“Creo que habrá cuórum”, fue lo primero que pensé cuando entré al Teatro de la IUPI el pasado 8 de abril y vi que poco a poco los estudiantes llenaban los asientos, en espera de que comenzara la Asamblea General de Estudiantes. De hecho, fue la primera vez, desde mi segundo semestre de prepa, que presenciaba semejante cantidad de personas asistiendo a una.
Desde que culminó la segunda parte de la huelga del 2010, la falta de participación estudiantil en los asuntos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) ha sido evidente. Hasta el vicepresidente del Consejo General de Estudiantes, Luis Gabriel Núñez, reconoció que fue la primera asamblea en casi dos años que llegó a cuórum. A ese nivel llegaba el asombro de muchos, y me incluyo.
Lo que no me sorprendió fue la moción para hacer un paro en protesta por el posible ajuste de matrícula en agosto de 2014. Mucho menos me sorprendió que fuese aprobado por mayoría evidente, sabiendo que este ha sido el tema más discutido por distintos grupos estudiantiles todo el semestre. Además de la huelga, los paros son los métodos de excelencia para que el estudiantado ejerza presión sobre los administradores de la Universidad, al menos en teoría.
Pero honestamente, se aprobó un paro por la mera razón de aprobar un paro. El aplauso ensordecedor y los gritos de júbilo por parte de los presentes ahogaron el recuerdo de aquel paro decretado el 23 de febrero de 2011, cuya confrontación física entre un profesor de Inglés y un grupo de estudiantes fue uno de los sucesos que le restó credibilidad al esfuerzo de protestar la cuota de $800. Ese paro también fue aprobado por aprobarse, en un intento por ceder al hecho de que los estudiantes que asistieron a la asamblea en la pista atlética del Recinto el 22 de febrero se negaron rotundamente a una huelga con portones abiertos.
Claro, estamos hablando de otro momento, uno más tenso y amenazante para la Universidad. Sin embargo, ahí se estaba rechazando algo que se había concretizado por un buen tiempo. Ahora, se está luchando contra un posible ajuste en los costos de matrícula que aún está siendo discutido en Administración Central, un alza que se encuentra rodeada por desinformación en todos lados.
Por un lado, desde la implantación de la Certificación Número 60 o la Política sobre Cargos de Matrícula en la Universidad de Puerto Rico, ha existido un ajuste de $2 al costo del crédito en la UPR. Mientras yo pago $51 por cada crédito por el resto de mi bachillerato, la clase que entró el año después paga $53, y así sucesivamente para los estudiantes de nuevo ingreso.
La Certificación pasa por un proceso de revisión cada seis años, primero por la otrora Junta de Síndicos y ahora por la Junta de Gobierno, para decidir si mantienen al ajuste de matrícula fijo o hacen un aumento. En otras palabras, esa posible alza en la matrícula existe desde el año 2007.
La especulación de los grupos de representación estudiantil de la UPR gira en torno a que, como se hizo una moratoria a la revisión de la Certificación 60 el pasado agosto 2013, piensan que se le cobrará el doble del ajuste al costo del crédito a la clase entrante, tanto a nivel subgraduado como graduado.
Sobre esto, el presidente de la Universidad, el doctor Uroyoán Walker Ramos, ha sido enfático en que no habrá un aumento en la matrícula el próximo semestre, aunque ha sido criticado por los representantes estudiantiles. Estos aseguran que las decisiones de la Junta de Gobierno van por encima de la autoridad del Presidente de la UPR. Respecto al tema que se ha debatido desde principios de semestre, el presidente de la Junta de Gobierno, el doctor Jorge Sánchez, expresó el pasado 14 de abril que el organismo que preside avala la propuesta del doctor Walker Ramos de mantener la moratoria al sistema UPR de un alza escalonada en el costo de matrícula.
Añadido a toda este juego de lo que dice el Presidente de la UPR versus lo que dicen los estudiantes versus lo que expresa la Junta de Gobierno, así como la falta de información perceptible sobre el asunto de la matrícula, es el objetivo del paro decretado para el 23 de abril. Resumo mi punto en la expresión hecha por una estudiante al pleno de la asamblea el martes pasado: ¿han funcionado los paros anteriormente?
Como muchas cosas, depende de cómo se perciba. Por mi parte, entiendo que los paros no apoyan la causa estudiantil cuando se hacen dentro de la Universidad. Lo único que logran es interrumpir clases, atrasar las labores académicas y administrativas, así como ocasionar insatisfacción tanto en el estudiantado como en los profesores y trabajadores.
Otra joven en la asamblea criticó duramente que se haya decretado el paro, porque entendió que era una contradicción el impedir que los estudiantes asistieran a sus clases para recibir “la educación que ustedes tanto defienden”. Las expresiones de esta muchacha deberían ser motivo de preocupación para los representantes estudiantiles, sin importar lo que decida la Junta de Gobierno sobre el posible ajuste en el costo de matrícula.
La autora es estudiante del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.