Literalmente, lo que Juan Carlos Núñez y la selección nacional femenina de voleibol vivieron el pasado domingo en el coliseo Roberto Clemente fue algo parapelos en un mundo paralelo.
“Eso del domingo… eso del domingo en el Clemente… A mí se me paraban los pelos. Nunca había vivido algo así”, le dijo a Diálogo el dirigente Núñez, la mera figura que se encarga de técnicamente moldear el desempeño de uno de los equipos más importantes de la historia del deporte puertorriqueño, el místico sexteto de voleibol nacional femenino que hace tres días conquistó, por vez primera en la historia de ese deporte en Puerto Rico, el pase a los Juegos Olímpicos.
Borinquen necesitó apenas ganar el primer set ante Kenia, con marcador de 25-8, para ganar el boleto a Río ’16. El partido lo ganaron en tres sets al hilo, con marcador de 25-23 y 25-15 en los próximos dos. Más de 8,000 personas en el Clemente celebraron junto a la selección, mientras que millones lo hicieron tras presenciar el momento por televisión o Internet.
“Yo no sé ni cómo explicar eso. Yo no he asimilado mucho esto que estamos viviendo. Es parapelos. Yo tengo esto como el momento más importante de mi carrera. Y he sido bendecido con muchas cosas durante mi carrera: siete campeonatos en la Liga Superior, seis en la LAI (Liga Atlética Interuniversitaria). Pero vivir lo que vivimos el domingo… Eso ya no es un club, o un municipio o una universidad. Eso fue tener a miles de personas dándonos buenas vibras en el Clemente, luego en la cancha con nosotros. Eso fue tener a todo Puerto Rico con nosotros, en realidad”, añadió, aún notablemente emocionado.
Sin duda, hacer historia junto a sus jugadoras fue una experiencia parapelos. ¿Y por qué en un mundo paralelo? Bueno, pues es que desde el inicio del torneo de repechaje el viernes pasado, analistas han comparado el desempeño de estas jugadoras con el de la selección de baloncesto de Puerto Rico, posiblemente el equipo más seguido de todos los que hay en el deporte boricua.
“En el macro del tema, el asunto aquí es que clasificar un equipo de conjunto cambia por completo la tónica de una delegación olímpica. Anteriormente, habían clasificado los de béisbol masculino en 1960, 1988 y 1992, aquel equipo de béisbol femenino de Atlanta 1996, para la era de Junior Cruz, el binomio de voleibol de playa masculino de 2004, que es considerado un evento de equipo, y, por supuesto, el equipo de baloncesto masculino, que ha estado en nueve Olimpiadas, con un cuarto lugar en Roma 1960 y un sexto en Atenas 2004”, resaltó el cronista, analista y comentarista deportivo Gaby Acevedo, recordando además que los apodados ‘12 Magníficos’ también fueron a Tokio ’64, México ’68, Múnich ’72, Montreal ’76, Seúl ’88, Barcelona ’92 y Atlanta ’96.
“Este equipo de voleibol es apenas el quinto deporte en conjunto en clasificar por Puerto Rico para unas Olimpiadas”, puntualizó Acevedo.
Recordar es vivir. Puerto Rico le dio pasta y queso a los Estados Unidos durante Atenas 2004.
Además de eso, resaltó el periodista deportivo, “cuando clasifica un equipo de conjunto se beneficia toda la delegación, pues su ranking olímpico sube, ya que se mide por la cantidad de atletas que lleva”.
“Y también la economía de la delegación mejora automáticamente. Por ejemplo, ahora con voleibol, son cinco jornadas aseguradas de competencias, cinco jornadas de fiesta para Puerto Rico. Eso quiere decir, más posibilidades de auspicios. Además, un deporte en conjunto, para cuestiones de producción televisiva es más fácil de llevar que, digamos, una carrera de Javier Culson, donde apenas la competencia como tal dura poco menos de un minuto y hay que mover las fichas para producir media hora de programación. Los deportes de conjunto, por la misma vibra de colectivo que emanan, se convierten en el alma y corazón de las delegaciones olímpicas”, asintió el joven veterano analista.
