Los niveles del Lago Carraízo y el embalse La Plata marcaron hoy 35.36 y 37.61, respectivamente, disminuyendo 0.11 y 0.09 centésimas cada uno. Una débil onda tropical pasó sobre Puerto Rico y aunque dejó algunos aguaceros, no hubo un aumento significativo de agua en los distintos embalses y lagos.
Ante ese escenario cabe preguntarse, ¿sería una buena opción desalinizar el agua de mar que rodea la Isla para convertirla en potable y que pueda ser consumida en los hogares? Diálogo conversó con el planificador Carlos Maysonet, para aclarar tal duda. La respuesta corta y directa fue un simple no. Pero, ¿por qué?
“El costo de galón de agua producido por las plantas desalinizadoras son sumamente altos e inimaginables para el presupuesto de Puerto Rico, aquí hay muchas otras alternativas más baratas y tecnológicamente sustentables y posibles que la desalinización del agua”, aseguró Maysonet, quien fue director de la Oficina del Plan de Uso de Terrenos durante el periodo de 2004 a 2006.
La desalinización del agua es una estrategia tecnológica que se utiliza en diversos lugares del mundo para transformar el agua de mar en agua potable, reduciendo el porcentaje de sales disueltas a tal nivel que no sean dañinas a la salud ni afecten el sabor del líquido y que pueda ser utilizada para consumo humano.
De acuerdo al planificador, esta estrategia se utiliza comúnmente en países que no poseen cuerpos de agua como lagos y ríos y por consiguiente, cuya única opción o al menos la más viable, es instalar plantas desalinizadoras para consumir el agua de mar.
Arabia Saudita es uno de los ejemplos que se podría utilizar como uno de los países cuyo territorio no posee cuerpos de agua, solo el Golfo Pérsico y el mar Rojo que bordean algunas de sus costas. No obstante, eso no resuelve del todo el problema de sequía en ese país, pues sus suelos continúan siendo áridos y no aptos para la agricultura. Sin embargo, según explicó Maysonet, su economía, que se beneficia principalmente de la venta de petróleo, hace posible que puedan costear las plantas desalinizadoras.
Por otro lado, recientemente se estuvo compartiendo en la red social Facebook, un artículo en el que se indicaba que varias Antillas menores utilizaban este sistema de desalinización para transformarla en agua potable. Es importante mencionar que esas islas, como Aruba, Antigua y Barbuda, desarrollaron un sistema de desalinización de agua porque sus territorios, al igual que Arabia Saudita, no poseen cuerpos de agua como lagos de los cuales puedan extraer agua potable.
“A ellos no les ha quedado otra alternativa que establecer e instalar plantas desalinizadoras para servir principalmente a los hoteles que son el puntal de la economía en esas islas y a la misma vez le proveen agua a la población”, explicó el exprofesor de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
La historia en Puerto Rico, no obstante, es muy distinta. La menor de las Antillas mayores cuenta con 15 ríos principales que producen varias decenas de quebradas y 17 embalses y lagos construidos principalmente en la zona montañosa. El problema en Puerto Rico, según Maysonet, no es la falta o escasez de agua, sino las constantes pérdidas del líquido a causa del mal uso de los consumidores y principalmente, los salideros y tuberías rotas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA).
En una entrevista previa, el planificador Félix Aponte explicó que un estudio llevado a cabo en el 2011 reveló que la AAA perdía un 65 por ciento del agua que filtraba por hurto del líquido, lecturas y estimados mal hechos y en mayor medida, por filtraciones y tuberías rotas de la propia Autoridad. El desparrame de agua no sólo implica pérdidas en términos del líquido, sino también en términos económicos. Maysonet secundó las declaraciones de Aponte.
“Es triste pensar que la producción de agua en Puerto Rico y cualquier parte del mundo es una actividad industrial bien costosa, donde el agua hay que extraerla, moverla hacia las plantas de filtración, coagularlas, retirar el sedimento, filtrarlas y desinfectarla para que después se pueda enviar a través de tuberías, después de todo ese proceso, que es sumamente caro, se pierde alrededor del 60 por ciento”, puntualizó Maysonet.
El planificador enfatizó en que la AAA debe incrementar esfuerzos en la restauración de tuberías obsoletas o rotas para capturar el agua que se pierde camino a los hogares e industrias. De otro lado, señaló que es necesario llevar a cabo campañas masivas de conservación del líquido para mantener control de la demanda, al tiempo que se aumenta la oferta, realizando tareas de mantenimiento como remoción de sedimentos en los embalses y cambios en las líneas que transportan el agua.
Además, recalcó en la importancia de proteger las cuencas hidrográficas y mantenerlas lejos de construcciones como urbanizaciones y centros comerciales que aumentan la sedimentación.
“La Plata, que es uno de los embalses de más corta creación en Puerto Rico, construido en la década de 1970, al poco tiempo ya contaba con niveles de sedimentación muy altos, porque toda la cuenca del río tenía proyectos de desarrollo, remoción de la cubierta vegetal y lo que fue un proyecto de acumulación de agua, al tiempo se convirtió en un lugar sumamente sedimentado que reduce enormemente la capacidad de almacenaje y esos son problemas que están ahí y parece que no hemos aprendido la lección”, puntualizó Maysonet.