
El verano pasado el Gobernador Alejandro García Padilla creó una Comisión para el desarrollo de la cultura de Puerto Rico con el fin de promover una discusión pública sobre los escenarios futuros de nuestra producción cultural y para que ésta sometería recomendaciones de políticas gubernamentales. A partir de ese momento conceptos como “Industrias creativas” o “Industrias culturales” comenzaron circular y repetirse en nuestra esfera pública. Y la creatividad, la producción cultural y su valor económico, en un contexto de abismos fiscales, cobraron un protagonismo insospechado en la intensa discusión mediática del país, al igual que pasó en Europa y otros puntos de Latinoamérica hace varios años. El dossier a continuación, preparado por estudiantes de Periodismo del Programa Graduado de la Escuela de Comunicación y de la Maestría en Administración y Gestión Cultural, ambos del Recinto de Río Piedras, se aproxima a estos debates brindándole especial atención al potencial cultural y económico de la relación con la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos, diseccionando del modelo de las industrias creativas, presentando los testimonios de gestores y artistas independientes, y mostrando los aspectos más interesantes de las propuestas del sector que reivindica que el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), con más de 50 años a sus espaldas, siga capitaneando los rumbos de la creación cultural en el siglo XXI. [Por Mario E. Roche]
Por: Joyce González, Rubiam Martínez, Lara Mercado y Ernesto Rentas.
Algunos dicen ser boricuas hasta en la luna. Hoy día podemos encontrar puertorriqueños en cualquier rincón del planeta, y con el desarrollo de las tecnologías y medios para comunicarnos y compartir información, es una realidad tangible el que los boricuas de aquí y los de allá puedan mantenerse en contacto. Y el campo de la cultura siempre ha sido una vía maravillosa para estrechar lazos.
Según documenta Edna Acosta Bell en el artículo Artes plásticas en la diáspora (2010) la actividad cultural de la diáspora puertorriqueña se vio influenciada por una ambiciosa iniciativa del gobierno de Puerto Rico durante la década de 1950.
“Ante los cambios que estaban ocurriendo en Puerto Rico, producto de la industrialización promovida por la ‘Operación Manos a la Obra’, el gobernador Luis Muñoz Marín propulsó la ‘Operación Serenidad’. Algunos de los logros principales de este proyecto cultural fueron la creación de la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO), del Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Conservatorio de Música, el Festival Casals y el Festival de Teatro Puertorriqueño”, indica la autora.
Acosta Bel añade que no fue hasta los años 60 y 70 que los puertorriqueños nacidos o criados en Estados Unidos se dejaron sentir en el ámbito artístico a través de murales, esculturas, pinturas, carteles y fotografías, que reflejaban las condiciones de racismo y marginalidad socioeconómica que confrontaban en la sociedad estadounidense. “El universo artístico de la diáspora comenzó a florecer por esos años y a plasmar el ser puertorriqueño en un ambiente bicultural”, afirma Acosta Bell.
En momentos en que la población puertorriqueña fuera de la Isla duplica a los que viven en ella, y Estados Unidos se mantiene como el destino por excelencia para los puertorriqueños que se van, nos cuestionamos: ¿Cómo se percibe la situación de la diáspora puertorriqueña en el quehacer cultural? ¿Existe un puente cultural entre Puerto Rico y la diáspora puertorriqueña que facilite el consumo e intercambio de proyectos? ¿Se integra la diáspora puertorriqueña, de alguna forma, a las discusiones referentes a las políticas culturales en Puerto Rico? ¿Quiénes gestan proyectos para consumo dentro y fuera de la Isla? A continuación, algunas respuestas.
Nuevas esperanzas de integración
Recientemente, el gobierno de Puerto Rico ha puesto en marcha algunas iniciativas para fortalecer los lazos, o bien, tender un puente entre los puertorriqueños que viven en la Isla y los que parten para establecerse en los Estados Unidos. El pasado mes de agosto se anunció la apertura de una oficina regional de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico, en la zona de Kissimmee. Esta apertura responde al aumento del número de puertorriqueños que residen en el área, así como un intento de ofrecer servicios y oportunidades de vínculos para esa comunidad con el Gobierno de Puerto Rico. Esta oficina se añade a otras que existen en Washington DC y la ciudad de Nueva York.
De otra parte, en el mes de julio el gobernador, Alejandro García Padilla, anunció la creación de una comisión para atender el tema de la cultura en Puerto Rico. En momentos en que existen diversos movimientos independientes que buscan estudiar, hacer recomendaciones y presentar soluciones a los problemas que aquejan al campo de la cultura, así como al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), las críticas no se han hecho esperar. Sin embargo, la Comisión para el Desarrollo Cultural (CODECU) realiza diversas gestiones para atender este asunto. Parte de esta iniciativa propone realizar mesas de diálogo donde la ciudadanía pueda expresarse sobre los temas que les parece, esta Comisión debe atender. Incluso, la CODECU ha decidido extender sus esfuerzos hasta la ciudad de Nueva York, para incluir la comunidad puertorriqueña de la diáspora como parte de este diálogo.