Acevedo ve también otros paralelismos específicos entre esta selección de voleibol femenino y la icónica escuadra de básquet. Dijo que “el hecho de que se haya dado en el Clemente, que fue donde Puerto Rico clasificó a Atenas” es muy importante. “Entonces”, exhaló sin tapujos, “tienes a la figura de Karina Ocasio, la cual la pongo en un paralelo con el Piculín Ortiz de aquel torneo clasificatorio. Cuando la cosa se ponía dura, pues el armador se la pasaba al ‘Picu’. Y acá, hasta el mismo staff técnico me lo decía: ‘Gaby, si tú fueses la acomodadora, ¿a quién se la pasarías? Obvio, que la contestación ahí es Karina Ocasio”.
Con respecto a estos paralelismos entre las selecciones del básquetbol masculino y del voleibol femenino, Núñez intentó ser cuidadoso, pero no pudo evitar emocionarse.
“Yo de chamaco, toda mi vida más bien, he sido fan del baloncesto. Para mí ese sigue siendo el deporte número uno. Yo en ese escenario vi muchos momentos grandes del equipo de Puerto Rico, del Baloncesto Superior como tal, vamos. He estado pendiente a lo que dicen los deportistas, y creo que sí, que en cuanto a lo que vivimos nosotros, pues compara algo eso de ver la cancha llena tres días corridos, eso de ser la alegría de un país que se paralizó por nosotros. Yo no sé si quisiéramos compararlo directamente con el baloncesto, porque este momento en este deporte es otra cosa, estas atletas ahora mismo viven su propio momento, esto es muy de ellas, muy de la comunidad del voleibol. Pero hay que decir que nos honra que nos tengan a un nivel deportivo tan alto”, apuntó el técnico.
Aunque asegura que su oído anda muy distante de la escena política y económica del país, Núñez reconoció el respiro que la gesta de sus atletas le ha dado a un pueblo sociológicamente atribulado.
“Siempre estoy trabajando y envuelto en el deporte, a veces no sé si es que soy ingenuo con respecto a la realidad. Por todo lo ocupado que siempre estoy me considero analfabeta en cuestión de política y estas cosas. Pero ver que durante tres días las cinco portadas de los diarios principales hayan sido del equipo de voleibol, que no hayan puesto un crimen, o algún bochinche político, que sean las protagonistas unas muchachas que en cuerpo y alma se entregaron a su pueblo, a la gente, pues para eso es que uno hace esto, aun cuando uno termine diciendo: ‘¡Diantre que hicimos aquí!’”, dijo.
Aunque todavía el proceso de digerir lo que ha pasado no finaliza, Núñez sabe que ya hay que ir pensando en Brasil. Peor aún, la selección tiene un serio compromiso la semana entrante, cuando viajen a Polonia para participar en la pata semifinal del Grand Prix Mundial. Durante dos fines de semana en Polonia, Borinquen deberá enfrentar a Canadá, República Checa, Kenya, Argentina y, claro está, al equipo anfitrión. De lograr en Polonia finalizar entre las primeras dos, pasarían a la final del Grupo 2, a jugarse más tarde en Bulgaria. Y si tienen éxito en la final, Puerto Rico pudiera por vez primera subir al Grupo I del Grand Prix, algo que jamás ha sucedido en el voleibol nacional.
“A Polonia nos vamos el lunes, y allí estaremos durante los próximos dos fines de semanas. Jugaremos seis juegos, la meta, claro, es ganarlos todos, pero necesitamos cuatro victorias para pasar a la final del grupo en Bulgaria”, expresó Núñez, recordando que deberán regresar a Puerto Rico a fines del mes entrante para participar en la Copa Panamericana, a efectuarse del 30 de junio al 11 de julio.
Tras tres días para asimilar el triunfo del domingo, Núñez y sus guerreras retomaran hoy sus entrenamientos. En algo sí hizo hincapié, entre risas, antes de darle fin a esta conversación con Diálogo: “Ya las muchachas son olímpicas, ya yo soy olímpico. Ahora, el volei nacional está olímpico”.
Si te perdiste el partido en el que Borinquen ganó su histórico pase a las Olimpiadas, aquí está. Puerto Rico versus Kenia: