Hay quien piensa que en el desolador panorama que nos ha ofrecido la reciente quiebra de Puerto Rico no hay esperanza. Pero la hay, muy a pesar de que muchos de los que ostentan el poder político asumen las arbitrarias decisiones de un gobierno colonial que resulta un anacronismo en nuestra era global.
Este pueblo posee economistas, abogados, médicos, maestros, secretarias, contables, empresarios, biólogos, ingenieros, arquitectos, planificadores, técnicos en distintas ramas y una gran fuerza trabajadora. A ello se aúna la existencia de una creciente cultura digital, que se expresa en su literatura, sus artes gráficas y sus deportes, así como una gran universidad pública que produce más del 90% de las investigaciones de la Isla e importantes proyectos sociales, y que de ningún modo puede ser desmantelada.
Es cuestión de unir nuestras voluntades para lograr un plan de auténtica recuperación del País y no un despojo de lo nuestro.
El plan de desarrollo económico, como ha dicho el propio presidente de la Cámara de Representantes, Carlos ‘Johnny’ Méndez, no ha sido presentado por la Junta de Control Fiscal a la fecha. Este no debe basarse en el neoliberalismo y en la absoluta privatización de los servicios. Tampoco debe cimentarse en la compra de nuestras propiedades por inversionistas extranjeros que no tienen compromiso alguno con el País.
Es un hecho histórico que este pueblo expandió su clase media con el mayor acceso gratuito a servicios de salud y educación que se produjo en los años 40 y 50, así como con políticas públicas más incluyentes.
Comencemos por el reclamo urgente que hicieron los miles que marcharon el pasado 1 de mayo y que el gobierno no puede ignorar: iniciar la auditoría de la deuda, pues se plantea que parte de ella es ilegal. De esta forma no se podría imponer los mismos recortes fiscales.
Por otro lado, hay que reclamar legislación protectora para nuestras tierras laborables y obtener la garantía de que las tierras de valor ecológico serán totalmente protegidas, lo que incluye no solo el Corredor Ecológico del Noreste (CEN) sino también nuestras playas. ¿De qué forma, si no, se trabajará con la carestía agrícola y el exceso de importaciones? ¿De qué forma se atraerá el turismo?
De acuerdo con la organización ambiental Sierra Club, el CEN “ha contado con el endoso de numerosas entidades gubernamentales y privadas tales como el Servicio Forestal Federal, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, la Sociedad Puertorriqueña de Planificación y la Coalición Ecuménica e Interreligiosa de Puerto Rico”.
Un proyecto especial como el de Casa Pueblo en Adjuntas, creado por autogestión comunitaria, debe ser especialmente apoyado. Su presidente obtuvo nada menos que el prestigioso premio Goldman otorgado a héroes del ambientalismo.
Por otra parte, es imperioso solicitar la abolición de la Ley Foraker del 1900 que nos obliga a importar todo tipo de mercancía mediante la marina mercante estadounidense. Este ha sido un reclamo tanto de los estados Alaska y Hawaii como el territorio de Guam. Se ha dicho en la prensa que esto encarece alimentos, medicinas y otros productos en un 30-40%.
La transformación de Puerto Rico se dará con el respeto a nuestros derechos como pueblo antillano que acoge, además, una población de cubanos, dominicanos, chinos y árabes. Es al pueblo a quien le corresponde forjar su economía. La unidad de todos y todas será su punta de lanza para que pueda amanecer.