Los polinizadores, fundamentales para un tercio de los alimentos que comemos, concentran una atención especial tras un histórico informe de la Organización de las Naciones Unidas, que alerta sobre el peligro que representan las actividades humanas para muchas de las 20,000 especies que trasladan el polen.
Por primera vez, una investigación realmente global estudió a las abejas, los abejorros y las mariposas, tanto desde el punto de vista de su supervivencia como de su papel a la hora de reforzar el valor nutricional de algunos alimentos.
Y también se concentra en el enorme trabajo realizado al respecto en Asia, donde las exportaciones de miel se duplicaron en la década pasada, según FAOStat.
El informe de la Plataforma Intergubernamental de Política Científica sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) coincide con la publicación de otra investigación realizada por varios expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con sede en Roma.
Ambos estudios subrayan que casi todas las plantas de floración dependen de las abejas y de sus parientes; eso incluye a 75 por ciento de los cultivos para la alimentación, desde almendras al quingombó.
Los medios de comunicación occidentales publican regularmente artículos sobre la disminución de enjambres de abejas en América del Norte y Europa. Sin embargo, su número se duplicó en el último medio siglo en el mundo, incluso cuando el volumen de la producción lograda gracias a ellas se cuadruplicó.
Con la gran sensibilidad que generan las abejas europeas, una variedad muy aplicada dispuesta a concentrarse en un solo cultivo antes de pasar a otro, cabe destacar que hay decenas de miles de otros animales que pueden participar en la reproducción de las plantas.
“Pájaros, zorros voladores (una variedad de murciélago), lemures y hasta caracoles y salamanquesas pueden y cumplen una función”, explicó el profesor Dharam P. Abrol, de la Universidad de Tecnología y Ciencias Agrícolas de Sher-e-Kashmir, y autor de un nuevo libro sobre polinización, que se concentra en las principales especies y cultivos de India.
La apicultura es una actividad económica alternativa en los países en desarrollo, pues la miel es un alimento no perecedero y la producción no requiere tierras, solo se necesita un equipamiento básico, e incluso, promueve la biodiversidad.
Además, las colmenas de abejas europeas gestionadas no son tan efectivas como un enjambre de polinizadores silvestres y, si bien la zona de los trópicos les ofrece un suministro más amigable de néctar todo el año, las abejas también requieren energía allí, en comparación con las zonas templadas, según científicos de FAO.
Más allá de la preocupación por la supervivencia de las abejas, es importante la calidad de los servicios de polinización para mejorar los sistemas alimentarios humanos, en especial para atender el problema del “hambre oculta”: la generalizada falta de micronutrientes.
Otro estudio concluyó que la ingesta de hierro, zinc, folato y calcio en niños y niñas depende principalmente de otro tipo de alimentos, mientras que la vitamina A tiene una gran dependencia de las frutas visitadas por abejas, lo que resultó especialmente verdadero en Bangladesh.
Ruhul Amin y sus colegas estudiaron el comportamiento de insectos forrajeros en una zona cultivada con mangos y concluyeron que la riqueza de polinizadores era realmente responsable de las pestes y de otros insectos como saltahojas u hormigas.
Por suerte, había una gran variedad de polinizadores, lo que resultó ser un elemento importante en el efecto sobre las frutas. Es un hecho que necesita más fundamentación, pero es importante.
Una conclusión clave, demostrada por una investigación británica, es que las plantas tienden a tener una mayor producción de semillas cuando crecen en huertas urbanas, donde las flores decorativas tienden a ser variadas y abundantes, en comparación con las tierras agrícolas, en este caso principalmente colza en modalidad de monocultivo.
De alguna manera, aunque resulte irónico, las zonas urbanas también tenían mayor probabilidad de ofrecer mejores refugios para los insectos que los campos con monocultivos, sujetos a la labranza mecanizada.
Por eso, muchos agricultores tratan cada vez más de reservar los límites de sus campos para otras plantes y así cultivar la biodiversidad, una práctica que se asemeja a dar “cama y desayuno a los polinizadores”, en contraposición a un obrero migrante, ejemplificó Geoff Coates, experto en agricultura sostenible en Syngenta.
Las abejas tienen, de hecho, un efecto marginal en la producción de frutas, mientras que otros polinizadores silvestres tienen el doble de impacto, según un estudio de 41 sistemas de cultivos en todos los continentes y dedicados a la agricultura.
“Mejorar la diversidad y la densidad de polinizadores, asegurándose de que cada vez más variedades diferentes de abejas e insectos visiten sus cultivos, tiene un impacto directo sobre la producción”, según Barbara Gemmill-Herren, coautora del informe de la FAO.
Ella y sus colegas estiman que una ecología con una polinización más diversificada, es decir más variedades de flores, reducirán en un cuarto la brecha de rendimiento de los pequeños agricultores.
Los insecticidas químicos se consideran generalmente perjudiciales para las abejas.
Pero una investigación bangladesí, que estudió el algodón en Dinajpur, señaló que los polinizadores silvestres eran muy superiores a las abejas europeas domesticadas, pero sugiere que se rocíe con insecticida de noche. Las flores se abren de mañana, se vuelven rosadas en la tarde y se cierran de noche, para no volver a abrirse más.
La polinización humana no es un mito, pero su uso está muy exagerado. La clásica cita es la de las huertas de manzanos en Maoxian, China, donde se practicó mucho durante la década de los años 90 debido a las circunstancias locales.
Pero es muy costosa, obviamente, una persona solo puede polinizar entre cinco y 10 árboles al día, y las manzanas ya no son el principal cultivo en el valle, según Uma Partap, cuya investigación fue la primera en arrojar luz sobre esa práctica.
Los insectos polinizadores eran escasos en la región por el generalizado uso de insecticidas y por la renuencia de los agricultores a reservar terreno para diferentes variedades de árboles menos rentables a fin de mantener vivos a los polinizadores.
Los agricultores locales se volcaron a los ciruelos, cuya fruta se vende a un precio 10 veces superior al de las manzanas. Pero resulta irónico que los que cambiaron de variedad, también adoptaron la práctica de cultivos mixtos para mejorar sus ingresos, lo que mejoró el hábitat de los polinizadores.
Los agricultores estadounidenses preocupados por el apocalipsis de las abejas también experimentaron con la polinización mecánica. Y si bien, soplar polen es más barato, alrededor de 300 dólares el acre (0,404 hectáreas) o el costo de solo 15 manzanos en China, no funciona porque las flores de las almendras no están siempre abiertas, según Elizabeth Fichtnerm, de la Universidad de California.
Pero puede depender de la variedad de fruta.
Una investigación realizada en el estado estadounidense de Washington encontró un método sofisticado de rociar los manzanos con polen. Y otro estudio sudafricano concluyó que la polinización manual, como en China, rendía más que el trabajo de las abejas, pero los polinizadores silvestres eran mejores que ambos.