El cuatro, como instrumento musical nacional, ha visitado muchos países del mundo. Incluso, ha tocado la puerta del Record Guinness. Sin embargo, hace solo cinco años logró entrar al Departamento de Jazz y Música Caribeña del Conservatorio de Música de Puerto Rico.
Pablo Manuel Hernández Mejías es el primer estudiante del Conservatorio de Música que recibirá este verano el grado de bachillerato en ejecución del cuatro puertorriqueño. El pasado mes, el joven de 23 años realizó su recital de graduación en el Teatro Bertita y Guillermo L. Martínez del Conservatorio. Durante el concierto, Hernández Mejías interpretó múltiples piezas de distintos géneros musicales utilizando el cuatro acústico tradicional de cinco cuerdas dobles y un cuatro eléctrico de cinco cuerdas sencillas.
“A mí me encanta el sonido bien tradicional. Me gusta y me lo disfruto mucho. Pero también me gustan los colores nuevos”, indicó el cayeyano. Cada vez que toca el cuatro, Hernández Mejías trata de encontrar nuevos sonidos y nuevas formas de combinarlos.
Con esa filosofía, desea expandir las posibilidades del cuatro al tocar otro tipo de repertorio y que el instrumento no sea solo un símbolo de identidad nacional. En su recital, el cuatro fue acompañado por un piano, un vibráfono, un bajo, una guitarra, un saxofón, una batería, un güiro y un bongó. También, el músico interpretó piezas de su autoría.
Durante su formación, Hernández Mejías entendió que “es importante escuchar a los viejos para saber de dónde viene lo que estoy haciendo”. Para él es importante que las nuevas generaciones de cuatristas aprendan a tocar de oído la música popular y que puedan acompañar a los trovadores. Pero, considera que es momento de experimentar y de aportar para que el instrumento nacional brille en otros escenarios.
El ingenio creativo y la pasión por el cuatro que siente Hernández Mejías despertó cuando era muy niño. “En mi casa había un cuatro en el closet. Entonces, yo me trepaba en la cama a tocar el cuatro to’ desafinado. Yo simplemente tocaba y me disfrutaba los sonidos que hacía”, contó a Diálogo emocionado.
El instrumento acústico le pertenecía a su padre, quien es poeta y músico. Cuando Pablito -como le llaman sus familiares y amigos-, creció sus padres lo matricularon en la Escuela de Bellas Artes de Cayey. “Ese es tu cuatro”, recordó que le dijeron sus padres Migdonio Hernández y Gilda Mejías.
A los ocho años, aproximadamente, comenzó a estudiar formalmente el instrumento. “El primer maestro que me puso el cuatro en las manos fue Julito González”, dijo. González ha elaborado múltiples métodos para aprender a tocar el cuatro.
“Yo era bastante travieso y me distraía mucho”, comentó Hernández Mejías. Por eso, no lograba ir al ritmo de los otros estudiantes y comenzó a tomar lecciones individuales con diferentes maestros.
En la adolescencia, Hernández Mejías fue estudiante de Ramón Vázquez, quien es su vecino en Cayey. Además, “él es guitarrista y cuatrista. ¡Tremendo músico! Yo diría que es de los mejores que hay ahora mismo en el patio”, opinó mostrando su gran admiración por quien fue su mentor por mucho tiempo.
Vázquez también es arreglista y un conocedor de la música popular. “Yo prácticamente lo hostigaba hasta que empezó a darme clases por $10.00 la hora”, rememoró Hernández Mejías. Con el tiempo, ambos desarrollaron una gran amistad y Vázquez le regaló a su estudiante una caja de discos del maestro Ladislao Martínez, mejor conocido como “Ladí”.
“En el momento en el que yo recibí esa cantidad de música en mis manos mi vida cambió completamente”, confesó Hernández Mejías, quien cursaba el noveno grado. Explicó a Diálogo que estuvo todo un verano escuchando música y montando los temas de “Ladí” por su cuenta. Se enamoró del cuatro y dejó de tocar violín. Luego, conoció a más músicos. Entre ellos al guitarrista Edgardo Santana y a su hijo José Eduardo, quien es contemporáneo con Pablo y también fue estudiante de Vázquez.
“Fue bien impresionante ver el nivel de José Eduardo Santana tocando el cuatro acompañado por su papá”, confesó. Su alto nivel de ejecución motivó a Hernández Mejías a seguir practicando y experimentando con el instrumento. Además, le permitió descubrir un repertorio más complejo armónicamente. Empezó a escuchar y a montar el repertorio de Modesto Nieves, Pedro Guzmán, Neftalí Ortiz, entre muchos otros maestros de la música puertorriqueña.
Escuchar tanta música y aprender a tocar de oído le ayudó muchísimo en su formación como músico. No obstante, fue en el Conservatorio donde aprendió a leer música, a armonizar y conoció con mayor profundidad el instrumento bajo la mentoría del profesor Orlando Laureano. Asimismo, abrió sus oídos a otras melodías.
Hernández Mejías está enfocado en estudiar nuestro instrumento nacional y aprender nuevas formas de componer y arreglar para él. Luego de graduarse, desea ir a España para continuar estudios graduados en composición musical. Para alcanzar su meta cuenta con el apoyo de sus padres, maestros y amigos.