La lucha por el poder
Como artista plástico, diseñador y comisionado para el Desarrollo Cultural en Puerto Rico, Nick Quijano fue enfático al señalar que uno de los problemas que obstaculiza el intercambio la diáspora puertorriqueña y los puertorriqueños de la Isla es la lucha por el poder. “Si Estados Unidos permitiera que entrara un producto, digamos puertorriqueño, y no lo adoptara como suyo o no lo convirtiera en algo que tenga que ver con su imaginario colectivo, y entendiera que hay un mercado caribeño y latinoamericano tratando de mantener una cohesión cultural, sería maravilloso”, explicó Quijano.
Aunque nació en New York, Quijano ha pasado la mayor parte de su vida en Puerto Rico. Además, aseguró que en Puerto Rico, como en el resto del mundo, estamos tratando de buscar cuáles son las alternativas que tenemos y recursos con los cuales poder contar, y recrear entonces una sociedad desde otro lugar, en términos de una serie de gestiones culturales vinculadas a nuevas maneras de crear mercados, públicos y consumidores.
Quijano destacó que su reciente nombramiento a la Comisión para el Desarrollo Cultural de Puerto Rico le ha permitido descubrir esa otra gestión que no es oficial, “que no está en los espacios corporativos o bancarios, que no está en os espacios de poder”, de acuerdo con él.
Ahora son varias diásporas
“El tema de la diáspora puertorriqueña es uno complicado que trasciende los límites territoriales”, manifestó el profesor universitario Luis Aponte Parés, radicado en Estados Unidos desde el 1964, e involucrado en el campo de la planificación y el desarrollo de las comunidades latinas y puertorriqueñas en Nueva York y Boston.
“La diáspora y la Isla han pasado por muchísimas etapas, algunas mejores que otras”, señaló el educador. Es por ello, que Aponte Parés considera que ya no se puede hablar de una, sino de varias diásporas puertorriqueñas establecidas en diversas ciudades estadounidenses. “Las diferencias geográficas van más allá de la localización. Cada geografía diaspórica tiene su propia historia, desarrollo y, se podría decir, diferentes expresiones culturales”. El entrevistado planteó además, que cada día la Isla y la diáspora están más distantes.
El profesor de la Universidad de Massachusets aclaró que ya son más de 100 años desde que comenzó la diáspora puertorriqueña y hay más puertorriqueños afuera de la Isla que dentro de ella. “Cada día va a ser más difícil conceptualizar un modelo que pueda cubrir tanta gente de primeras, segundas, terceras y cuartas generaciones, que aunque todavía hay un buen número que van y vienen, también hay muchísimos que no creo, se sientan tan conectados”, explicó.
Sugerencias de aquí y de allá
Ya sea por motivo de estudios o para liberarse del yugo familiar, muchos puertorriqueños toman la decisión de emigrar en busca de nuevas experiencias académicas. Humberto Figueroa, profesor y director del Museo de Arte de la Universidad de Puerto Rico en Cayey, partió a la ciudad de Nueva York siguiendo su interés en desarrollarse en el campo de las artes visuales. Llegó a la ciudad de los rascacielos en la década del 1970, donde colaboró con instituciones culturales como el Museo del Barrio. Aunque regresó a Puerto Rico, Figueroa mantuvo contacto con la escena cultural de la diáspora puertorriqueña allá, incluso al trabajar en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) por 20 años.
Esa “memoria” que ha desarrollado a través de los años, le ha permitido observar tanto el desarrollo, como el deterioro de las instituciones culturales de la diáspora. “Los puertorriqueños en cierta medida sostienen sus principios culturales estando fuera de la Isla, pero con el pasar del tiempo eso va sufriendo una transformación”, expresó Figueroa.
Esta situación afecta el intercambio cultural y el desarrollo de políticas culturales e industrias creativas entre los puertorriqueños en la Isla y aquellos en el extranjero, por lo que Figueroa resaltó varios puntos importantes:
- El “enorme abismo” económico, social y cultural entre las comunidades puertorriqueñas en los Estados Unidos y en la Isla representa un reto para proyectos gubernamentales como la Comisión para el Desarrollo Cultural (CODECU), pues se trata de un asunto que ha sido desatendido en la agenda pública de Puerto Rico por mucho tiempo.
- Debe establecerse un programa de intercambio artístico y cultural con gente capacitada que domine las formas de entender la cultura en Puerto Rico y en la diáspora, y que sirvan de diplomáticos en los debates a desarrollarse. No descarta que sea desde el ICP.
- Podría establecerse un directorio de artistas y talento cultural, intelectual, humanístico y científico de Puerto Rico posicionado en el extranjero, con miras a desarrollar un congreso que fomente el intercambio cultural.
- Aplicar el modelo de empresarismo e industrias culturales de los Estados Unidos al caso puertorriqueño no es la forma, pues los mismos creadores deben reconocer que los mejores modelos de afuera no son los moldes para nosotros. “Nuestra realidad es otra, nuestras circunstancias son otras, nuestros guiones son otra cosa”, sostuvo.
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Próxima entrega: La diáspora puertorriqueña en Estados Unidos: Los gestores culturales comparten sus experiencias.