los periodistas, en una reunión en la que RSF y el CPJ pidieron que se nombrara un representante especial para poner fin a la impunidad y garantizar la seguridad de los profesionales.