La nueva versión de la serie Perdidos en el espacio, producida por Netflix, conserva los elementos esenciales de la original (1965-1968), aunque, como es de esperarse, modificados para atemperarlos a las transformaciones sociales actuales.
Apoyada por excelentes recursos de producción y actores muy capaces, su trama parte de la necesidad de un reinicio de la civilización terrícola en otro planeta, ante la inevitable destrucción de la Tierra como consecuencia del cambio climático, las guerras, el hambre y la sobrepoblación.
La colonización interplanetaria inicia con una nave madre, The Resolute, que transporta las naves ocupadas por los que serán los primeros colonizadores del planeta virgen, luego de exhaustivas pruebas a cada miembro de las familias seleccionadas.
Similar a la producción original, nuestros protagonistas ocupan el Júpiter 2, que vuelve a perderse en el espacio y aterriza en un planeta desconocido, pero a diferencia de aquella, junto a otras naves de colonizadores de diversas etnias y composiciones familiares.
Pero la familia Robinson –John, Maureen, Judy, Penny y Will–, que episodio tras episodio de la serie televisiva original era sorprendida por las intrigas del Dr. Smith, y se mantenía incrédula ante las ignoradas y malinterpretadas advertencias del robot familiar, también se ha transformado.
El matrimonio Robinson está en crisis a causa de la sorpresiva aparición de John, un marino retirado que intenta reintegrarse al núcleo familiar que abandonó por años para dedicarse a su trabajo militar.
Esta situación requirió que Maureen, la ingeniera aeroespacial que decide mudarse junto a su familia a un planeta nuevo, llevara a cabo los papeles de padre y madre para sus tres hijos, y el de profesional exitosa para su desarrollo profesional y estima personal. Es así como la jefa de familia es, además, quien realmente tiene la última palabra en la expedición, aunque el cargo de comandante lo ostente su esposo.
Los esfuerzos de John por ganarse la confianza y el respeto perdidos son retados por su esposa, quien le exige que para lograrlo ambos tienen que llevar una misma voz en todas las decisiones que se tomen: la de ella.
La brillante hija mayor, Judy, de 18 años, es la doctora de la expedición, producto de un primer matrimonio interracial de Maureen. Penny, de 16, es la jovencita inquisitiva y directa en sus observaciones y comentarios. Ambas no pueden estar juntas sin tratar de mortificarse entre sí, aunque esa aparente competencia adolescente encubre un profundo amor entre ellas.
Will, de once, es un calco del personaje original: el niño con madurez e inteligencia superiores para su edad. Este personaje se vuelve central en esta primera temporada, gracias a su relación con el robot –que en esta ocasión no es de fabricación humana ni forma parte de la tripulación original del Júpiter 2–, y con la Dra. Smith.
Afortunadamente, para el rol de antagonista se evitó copiar la venerada representación del Dr. Zachary Smith, magistralmente interpretada por el actor Jonathan Harris, quien junto a Will (Billy Mumy) y el robot cargó sobre sus hombros la gran acogida de las tres temporadas de la serie televisiva de la década de 1960.
En la nueva versión, es una doctora Smith la encargada de conspirar, manipular y engañar a los Robinson valiéndose de su inteligencia y amplios conocimientos en psicología. Es una villana a la altura de la heroína mayor, Maureen.
La fuerza de los personajes femeninos en la serie es evidente, pues empujan la acción y abonan abundantemente a la toma de decisiones. Los personajes masculinos, aunque muy bien delineados, ocupan en esta ocasión la silla del pasajero (lo que regularmente ocurre con los personajes femeninos, en general).
Todos tienen fallas de carácter que responden a las concebidas tradicionalmente para los personajes masculinos de ciencia ficción. Es Will quien, en los primeros diez episodios, parece ser la personificación del verdadero hombre del futuro: sensible, inteligente, en constante aprendizaje y con un desarrollado sentido ético.
Aventura, acción, drama y romance son componentes constantes en la primera temporada de la serie, lo que unido a la variedad de grupos de edades y etnias de los personajes y sus intérpretes apela a un radio amplio de televidentes, con altas probabilidades de éxito como para augurar que seguiremos perdidos en el espacio por, al menos, diez episodios más.