La palabra pichaera, derivada de “pitcher”, me causa una cierta incomodidad irremediable, pues no tiene sinónimos ni se puede explicar a personas de otras nacionalidades porque es básicamente imposible encontrar algún sinónimo que lo connote como el puertorriqueño lo hace.
Este término es utilizado en varios países hispanos en el contexto deportivo, pero solamente el puertorriqueño lo utiliza de manera exclusiva, adueñándose del concepto para explotarlo en su léxico. Para mí, es como si fuera una maldición que algún individuo le echó a mi exquisito y queridísimo idioma español. Ahora, eso sí, pienso que es la palabra que tristemente, describe mejor a Puerto Rico.
El puertorriqueño actual, pichea a todo, “pichea” cuando le “pichean”, “pichea” y batea, se tira “pichaeras”, siempre piensa que le están “pichando”, le molesta que le “picheen” y para terminar el argumento, articula un “pichaera”.
“Loca, pichea! La vida es una pichera, todo es una pichaera. Pichar es la que hay”, me dijo un hombre en la universidad, mientras me quejaba de las responsabilidades que ahogan a un estudiante promedio en medio del semestre.
¿De dónde viene este pensamiento que todos los puertorriqueños llevamos por dentro?
Mis amigos extranjeros aman esta malvada palabra. Repiten con el acentito cantaito del puertorriqueño: “Isa, pichea…pichea, pichea”
Creo que mientras más la utilizo, voy entendiendo porque el boricua utiliza la palabra en cuestión, relativamente todo el tiempo.
¿Estará el boricua rodeado de pichaeras? ¿Desde cuándo empezó a pichar? ¿Qué está detrás de esta palabra que alude al olvido, evasión y conformismo?
Ojalá dejemos algún día de pichar…mientras tanto, pichaera.